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Un fármaco usado para tratar enfermedades cardiacas en humanos corrige la obesidad en ratones

La digoxina consigue que los roedores pierdan hasta un 40% de su peso, incluso si siguen alimentándose con una dieta rica en grasa

Juan Miguel Hernández Bonilla
Los científicos Ana Teijeiro y Nabil Djouder, del grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO.
Los científicos Ana Teijeiro y Nabil Djouder, del grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO.CNIO

A veces los descubrimientos científicos que cambian nuestra forma de vivir ocurren por casualidad. Alexander Fleming encontró un extraño hongo que no dejaba crecer bacterias en las muestras de laboratorio que había tirado a la basura. De ahí surgió la penicilina. El ingeniero Wilson Greatbatch puso mal una resistencia en una máquina que intentaba grabar los latidos del corazón e inventó así el marcapasos. Los investigadores de Pfizer descubrieron la Viagra cuando buscaban un medicamento contra la angina de pecho y la hipertensión. Ahora, un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España (CNIO) ha descubierto por azar que la digoxina, un fármaco usado para tratar las enfermedades cardiacas en los seres humanos, es capaz de corregir por completo la obesidad en los ratones.

Nabil Djouder, jefe del grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO y líder del trabajo, explica: “Fue un hallazgo fortuito. Al principio, utilizamos la digoxina para tratar el cáncer de hígado en ratones, pero descubrimos que, con el medicamento, los animales no engordaban”.

Este hallazgo es un paso importante en la búsqueda de la cura contra una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año afecta a 600 millones de personas en el mundo y causa la muerte de cerca de cuatro millones. “Dado que hoy no hay tratamientos médicos eficaces contra la obesidad ni el síndrome metabólico, la digoxina puede representar una opción terapéutica efectiva”, escriben los investigadores en el trabajo que se publicó este jueves en la revista científica Nature Metabolism.

Dado que a día de hoy no hay tratamientos médicos eficaces contra la obesidad ni el síndrome metabólico, la digoxina puede representar una opción terapéutica efectiva, afirman los investigadores

Las conclusiones del estudio revelan que los ratones obesos perdieron hasta un 40% de peso, incluso si seguían comiendo una dieta rica en grasa. Los animales, además, se curaron de trastornos metabólicos asociados a la obesidad. Djouder explica que el fármaco no causa efectos adversos y en un futuro cercano podría aplicarse en humanos. “No estamos tan lejos, lo que necesitamos es hacer estudios epidemiológicos y ensayos clínicos en pacientes con obesidad para ver si este fármaco puede ser un tratamiento eficaz”, dice el investigador.

El estudio sugiere que una dosis tres veces superior a la que se suministra actualmente en pacientes sería muy eficaz para adelgazar sin provocar toxicidad ni efectos secundarios. “Hay que explorar la posibilidad de aumentar la dosis en humanos y ver el efecto de la digoxina sobre la pérdida de peso”, explica Djouder.

La investigación parte de la idea de que la obesidad es una enfermedad inflamatoria, es decir, una reacción defensiva crónica del organismo ante la agresión que le supone el exceso de nutrientes. La digoxina, dice Djouder, actúa reduciendo la producción de una molécula llamada interleucina 17A o IL-17A, que es la responsable de provocar inflamación en las células. En palabras sencillas, los científicos encontraron que el medicamento impide la producción de esta molécula y revierte la obesidad. Al inhibir la IL-17A también se puede reducir el riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.

Djouder cuenta que, durante el experimento, los ratones, obesos por una alimentación hipercalórica, siguieron comiendo lo mismo mientras tomaban digoxina. El medicamento generó un efecto inmediato. Los animales comenzaron a perder peso a las pocas semanas de comenzar el tratamiento. “Los beneficios se mantuvieron durante al menos ocho meses, lo que sugiere que no se desarrollan mecanismos de resistencia”, dice el científico. Y añade: “Nos dimos cuenta de que si parábamos el tratamiento con la digoxina, el efecto era reversible y los ratones podían volver a coger peso”.

Los beneficios se mantuvieron durante al menos ocho meses, lo que sugiere que no se desarrollan mecanismos de resistencia

Ana Teijeiro, científica del CNIO y primera firmante del trabajo, afirma que el hallazgo tiene relevancia clínica: “Es tentador proponer que los pacientes con obesidad podrían tomar digoxina durante un periodo corto, hasta estabilizar la pérdida de peso, y que después sigan una dieta saludable y ejercicio físico”. Lo mejor sería combinar el tratamiento farmacológico con un estilo de vida adecuado, debido al efecto reversible del medicamento. La investigadora explica que en estudios epidemiológicos con pacientes humanos con enfermedades cardiacas tratados con digoxina se observa que el fármaco también reduce de manera significativa el colesterol.

Teijeiro explica que, además de clínico, el hallazgo tiene valor teórico porque identifica un nexo causal entre inflamación y aumento de peso. Según los científicos, con esta asociación se abren nuevas líneas de investigación que pueden ayudar a esclarecer los mecanismos moleculares que hacen de la obesidad una enfermedad inflamatoria. “Gracias a este estudio sabemos que la pérdida de peso y los cambios metabólicos sistémicos están controlados por un mecanismo molecular único, la IL-17A, que actúa directamente en los adipocitos, cambiando su perfil genético y su capacidad de respuesta ante el exceso de nutrientes”.

La importancia del trabajo radica en que, en la actualidad, las opciones para tratar la obesidad son limitadas y, según el estudio, no han mejorado en los últimos 20 años, debido sobre todo “a la falta de conocimiento de la fisiología de la obesidad y los mecanismos que rigen la acumulación de grasa”. Las terapias basadas en cambios en el estilo de vida, intervenciones en la dieta y actividad física solo logran reducir el peso en aproximadamente 10%, y los fármacos que buscan incidir sobre el apetito o la absorción de las grasas ayudan entre un 2% y un 7%.

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Sobre la firma

Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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