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Eduardo y Miguel, dos gemelos con una vida en plural

Ignacio Coló publica su primer fotolibro, una incursión en la vida de dos hermanos argentinos que no se han separado nunca. Su vínculo fraternal, duradero e indestructible, da sentido a su existencia

Ignacio Colo fotolibro
'Eduardo y Miguel nacieron el 1 de mayo de 1968. Su vida ha transcurrido fe forma conjunta desde entonces.' Eduardo y Miguel son dos hermanos de 49 años que viven y trabajan juntos en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.Ignacio Coló

En un principio, uno no tiene muy claro por donde abrir Eduardo & Miguel, un fotolibro bifronte que ofrece dos comienzos al lector. Qué más da por dónde empezar. Al fin y al cabo, los rostros que componen las cubiertas de la publicación se diría que son iguales, y la historia que encierra es la de un lazo indisoluble que se equilibra en ambos extremos y se afianzó hace 54 años; el 1 de mayo de 1968, el día que nacieron sus protagonistas, los gemelos Eduardo y Miguel Portnoy. Desde entonces nunca se han separado. No tienen padres, ni hermanos, tampoco pareja, ni descendencia, ni tan siquiera amigos. Pero no están solos. Se tienen el uno al otro. Su perdurable e indestructible vínculo fraternal da sentido a su existencia.

Eduardo & Miguel es el primer fotolibro de Ignacio Coló (Buenos Aires, 1980). Un íntimo y conmovedor fotoensayo que surge de forma fortuita: al final de una tarde de febrero en Buenos Aires cuando, detenido en un semáforo, el fotógrafo ve pasar por delante de su auto a dos seres idénticos. Agarrados del brazo se disponen a cruzar la calle. “Una imagen sorprendente, un instante mágico visualmente”, asegura al otro lado del teléfono el autor, que inmediatamente supo que quería retratarlos. Aparcó el coche y salió en su búsqueda, pero al girar la manzana la pareja ya había desaparecido. El dueño del quiosco más cercano le contó que eran hermanos, y pasaban a diario por allí. Coló dejó su tarjeta al quiosquero. Al día siguiente el fotógrafo recibió una llamada. Era Miguel, “el hermano gemelo de Eduardo”, apuntilló el interlocutor.

A lo largo de casi cuatro años, el fotógrafo fue retratando a los gemelos. Pasaba largas tardes con ellos en su pequeño apartamento del barrio bonaerense de Chacaritas, donde comparten habitación —como han hecho toda su vida— y de vez en cuando los acompañaba en sus salidas. El único hermano de los gemelos murió con tan solo doce años, fue un duro golpe existencial para toda la familia. Más tarde falleció su progenitor y en el 2010 lo hizo su madre. Sus tíos y primos tampoco viven. “Se tiene principalmente el uno al otro”, recalca Coló. “Ese es el corazón de esta historia; el amor fraternal”. Judíos y muy creyentes, por las mañanas van a rezar. Los viernes por la tarde se visten con traje y se ponen un moño, conservan la misma ropa desde hace décadas, pero para celebrar el Sabbat hay que ir bien vestido. Trabajan como administrativos en una empresa de marroquinería, los dos en el mismo lugar. “Sus sombras no se pisan; se acompañan, se necesitan”, escribe la psicoanalista Susana Kuras Mauer en un texto que se incluye en el libro. “La ternura que comparten entre ellos es tan fuerte y singular que resultó ser un pilar sobre el que dar forma al proyecto”, señala Coló. Un fotoensayo que resultó ganador de la primera edición del Star Photobook Dummy Award, una iniciativa de la Fundación Photographic Social Vision, en colaboración con las editoriales Phree, Ediciones Posibles y RM, que ha hecho posible la publicación.

Las distintas situaciones que se daban dentro de la rutina de los hermanos iban quedando registradas a través de la cámara del fotógrafo, pero en el interior de la vivienda de los Portnoy, un bajo donde la luz natural escasea, las fotos quedaban oscuras. “No transmitían lo que yo sentía, que era algo mucho más luminoso”, destaca Coló. Así, el fotógrafo decidió integrar un flash que dio paso al color blanco que envuelve toda la historia y se integra como un componente narrativo más. Como un fondo que, hacia la mitad del libro, donde las historias de los dos protagonistas convergen, se apodera de ambas figuras difuminando su identidad. “Desde el principio tuve claro que quería huir del naturalismo”, destaca el autor. “La historia está construida hasta cierto punto por tintes mágicos, y trabajar sobre el blanco me permitía hacer más hincapié en la pureza que me transmitían los protagonistas. A su vez acompañaba al sentido narrativo que iba tomando el relato”.

Eduardo y Miguel en su casa de Buenos Aires.
Eduardo y Miguel en su casa de Buenos Aires.Ignacio Coló

El diseño del libro juega un papel fundamental en la presentación de esta historia a dos voces, su formato contribuye ágilmente a la narración y la enriquece. Para ello el fotógrafo contó inicialmente con los consejos de las editora y comisaria japonesa Yumi Goto y más tarde con la colaboración del diseñador venezolano Ricardo Báez. Las dos cubiertas dan entrada de un lado a Eduardo y del otro a Miguel, hasta llegar a un punto de encuentro. Los retratos de Eduardo, en un extremo del libro, encuentran su réplica invertida en el contrario, en Miguel. Cada página está compuesta por dos hojas de papel, en ellas los objetos de los hermanos, los detalles de la casa y las fotos familiares se intercalan.

“Me parece que es Miguel, no estoy seguro”, escribe el mismísimo Eduardo sobre una de la imágenes que proceden del álbum familiar. Ambos tienen un collar con su nombre inscrito en plata. “Con el tiempo fui capaz de distinguirlos y ver sus particularidades”, asegura el fotógrafo. “Las diferencias entre ellos son muy sobrias y todavía en el primer momento dudo un poco, pero ya los voy identificando incluso en su tono de voz a través del teléfono. Eduardo es el mayor, nació diez minutos antes. “Es el más responsable, el más atento a las normas y el que va marcando el camino”, apunta el fotógrafo. “Miguel, como buen hermano menor, es más transgresor”.

Al pasar las páginas del libro uno no pude evitar pensar en Gemelas idénticas (1967), una de la fotografías más icónicas de Diane Arbus, en cuya obra asoma de forma recurrente el tema de la alteridad. Unas gemelas tan idénticas como distintas que la fotógrafa quiso mostrar juntas en su búsqueda de lo diferencial. Destacando sus similitudes en los detalles ornamentales y en la forma en que las niñas posaban frente a la cámara la artista revelaba tanto sus similitudes como exaltaba sus diferencias. De igual forma a medida que el lector se sumerge en Eduardo & Miguel confirma que la fotografía enseña más de aquello que uno percibe, y muestra diferencias allí donde nosotros solo vemos similitudes. A través de su naturaleza caprichosa nos adentra en ese mundo entre la realidad y la ficción que constituye el arte.

Eduardo & Miguel. Ignacio Coló. Phree. Ediciones Posibles. RM. 112 páginas. 35 euros.

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