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Salarios hasta ocho veces más altos: el nuevo fenómeno de los “médicos gaviota” argentinos en Chile

La crisis económica en Argentina lleva a los profesionales de la salud de ese país a trabajar por periodos breves en el país vecino

un médico en la posta central de Chile
Un doctor sale de la habitación de un paciente en el Hospital de Emergencia Posta Central en Santiago, Chile, en junio de 2021.Cristobal Olivares (Bloomberg)

En los últimos cinco años, en el Colegio Médico de Chile (Colmed) da cuenta del crecimiento de un fenómeno que han bautizado como los doctores gaviota. Se trata de profesionales de la salud argentinos que, como estas aves, emprenden viajes con estadías cortas en Chile para cubrir emergencias, consultas y otros procedimientos a cambio de una mejor paga que en su país.

“En las últimas dos décadas no habíamos visto médicos que vinieran a trabajar por temporadas muy breves. Se asientan muchas veces en lugares donde hay déficit de algún especialista, pero sobre todo empujados por la precariedad y la necesidad laboral de nuestro país vecino”, dice Anamaría Arriagada, presidenta del Colmed, a EL PAÍS.

Del otro lado de la cordillera de Los Andes, los médicos padecen salarios por el suelo y una inflación interanual del 276%, la más alta del mundo, según el cálculo que difundió para febrero el Indec, la oficina argentina de estadísticas oficiales. La disparada de los precios, especialmente veloz desde diciembre, cuando el ultraderechista Javier Milei juró como presidente, y los ingresos congelados empujaron la pobreza hasta casi el 60%, según la estadística que lleva la Universidad Católica Argentina.

Roberto Macho, titular de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de Mendoza, en Argentina, comenta: “Poco antes de la pandemia, muchos profesionales –generalmente licenciados en enfermería– se fueron directamente a vivir a Chile. Luego observamos a médicos o profesionales especialistas hacer una o dos guardias (de urgencia o consultas) al mes en distintos sanatorios privados chilenos, incluso ya con turnos programados”.

En el Colmed preocupan las posibles consecuencias de esta práctica. “El acto médico requiere de un conocimiento previo y del contexto del paciente, de las leyes y de las medidas de salud pública del país imperante. También requiere de un seguimiento, de cierta respuesta a un tratamiento, una complicación o reacción adversa a un medicamento. Peor aún una complicación a una cirugía y los médicos que van y vienen no son claramente la solución. Los pacientes están expuestos a un tratamiento que puede no ser de la calidad que necesitan; al mismo tiempo, el médico está expuesto a un trabajo más precario”, dice Arriagada.

La situación fue denunciada en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados de Chile por el parlamentario Daniel Lilayú hace cuatro meses –el parlamentario es médico y milita en la UDI, un partido de la derecha tradicional–, quien pidió un fiscalización.

Sobre esta práctica no hay cifras oficiales, sólo la percepción de que es un fenómeno que está en auge. Los casos suelen escapar del radar de las autoridades sanitarias, dado que los médicos itinerantes trabajan en consultorios privados y no en el sistema público de hospitales y centros asistenciales. “Esto, probablemente, necesite de una acción orquestada de varios actores, porque frente a este problema lo que se requiere es una nueva regulación”, señala Arriagada.

Reclutadores en Mendoza

No todos se inclinan por las rutinas itinerantes. Algunos profesionales argentinos deciden establecerse en Chile a cambio de mayor estabilidad. Es el caso de E.G., un médico internista que prefiere la reserva de su identidad. Recuerda el día que salió de Mendoza con rumbo a la región de Valparaíso, en Chile, en febrero de 2023. “Mi novia y yo queríamos emigrar. No solo por lo salarial, sino también por el estrés de vivir en un país en decadencia, donde siempre ves malas noticias y con una inflación gigante que todo el tiempo te hace pensar si tu salario alcanzará para hacer las compras”, explica.

Reclutadores de una clínica privada de Chile se han reunido con él y otros profesionales en un hotel de Mendoza para ofrecerles trabajo con salarios hasta ocho veces mayores que los que reciben en su país. Ya los habían contactado por Facebook y otras redes sociales.

Entre Chile y Argentina existe un acuerdo para reconocer los títulos universitarios de ambos países, lo que permite que los médicos de ambas naciones ejerzan en uno u otro territorio. Sólo es necesario un título de médico cirujano que sea reconocido por una institución educativa oficial y acreditado por seis años, aunque sólo pueden desempeñarse como médicos generales y no especialistas. “No tenemos ningún problema con los médicos extranjeros trabajando o formándose en Chile, porque tenemos una larga historia de cooperación y tratados”, dice Arriagada, “pero deben pasar por una serie de etapas para introducirse adecuadamente en la salud pública chilena”.

Los médicos argentinos residentes en Chile identificados por el Ministerio de Salud se han duplicado en los últimos cinco años: pasaron de 55 en 2018 a 122 en 2023. Hoy, E.G., quien ejerce como médico general, convive en la clínica en la que trabaja con compañeros que viajan cada 15 días desde Argentina para atender pacientes. “Les resulta rentable”, explica E.G. “y les conviene incluso viajando en avión, tratándose de personas establecidas, con familia y trabajos fijos allá”.

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