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El estigma social retrasa la desintoxicación por drogas en las mujeres

Proyecto Hombre alerta de la invisibilización de las mujeres con problemas de adicción al alcohol u otras sustancias

Jessica Mouzo
Un sanitario de la sala de venopunción Baluard de Barcelona supervisa el consumo de heroína de una usuaria
Un sanitario de la sala de venopunción Baluard de Barcelona supervisa el consumo de heroína de una usuariaAlbert Garcia

Llegan pocas y tarde. Las mujeres con algún problema de adicción a las drogas no alcanzan fácilmente una puerta a la que llamar para pedir ayuda. Son "invisibles", alertan desde Proyecto Hombre. Solo un 16% de las personas que ha atendido la entidad en 2017 eran mujeres, una cifra que esconde la verdadera realidad del fenómeno, avisa el director de Proyecto Hombre Cataluña, Oriol Esculies: "Estimamos que podrían llegar a ser entre el 25% y el 30%", advierte. El doble estigma que padecen ellas —por la adicción y por no cumplir los roles familiares que se le presuponen como mujer— es uno de los factores que determina esta infradetección de la adicción en mujeres.

"Hay colectivos muy vulnerables, como las mujeres con hijos a cargo, que tienen miedo a perder la custodia si cuentan su adicción; o las mujeres que sufren violencia de género y que tienen un consumo instrumental, para soportar esas situaciones", indica Esculies. Projecto Hombre en Cataluña atendió a más de 2.100 personas el año pasado, pero solo el 15,8% eran mujeres. El estigma de la adicción, la culpabilización social y familiar por romper el estereotipo de género, la falta de un colchón de apoyo y las limitaciones económicas de las mujeres están detrás de este fenómeno de "invisibilización". "Llegan pocas mujeres, más tarde y los problemas se cronifican", agrega Esculies.

De hecho, la edad media de inicio de tratamiento en mujeres es de 42 años frente a los 39 en los hombres. Casi la mitad de ellas, además, presentaban, además de la adicción, un problema de salud mental (patología dual). "Lo más común son trastornos por ansiedad, depresión o trastorno límite de la personalidad", matiza el director de Proyecto Hombre. La prevalencia de trastornos mentales en hombres, en cambio, alcanza solo el 30%. Además, la infección por VIH está presente en el 12% de las mujeres frente al 6% de los hombres. 

El patrón y el tipo de consumo también agudiza la brecha de género en el acceso a tratamientos de desintoxicación. Mientras que la cocaína es, en la mitad de ellos, el origen del ingreso para deshabituarse, en las mujeres el alcohol gana mucho más protagonismo (el 40,8% por alcohol y el 43,9% por cocaína. Ellas tienden a consumir más drogas socialmente aceptadas, como el alcohol o los psicofármacos. "Los hombres consumen más alcohol de forma social,  en el bar; ellas tienen un consumo más privado, solas, en casa", agrega Esculies.

Los antecedentes personales de las mujeres que inician tratamiento son, además, muy complejos. Así, casi la mitad de las que fueron atendidas el año pasado en Proyecto Hombre (el 48,8%) admitieron haber sufrido abusos físicos en su vida. Este porcentaje asciende al 68,7% cuando se trata de abusos de carácter emocional y, además, una de cada cinco reconoce haber sufrido abusos sexuales. "El abuso es un factor que pesa mucho, aunque no es el único. Pero tienen consecuencias y una afectación a tu carácter, acómo afrontas las decisiones, etc", apunta el director de la entidad en Cataluña.

Esculies reclama más recursos dirigidos y pensados para mujeres. "Hay una discriminación histórica insoportable", critica. El director de Proyecto Hombre Cataluña se refiere, por ejemplo, a la falta de plazas específicas para ellas, preparadas para madres con hijos a cargo o adaptadas a su realidad social. "Hay que romper el estigma, sensibilizar, feminizar los tratamientos", avisa Esculies.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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