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Las líneas invisibles de la frontera

Dos fotolibros abordan el tema de la inmigración para reflexionar sobre el paisaje marcado por el paso de aquellos que buscan mejorar sus vidas

Dos personas se ayudan en su travesía por el valle de Montgenèvre, entre Italia y Francia (2019).
Dos personas se ayudan en su travesía por el valle de Montgenèvre, entre Italia y Francia (2019).Samuel Gratacap

Desde hace más de una década las fronteras han dado forma a la obra del francés Samuel Gratacap (1982). Interesado en los fenómenos migratorios y en su compleja realidad, ha recorrido distintos lugares de África y Europa donde ha quedado marcada la huella de aquellos que emprenden el camino del exilio jugándose la vida en pasos fronterizos. En lindes que distinguen el interior del exterior, quién es ciudadano y quién no; límites simbólicos construidos culturalmente, donde convergen distintos intereses, transformados y reinventados a lo largo de la historia. “Hablar de fronteras implica a priori que existen dos partes, en ambos lados de una línea, algo tan ficticio como el principio de bilateralidad. ‘El pensamiento del afuera’, en palabras de Michel Foucault, nos hace pensar de forma persistente en el mundo de manera binaria”, escribe el antropólogo Michel Agier en Bilateral, el último fotolibro del fotógrafo.

Bilateral se desarrolla en los Alpes, en el puerto de Montgenèvre, en la frontera entre Italia y Francia. Allí, a lo largo de tres años, acudía el fotógrafo de forma intermitente, con el fin de adentrarse por los gélidos senderos y cumbres alpinas y detectar la presencia de miles de migrantes que tratan de hacerse invisibles. Un área frecuentada también por muchos turistas, donde el control policial se ha visto reforzado desde 2015, lo que obliga a los migrantes a tomar caminos cada vez más peligrosos. Ya suman 46 los expatriados muertos en esta frontera, siete, en concreto, en el paso de Montgenèvre.

Planteada mediante la habilidosa confrontación de distintas técnicas fotográficas y litografías, que hacen referencia a las distintas realidades que conforman la representación de la emigración, el fotolibro comienza con una serie de imágenes que en ocasiones rozan la abstracción. Son fotografías sacadas de internet que Gratacap manipula mediante técnicas litográficas para representar a aquellos que nunca suelen aparecer en las instantáneas que copan el tema de la inmigración: los autores de las leyes y aquellos que toman las decisiones y acuerdos bilaterales aparecen representados sin caras, (paradójicamente con respecto a la invisibilidad que los emigrantes aspiran a encontrar en su periplo). “Son figuras intercambiables, sin rostro, pero responsables”, señala Gratacap a través de una videoconferencia desde París. “El proyecto trata tanto de la frontera como de la representación, y de esta forma me he permitido jugar con la imagen de quienes siempre suelen ejercer un control sobre la suya propia. Darles lo que normalmente sería observado como un mal tratamiento en lo que concierne a la calidad de representación”.

Una atmósfera nebulosa y fría envuelve el duro ascenso de los migrantes a través de un paisaje de nieve. “Son cuerpos atrapados entre el sufrimiento y el movimiento, acechados, agotados, a veces meras sombras, pero siempre con el impulso de avanzar. Sus pasos son pesados, cada uno requiere un esfuerzo restringido. Sus cuerpos se juntan y se aguantan mutuamente, cogidos de la mano”, escribe Agier. Una marcha en la cual en muchas ocasiones son ayudados por los grupos locales organizados para garantizar un paso seguro a los exiliados. “Fue muy importante contactar con las personas que viven en el valle. Muchos se mantienen ajenos al tema, pero también son muchos los que colaboran de distintas formas para facilitar el paso a los migrantes y en ocasiones se arriesgan a ser juzgados por acciones ilegales. Entre ellos existe también muchas discrepancias”, explica el fotógrafo. Algunos aparecen en la serie de retratos que se incluye en la publicación, donde nunca aparece un rostro de frente. “Era fundamental mantener el anonimato pero también quería mantener el mismo tipo de representación en todo el proyecto y no mostrar ninguna cara”, explica el fotógrafo.

March. Marcha solidaría en el valle de Montgenèvre, entre Italia y Francia (2019).
March. Marcha solidaría en el valle de Montgenèvre, entre Italia y Francia (2019).Samuel Gratacap

“Al tiempo que documentaba la presencia de toda esta gente en las montañas, quería referirme a cómo la realidad altera el paisaje. A unas circunstancias que cambiaban en cada uno de mis viajes”, continúa Gratacap. “A veces daba la impresión de que no estuviese pasando nada en esas montañas, donde la frontera no es más que una línea invisible. Un lugar que quedará relacionado con el paso de emigrantes para siempre. Marcado por la muerte y la persecución. No hay vuelta atrás”. Así, las imágenes de los restos dejados por los inmigrantes en su periplo se mezclan con las de las marcas de colores realizadas por los grupos solidarios con el fin de orientar a los exiliados. Nos hablan de la hospitalidad que existe dentro del valle. “Me pareció un gesto sumamente bello, valiente e imaginativo. Aún queda esperanza”, advierte el fotógrafo. “Es muy necesario documentar lo que está ocurriendo en estos lugares donde en ocasiones resulta muy difícil advertir la presencia humana. Es la única forma de frenar los excesos del control policial. En aquellas montañas todos están involucrados, de una manera u otra, en procesos ilegales: los que cruzan, los que ayudan, la policía. Todos hacen trampas”.

El libro termina con una serie de imágenes realizadas con una cámara térmica. Fueron tomadas durante una marcha solidaria que tuvo lugar en el valle, en 2019. “Fue la primera vez que conseguí capturar a los emigrantes, a los turistas, a los policías y a los activistas juntos”, advierte el autor. Figuras anónimas que se difuminan sobre un fondo como borrones en blanco y negro, como las líneas invisibles de una frontera.

El pasado y el presente de un paisaje

El inhóspito desierto de Sonora sirve de escenario para Desire Lines, el último fotolibro de Lara Shipley centrado en el paso de la frontera entre Estados Unidos y México. Un camino recorrido a lo largo de los siglos por indígenas, conquistadores, misioneros, emigrantes y agentes fronterizos que nos recuerda que las migraciones son tan antiguas como el ser humano. Son las fronteras las que cambian y adquieren distintos significados, pero los impulsos que llevan a traspasarlas siguen siendo los mismos.

Imagen perteneciente al libro 'Desire Lines', publicado por Overlapse.
Imagen perteneciente al libro 'Desire Lines', publicado por Overlapse. Lara Shipley

“Es complicado conectar con el pasado a través del paisaje”, escribe Shipley. “La historia humana de cualquier lugar está formada por una compleja red de caminos: intersecciones, colisiones, cambios monumentales en la geografía o las huellas más tenues e invisibles. Con tanto movimiento y actividad acumulados a lo largo del tiempo, es fácil borrar las historias de un paisaje que no queremos recordar. Lo que llevamos adelante dice mucho sobre quién sobrevive para contar las historias y qué historias se amplifican y archivan”. De ahí que la fotógrafa se haya servido de múltiples técnicas narrativas, de imágenes procedentes de archivos, de mapas, negativos, collages y de su propia obra y distintos tipos de textos y testimonios para establecer una resuelta conexión entre el pasado y el presente, y mediante distintas reorganizaciones visuales explorar un lugar marcado por los distintos tipos de migraciones. Un paisaje que en apariencia se presenta como una extensión de cientos de kilómetro de naturaleza virgen, y que la autora describe como “fabricado”. Un desierto deshabitado, gestionado y vigilado por el gobierno federal mediante numerosos puestos de controles policiales —duplicados en los últimos años, se extienden hasta más de 120 kilómetros al norte de la línea fronteriza real— torres de vigilancia, drones y helicópteros. “Aunque es bien sabido que la gente se desplaza y muere en el desierto, sus identidades se convierten casi en mitos. La falta de visibilidad coloca a las personas reales que intentan emigrar en una situación aterradoramente peligrosa”, asegura Shipley.

Son las huellas de los invisibles, los senderos escondidos de la historia y del presente que atraviesan el paisaje los que dan forma a este reflexivo testimonio, en el cual su autora nos recuerda “que no hay un camino recto hacía el futuro sino una línea que se retuerce, se arremolina, que gira sobre si misma, una y otra vez”.

bilateral

Bilateral

Samuel Gratacap
Poursuite
112 págínas. 35 euros.
Desire Lines

Desire Lines

Lara Shipley
Overlapse
208 páginas.37,5 euros

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