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‘La ventana inolvidable’, unos ojos, oídos y bocas en nuestras vidas

Menchu Gutiérrez hace un viaje metafórico a través de las ventanas, de las celosías de confesionario y las ventanillas del coche a las pantallas de móvil

Carretera en un día de lluvia vista a través de la ventanilla de un coche, en Brandeburgo (Alemania) en mayo de 2022.
Carretera en un día de lluvia vista a través de la ventanilla de un coche, en Brandeburgo (Alemania) en mayo de 2022.Patrick Pleul (picture alliance / Getty Images)

Del valor simbólico de las ventanas, hay abundantes testimonios en distintos periodos del arte y la literatura —¡y el cine!—, y ahora Menchu Gutiérrez nos ofrece su personal topoanálisis de este objeto-espacio que, “por constituir un agujero, expresa la idea de penetración, de posibilidad y de lontananza”, según escribe Juan Eduardo Cirlot en su Diccionario de símbolos. También un estado de conciencia.

Todos estos valores o significados —y muchos otros— afloran en la gavilla de impresiones, reflexiones, relatos, recuerdos o sueños que Menchu Gutiérrez destila en La ventana inolvidable, libro que en parte se rige por una azarosa cadena de asociaciones, generadoras de metáforas. Así, las que se establecen entre las ventanas y nuestros sentidos: la vista, el oído y el olfato. Las ventanas como ojos con los que mirar y ver o que nos miran y ven; narices que captan olores, agradables o pestilentes; oídos a través de los cuales nos llegan sonidos, ruidos y conversaciones, o al revés: “pequeñas y grandes historias que salen de las ventanas convertidas en bocas”.

La ubicación, el tamaño y las formas sirven para trazar una sugerente tipología que va desde los ventanucos a los grandes ventanales, pasando por semiventanas interiores que comunican entre sí dos cuartos separados. Todo este despliegue se enriquece al considerar algunos elementos adheridos a las ventanas como estores, láminas venecianas o contraventanas; también las gotas de lluvia que empañan los cristales o la iluminación, provenga de un candil o de una lámpara. Un grupo especial lo constituyen las ventanas de los distintos medios de transporte: “La ventanilla del avión no comunica el menor vértigo, o quizá solo transmita el vértigo de la irrealidad, un aturdimiento veloz”; la del tren “arrastra el paisaje, inclina los árboles por la velocidad que imprime a su paso, crea viento donde no lo había, y lleva su telegrama urgente en el buzón de la boca”; la del coche “entra y sale de un paisaje que no se deja contemplar, y, sin embargo, se acerca más al pie humano que trazó los caminos”.

Hoy a todos nosotros ya nos acompaña casi permanentemente la ventana-pantalla de un teléfono móvil o de un ordenador, desde la que analizamos el mundo o nos asomamos a él

También encontramos aquí la descripción y el análisis de algunas otras que aparecen más esporádicamente en nuestras vidas: la del confesionario con su celosía y las teselas de luz y sombra que proyecta o las pequeñas ventanas que se abren en un féretro. Hoy a todos nosotros ya nos acompaña casi permanentemente la ventana-pantalla de un teléfono móvil o de un ordenador, desde la que analizamos el mundo o nos asomamos a él.

Recuerdos, personales o ajenos, sueños, historias propias y extrañas, lecturas y otras referencias son parte de los materiales con que Menchu Gutiérrez construye este libro, que le valió el LIII Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro. Mas aunque se percibe en él un designio organizador de tan diversos contenidos —el inicio de este recordando la casa natal, y el final, que se cierra con otro recuerdo de infancia: las ventanitas del calendario de Adviento—, no estamos ante una novela. Tampoco es necesario etiquetarlo así para celebrar su calidad literaria.

Portada del libro 'La venta inolvidable', de Menchu Gutiérrez. EDITORIAL GALAXIA GUTENBERG

La ventana inolvidable 

Autora: Menchu Gutiérrez.


Editorial: Galaxia Gutenberg, 2022.


Formato: tapa blanda (184 páginas. 18 euros).

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