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La Delegación del Gobierno de Barcelona se abrirá al público

La rehabilitación del Palau de la Aduana, rico en pinturas, empezará este mismo año

José Ángel Montañés
El Palau de la Aduana de Barcelona, en la Avenida Marqués de Argentera (junto a la plaza Palau).
El Palau de la Aduana de Barcelona, en la Avenida Marqués de Argentera (junto a la plaza Palau).Joan Sánchez

El Palau de la Aduana de Barcelona, en la Avenida Marqués de Argentera (junto a la plaza Palau), es el edificio que mejor ha visualizado la presencia del poder central en Cataluña. Sede durante 150 años del Gobierno Civil, desde la restauración de la democracia acoge la Delegación del Gobierno. Sin actividad desde hace casi cinco años por problemas estructurales, empezará a ser restaurado este mismo año y se permitirá el acceso para contemplar su patrimonio artístico.

El Palau de la Aduana, que durante la breve República acogió el departamento de Gobernación de la Generalitat, parecía condenada al abandono y a su consecuente deterioro. Sin embargo, su propietario, el actual Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, ya tiene preparado para este edificio construido a finales del XVIII por el conde de Roncali, ministro, brigadier e ingeniero de Carlos IV, un plan para llevar a cabo su restauración que le devolverá a la actividad y a la posibilidad de ser visitable por el público.

Salón de Carlos III de la antigua aduana, sede actual de la Delegación del Gobierno de Cataluña con el ciclo de pinturas de Pere Pau Montanyà.
Salón de Carlos III de la antigua aduana, sede actual de la Delegación del Gobierno de Cataluña con el ciclo de pinturas de Pere Pau Montanyà.

En 2008 dieron comienzo unas obras de reforma con la intención de poner al día las instalaciones, restaurar las fachadas y el bello patio interior. “Lo queremos más funcional y con un aspecto más amable”, llegó a afirmar el delegado del gobierno de entonces, el socialista Joan Rangel. Pero al poco tiempo los andamios de la fachadas desaparecieron sin que se percibiera mejoría alguna. Los especialistas comprobaron que el edificio necesitaba un refuerzo estructural que obligó a redactar un nuevo proyecto y un nuevo contrato de obra ya que los trabajos requerían un 20% más de presupuesto. La crisis impidió disponer del dinero para llevar a cabo esas reformas; por ello, tras realizar en 2010 las obras imprescindibles para garantizar la seguridad del edificio, éste se cerró después de trasladar de forma provisional el archivo histórico del Gobierno Civil y el patrimonio mobiliario y las obras pictóricas a otras dependencias del Estado en la ciudad.

'Patrimonio catalán'

La actualidad política ha llevado a un primer plano el Palau de la Aduana. El edificio está en el Inventario para la Independencia que realiza la Asamblea Nacional Catalana para conocer el patrimonio inmobiliario del Estado en Cataluña (y que recoge en qué municipio se localiza cada propiedad, su referencia catastral, su propietario, el año de construcción, superficie y el uso que tiene en la actualidad). Todo pensando en las posibilidades de un nuevo uso tras conseguir Cataluña la independencia. Ante esta iniciativa (que ya tiene localizados 50 edificios e instalaciones, 24 en la ciudad de Barcelona) desde la Delegación del Gobierno, tras declinar pronunciarse sobre el asunto, sí aseguran que “el Estado tiene perfectamente inventariado todo su patrimonio en Cataluña, no hacen falta otros inventarios”.

Según fuentes de la delegación del Gobierno, “ya está redactado y aprobado el proyecto básico y está pendiente de finalizar el proyecto ejecutivo”. Las mismas fuentes aseguran que, “en unos meses”, se licitarán las obras y a finales de este año comenzarán los trabajos que han de devolver el esplendor al edificio barroco. Cuando dichos trabajos finalicen (no hay fecha prevista para ello), el proyecto es que “al ser un edificio emblemático de la ciudad, en la medida de lo posible y haciéndolo compatible con su uso funcional, administrativo e institucional, los ciudadanos puedan disfrutar de su valor artístico”. Siempre según las mismas fuentes, se realizarán visitas como las que permiten recorrer parte del Palacio Montaner — el edificio modernista terminado de construir por Lluís Domènech i Montaner, en el 278 de la calle Mallorca y sede de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona (además de la Delegación, desde 2010)— determinados días del mes. La visita al edificio de la calle Mallorca se realiza en la colaboración con la Fundación Antoni Tàpies.

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A finales del XVIII el Pla de Palau era el centro comercial de la ciudad y su plaza más grande. El Palau de la Aduana fue proyectado en 1790 junto al Portal del Mar, la entrada marítima de la ciudad, y se acabó en dos años. El edificio, de 7.500 metros cuadrados construidos, tiene una planta cuadrangular, con un patio porticado. En el interior, la planta baja estaba ocupada por las cocheras y caballerizas, mientras que en el primer piso, el noble, dispone de las lujosas salas decoradas con pinturas, como el Salón de Actos, realizadas por Pere Pau Muntanya, que están en el edificio protegidas, afirman desde la Delegación.

“Los temas representados en este salón están relacionados con la política comercial de Carlos III, mientras que el central es una alegoría de la política internacional de este rey”, explica Francesc Quílez, conservador jefe del Gabinete de Dibujos y Grabados del MNAC, que estudió esas pinturas de vivos y expresivos colores hace unos años. “Es uno de los ciclos más importantes de pintura realizados en ese momento en la ciudad", explica el experto, que asegura que las pinturas están bien conservadas. En otras dependencias, las pinturas, también de Muntanya, hacen referencia a episodios del Quijote, en especial el paso del caballero por Barcelona, mientras otras escenas de la vida en Grecia y Roma fueron realizados por pintores por ahora desconocidos.

 

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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