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La tómbola hizo callar a los músicos

La Banda Sinfónica Municipal se ve obligada a suspender un concierto en las fiestas de Vicálvaro porque nadie paró el “ruido infernal” de las casetas de feria

Elena G. Sevillano

Eran las nueve de la noche del viernes 29 de junio cuando la Banda Sinfónica Municipal, con más de 80 miembros, se disponía a ofrecer una actuación en las fiestas de Vicálvaro. Los músicos estuvieron unos minutos afinando sus instrumentos mientras los asistentes iban sentándose frente al escenario del recinto ferial. A pocos metros, las atracciones y las casetas de la feria emitían por los altavoces la mezcla habitual: el penúltimo éxito de Pitbull, el hit de Jennifer López, la cantinela del perrito piloto de la tómbola, el chunda chunda de los coches de choque... “Un maremágnum de músicas a un volumen que no había quien se entendiera”, en palabras de Manuel Gutiérrez, un vecino “asiduo oyente” de la banda que ese día ocupaba un sitio en las primeras filas. “Era imposible. Ni se oían a ellos mismos ensayar De repente cogieron los instrumentos y se marcharon”, relata.

El concierto de la banda sinfónica, que formaba parte de una gira de 12 actuaciones que coinciden con las fiestas patronales de los distritos, tuvo que suspenderse. “Nos quedamos a disgusto”, cuenta Gutiérrez, que es vocal de cultura de la asociación vecinal, “pero cuando se fueron les aplaudimos”. “Ni la banda ni el barrio se merecen esto”, sentencia. Lo mismo opina la concejal socialista Ana García D’Atri, que preguntará por este concierto fallido en la próxima comisión de Las Artes. “Fue un desastre, un ejemplo de cómo se hace cultura en los distritos. Es una falta de respeto. Parece increíble que allí no hubiera nadie capaz de parar la música de los feriantes durante las actuaciones”, señala.

“Fue un desastre”, dice la mujer del cantautor Luis Pastor, que sí actuó

La organización de las fiestas compete a la Junta del Distrito de Vicálvaro, presidida por Carmen Torralba, aunque el área de Las Artes también participa al depender de ella la banda sinfónica. Este diario trató, sin éxito, de hablar con el distrito y con el subdirector de la banda municipal, Juan Foriscot, que fue quien tomó la decisión de suspender la actuación. Una portavoz de Las Artes explicó que “los feriantes no pararon sus músicas, lo que dificultaba absolutamente el concierto”. Añadió que “se habló con ellos pero no quisieron parar la música”, sin precisar quién fue el interlocutor. García D’Atri sospecha que no había nadie allí para poner orden y permitir las actuaciones.

El episodio del viernes con la banda no fue un hecho aislado. La noche anterior, sin ir más lejos, el cantautor Luis Pastor se vio en el brete de ofrecer un concierto con guitarra acústica y a dos voces con el mismo estruendo. “Fue absolutamente desastroso”, resume Lourdes Guerra, su esposa y manager. “Primero nos contrataron para tocar en un centro cultural, pero lo cambiaron al recinto ferial, donde estaba toda la fiesta: las norias, las tómbolas... Lo teníamos todo enfrente”, explica. “Las casetas y las atracciones tenían la música, cada uno la suya, a toda tralla, un ruido infernal. Se oía lo que decían los feriantes con sus micros. Solo hubiéramos necesitado hora u hora y media sin ese ruido para el concierto”, se lamenta. El cantautor llegó a pedir varias veces con el micrófono que “alguien del Ayuntamiento” bajara el volumen.

“Se oyó muy mal”, certifica Tomás Benito, vecino de Vicálvaro que estuvo en el concierto. “Según tengo entendido allí no había nadie para decir a los feriantes que bajaran su música. Quien programó las actuaciones tendría que haberlo previsto”, señala. “Teníamos bastante público e hicimos lo que pudimos. Luis no quería que el público pagara el pato. Algunos, además, venían del centro cultural porque no se habían enterado del cambio”, cuenta Guerra. Ellos, a diferencia de la banda municipal, no se plantearon cancelar: “No nos hubieran pagado y podrían hasta demandarnos por no cumplir el contrato”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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