_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cruyff es Cruyff y Rajoy es Rajoy

El presidente del Gobierno recurre a la tautología como una forma de apelar a la sabiduría popular para acercarse a la gente, pero no aporta nada

Estrella Montolío Durán

El reciente fallecimiento de Johan Cruyff ha propiciado que vuelva el recuerdo de su inteligente concepción del fútbol y… de su peculiar uso del lenguaje. Frases cruyffianas como “El balón es una parte esencial del juego” o “Esto es muy sencillo: si marcas uno más que tu oponente, ganas”, marcaron una época y se expandieron más allá del ámbito futbolístico. Fueron auténticas expresiones “virales” mucho antes de que se inventaran las redes sociales. Poseían el chispazo de ingenio de una suerte de greguería que tanto divertía como hacía pensar a los amantes del fútbol. El formato prototípico de las sentencias de Cruyff era una expresión muy simple, rozando casi la simpleza y la verdad de Perogrullo. Formulado en términos más técnicos: Cruyff utilizaba tautologías. Y la tautología constituye todo un universo comunicativo. Veamos.

En ciencias del lenguaje partimos de la idea de que, en principio, hablamos para transmitir a nuestro interlocutor una información que suponemos no conoce. Desde este punto de vista, la tautología viola el principio de informatividad, según el cual se espera que un enunciado aporte, por lo menos, una información nueva respecto a la oración precedente. En lógica y matemáticas, la tautología se usa como demostración del principio de identidad (A = A) . En la lengua cotidiana, sin embargo, la usamos como un enunciado pragmáticamente cargado de sentido. De hecho, en la conversación coloquial, las tautologías pueden aportar información relevante, muy significativa y a menudo con una elevada carga emocional.

El conocimiento enciclopédico del mundo y las experiencias vitales —lo que ahora se denomina el contexto cognitivo — que comparten quienes conversan permite que el interlocutor interprete correctamente el significado enriquecido que expresan algunas tautologías, aparentemente banales, como “un hijo es un hijo”, cuya riqueza significativa e intensidad emocional capta cualquiera que tenga hijos. Frases como “una madre es una madre” o “la vida es la vida” son tautologías sin valor informativo desde el punto de vista de la Lógica, pero están llenas de sabiduría y de emoción.

Cuando Cruyff dice “Si tú tienes el balón, el rival no lo tiene”, expresa una obviedad, pero también transmite un significado adicional cuya relevancia para la estrategia futbolística resulta transparente y revolucionaria incluso para quienes solo conocemos las reglas más básicas de este deporte: el equipo que consigue conservar mucho tiempo el balón en juego impide que mientras tanto lo tenga el contrario. Perogrullada, sí; pero extraordinariamente informativa, porque eso significa que un equipo puede defenderse atacando. Casi pensamiento vanguardista en estado puro.

Mariano Rajoy es también conocido por su querencia por las tautologías. Frases como “España es un gran país y tiene españoles”, “Un vaso es un vaso y un plato es un plato” o “El modelo a seguir es el que dé una mejor sanidad a la gente, es decir, el que cure más rápido a la gente es el que sea más bueno” constituyen obviedades manifiestas, que, de hecho, se han compilado a modo de antologías de frases rajoynianas. Con el uso de estas obviedades, propias de la lengua coloquial, el político busca un acercamiento al ciudadano de a pie. Usarlas implica apelar a la sabiduría popular, al “sentido común”, que late en otras tautologías conceptualizadas como verdades universales del tipo “un padre es un padre”. Ahora bien, observadas de cerca, no se acierta a ver en las tautologías de Rajoy dónde se esconde el significado adicional, el aspecto novedoso o la perspectiva inteligente del asunto aludido. Y la retranca gallega tiene que ver con la ironía; no con la obviedad.

En el campo de la argumentación política, el uso sistemático de la tautología, convertido casi en un rasgo del estilo oratorio personal de un presidente del gobierno, podría fácilmente interpretarse, o bien como una indefinición calculada que vulnera el principio de claridad informativa deseable en un representante político, o bien como una huida intencionada de enfrentarse a cualquier polémica.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La potencia argumentativa de la tautología reside en que difícilmente puede discutirse. Nadie puede discrepar de una verdad de Perogrullo como “por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos tienen que salir aviones”. Nadie puede negar que el modelo de Sanidad que debe seguirse es el mejor, ya que es el que cura más rápido y por eso es “más bueno”. Pero en muchos países democráticos si un presidente de gobierno no expone con claridad su modelo de Sanidad, se sospecha que tiene una inquietante agenda oculta; o que no tiene agenda al respecto.

Lo dicho: Cruyff es Cruyff y Rajoy es Rajoy.

Estrella Montolío es catedrática de Lengua Española de la UB.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_