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100 años escarbando en la prehistoria

La cueva de Santimamiñe cumple un siglo desde que fuera descubierta por un grupo de niños de Kortezubi

Varios técnicos trabajan en la excavación de Santimamiñe
Varios técnicos trabajan en la excavación de SantimamiñeLUIS ALBERTO GARCÍA

Son expertos en leer, una tras otra, las capas de la roca que van levantando cada dos centímetros. Han pasado en la gruta 25 meses durante una década completa, entre 2004 y 2014. Armados con pequeños cuchillos, espátulas de madera, cepillos y brochas pasaron horas removiendo los sedimentos para desentrañar la Prehistoria. Van retirando capas estériles y la tierra va cambiando de color. Aparecen huesos fracturados de animales. Restos de herramientas para tallar la piedra. La tierra se ennegrece. Y blanquecinas, aparecen las cenizas del fuego cementado.

La noche de los museos

La Diputación Foral de Bizkaia ha organizado un calendario de actividades que arranca este sábado, 14 de mayo, con la celebración de ‘La noche de los Museos en Santimamiñe’. Una charla repasará los 100 años del hallazgo el 18 de junio y una semana más tarde se analizará el nuevo modelo de gestión sostenible.

El 23 de julio se ha programado una completa jornada que incluye cine en la cueva, juegos infantiles, demostración para hacer fuego al anochecer y subida a la cueva con antorchas para asistir al concierto ‘Los sonidos de la prehistoria’.

El 14 de agosto habrá talleres científicos para los más pequeños. En otro ámbito, en octubre, se inaugurará una exposición para conocer el Arte Paleolítico en Bizkaia en 3D, y como colofón habrá una reunión científica internacional para la puesta en común de los métodos para estudiar, conservar y difundir el arte de la Prehistoria.

Este trabajo minucioso es hoy posible tras un golpe de azar, del que ahora se cumplen cien años. Bajo las faldas del monte Ereño, junto a la ermita de San Mamés, un grupo de niños de Kortezubi se adentró en la cavidad para arrancar unas estalactitas con las que hacer una fuente. Sin embargo, lo que hallaron fueron los restos del primer conjunto de arte rupestre del País Vasco. Todo un alivio para quienes no comprendían el vacío que contrastaba con la riqueza que había aflorado en la Cornisa Cantábrica. Santimamiñe es una joya para los historiadores, porque se trata de una de las contadas cavernas decoradas por los humanos que vivieron en el Paleolítico Superior, hace 17.500 años.

Nómadas que vivían de lo que cazaban, recolectaban y pescaban. Así lo atestigua el medio centenar de figuras que perviven en sus paredes: bisontes, caballos, un oso, un ciervo y restos incompletos de otras figuras. Son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2008. Por aquel entonces, el equipo de arqueólogos de la Diputación Foral de Bizkaia que dirige Juan Carlos López Quintana había empezado a familiarizarse con los vestigios que permiten dibujar la vida de aquellos primeros moradores. Ha sido el tercer grupo de excavadores que ha actualizado y documentado el “modélico” trabajo que, a principios de siglo, realizaron Telesforo Aranzadi, Enrique de Eguren y José Miguel Barandiaran, que después regresó en solitario.

No esperábamos encontrar ese suelo Magdaleniense tan bien conservado

“Hemos dotado de información de paisaje y clima la secuencia de capas para que Santimamiñe vuelva a estar en el lugar que le corresponde desde el punto de vista científico”, asegura. “Se sabía que era un yacimiento rico y complejo , pero siempre surgen sorpresas. Nosotros no esperábamos encontrar ese suelo Magdaleniense tan bien conservado”. Y todavía queda potencial. A López de Quintana le queda la espina de no haber podido ahondar en la fase del Mesolítico, pero confía en quienes puedan relevarles, con técnicas y tecnologías más avanzadas.

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Santimamiñe es un icono para los investigadores, pero las masivas visitas hasta el famoso huevo frito tallado por el agua en la roca que marcaba el final del recorrido por la gruta, obligaron a cerrar la verja a cal y canto en 1997. Cerca de un millón de personas pusieron en riesgo el yacimiento. Desde 2007 se permite el paso controlado hasta el vestíbulo. Ahora se recuerda como una decisión “valiente” de los responsables políticos, espoleados por el consejo de los técnicos, que no se plantean dar marcha atrás. El jefe del servicio de Patrimonio de la institución foral, Andoni Iturbe, pide “no caer en el egoísmo social” que supondría reabrir la cueva, “tenemos la responsabilidad de transmitir ese bien patrimonial, que es terriblemente frágil, a generaciones posteriores”.

La gestión se ha reorientado hacia la conservación. Y las grandes aliadas han sido las nuevas tecnologías, aunque hubo que inventarlas. La empresa Virtualware fue pionera en desarrollar un sistema de realidad virtual que han tomado como ejemplo desde Altamira hasta Japón. Más de 200 escaneados en tres dimensiones han recreado el yacimiento para convertir la ermita de San Mamés en una cápsula del tiempo.

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