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‘Balas para todas’, periodismo de guerra que no olvida a las mujeres

Seis reporteras de distintas nacionalidades revelan las dificultades para ejercer su oficio y apuntan nuevos enfoques en unas guerras que no preguntan por el género de las víctimas

Yihadismo
Una niña de Kazajistán enferma de cáncer es trasladada a un hospital de campaña en el campo de Al Hol, donde se concentran familias yidadistas del ISIS, al noreste de Siria en 2019.NATALIA SANCHA

La guerra se ha representado históricamente como un asunto de hombres. Así se ha narrado siempre: son hombres los que ocuparon antaño los libros de historia o los poemas épicos. Y son también ellos los que acaparan ahora las noticias de la prensa, la radio y la televisión. Y, sin embargo, la realidad es obstinada, la crueldad se reparte sin discriminación de género, por lo que quizá sea necesario cambiar el relato. Un libro de reciente publicación, Balas para todas (Larrad Ediciones, 2021) se hace eco de voces que llevan años intentando aportar esos nuevos enfoques. En concreto seis mujeres, seis profesionales que se han curtido en los conflictos de Oriente Medio y el Norte de África. Algunas como corresponsales extranjeras, otras como informadoras locales. Trabajando a veces indistintamente como periodistas, fotógrafas, fixers (apoyo logístico en el terreno), asesoras... Expertas que narran en las páginas de este ensayo sus experiencias reales para conformar puntos de vista nuevos que ayuden a entender mejor la complejidad de una guerra.

“En este libro, intentamos honrar a todas aquellas mujeres que han caído víctimas de las balas en las contiendas, pero también a aquellas que a su manera se han sublevado, han luchado o han tenido el valor de contar lo que allí ocurría. Porque, en la guerra, las balas no saben de género, son para todos, son para todas”, explica en la introducción del libro la coordinadora del volumen —también una de las autoras—, Natalia Sancha, corresponsal en Oriente Medio para EL PAÍS y afincada en Beirut (Libano) desde 2008, aunque desde verano pasado ha abierto un paréntesis para vivir en Bruselas, donde trabaja en el Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS).

Funeral de Lulú Awad, muerta a los 14 años por el fuego de morteros rebeldes sirios en Hermel (Líbano) en mayo de 2013.
Funeral de Lulú Awad, muerta a los 14 años por el fuego de morteros rebeldes sirios en Hermel (Líbano) en mayo de 2013.Natalia Sancha García

Sancha explica en las primeras páginas el concepto de “reporteras híbridas”, esencial para comprender el cambio de paradigma respecto a los corresponsales de guerra varones. Son reporteras híbridas porque se pueden adentrar en los confines del frente por ser periodistas extranjeras, a la vez que, por ser mujeres, acceden a espacios prohibidos a los hombres, como carpas de los campos de refugiados reservadas a féminas, hogares, fiestas, funerales... “Hemos logrado llevar a la opinión pública nuevos relatos por el mero hecho de ser mujeres”, comenta. Unos relatos sin los que la narrativa de los conflictos bélicos ha quedado necesariamente y demasiado a menudo incompleta, sobre todo en “una región patriarcal, machista y predominantemente musulmana donde existe un rol social predefinido para ellas”.

Se trata de un volumen a 12 manos escrito en origen en inglés, italiano y español que intenta abordar los múltiples enfoques de su trabajo a partir de ocho capítulos centrados, por ejemplo, en superar los problemas de informar en zonas patriarcales, en gestionar el miedo inherente a trabajar inmersas en una violencia sin límites, en lidiar con el síndrome de estrés postraumático (PTSD) que indefectiblemente a todas les ha alcanzado, en afrontar el acoso sexual... “Lo de hacerlo de forma coral”, explica Sancha, “era un experimento narrativo para tratar de hacer un ‘yo colectivo’ que representa a bastantes más mujeres que cubrimos la región y que por motivos de espacio no pude incluir”. Una distribución de los textos, con un relato sin firmar de cada una de las autoras en cada uno de esos capítulos, que quizá a veces dificulta un poco la identificación de cada narradora. Pero ha sido intencionado, en la búsqueda de ese “yo colectivo”, y es verdad que a medida que avanza la lectura, el lector se familiariza con las distintas voces y, ya sea por la zona geográfica de la que se habla, el tipo de conflicto o algún detalle personal de la protagonista, acaba por identificar a la escritora de cada texto.

Decenas de mujeres en la conmemoración chií de la Ashura, en el barrio de Dahie, un suburbio de Beirut feudo de Hezbollá, en 2017.
Decenas de mujeres en la conmemoración chií de la Ashura, en el barrio de Dahie, un suburbio de Beirut feudo de Hezbollá, en 2017.Natalia Sancha García

Así, emociona en uno de sus relatos la periodista independiente y productora audiovisual Khabat Abbas (Siria, 1987) —bregada en la guerra que desde marzo de 2011 ha asolado su propio país y haciéndolo desde la difícil posición de pertenecer a la minoría kurda—, cuando es capaz de empatizar con el sufrimiento de las “esposas del ISIS” a pesar de que los yihadistas del grupo terrorista fueron los que tiempo atrás habían asesinado a su hermano pequeño Zana, de 16 años, perteneciente a las milicias kurdas que protegían en la región de Rojana a los pueblos locales y a los refugiados yazidíes que huían de los fundamentalistas desde Irak a Siria.

También impregna de sentimientos sus textos la propia Sancha al hablar de “insomnio, ansiedad, agresividad y reclusión” cuando la asaltan todas las muertes que han permanecido enterradas en su memoria o cuando habla de “las nadies”, las mujeres que quedan olvidadas y a merced de los vaivenes de las líneas de frente porque ni siquiera pueden permitirse el lujo de huir, o al describir el abandono que sufren los niños abandonados (también por España), demonizados como las “semillas del ISIS”, por ser hijos de yihadistas a menudo fruto de matrimonios forzados.

Nancy Porsia (Italia, 1981), periodista y consultora de investigación que vivió cuatro años en Libia, con experiencia en la guerra civil de aquel país y en los flujos migratorios de esa zona del Magreb y del Cuerno de África, se queja del trato machista que sufre hasta por parte de los propios militares italianos. Y también narra la noche que aceptó compartir dormitorio con Um Hanadi, conocida por decapitar a combatientes del Estado Islámico y hervir las cabezas en una olla, ya que ese era quizá el lugar más seguro de la zona.

Un partidario de los Hermanos Musulmanes herido en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad egipcias, en enero de 2014 en El Cairo.
Un partidario de los Hermanos Musulmanes herido en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad egipcias, en enero de 2014 en El Cairo.Eman Helal

Entre los textos de Eman Helal (Arabia Saudí, 1985), fotógrafa egipcia independiente actualmente con base en Alemania que ha realizado trabajos en Oriente Medio, África y Estados Unidos, destacan los que hablan de las violaciones y abusos sexuales que padecieron hace una década las mujeres que se manifestaban contra la realidad de una sociedad permisiva con los abusos en la plaza de Tahrir de El Cairo, o cuando habla del acoso que ella y otras compañeras han padecido en sus propios lugares de trabajo.

La completa panorámica que se hace en Balas para todas de un oficio que las mujeres han sabido abordar con la misma o mayor valentía y rigor que sus compañeros, la completan con sus relatos Maya Gebeily (Estados Unidos, 1992), reportera ahora afincada en Líbano que ha cubierto las contiendas de Siria e Iraq, donde por ejemplo narra la masacre de estudiantes en Bagdad durante la Revolución de Octubre de 2019; y Catalina Gómez Ángel (Colombia, 1972), freelance con base en Irán y experiencia en los conflictos que van desde Egipto hasta Afganistán, pasando por Siria, Turquía o Irak, que se lamenta del fracaso de las primaveras árabes, un fracaso que atribuye, en una lúcida frase, a “cómo las revoluciones pueden ser fácilmente secuestradas por otros”, por ejemplo por grupos armados o facciones religiosas.

El libro huye de ser una letanía de batallitas y evita incurrir en el yoísmo heroico y superfluo, tal y como asegura la veterana periodista Rosa María Calaf, que prologa el libro y da las claves de por qué es importante su lectura, y no solo para estudiantes de periodismo, a la hora de entender la profesión hoy en día. “En general, la primera batalla para todas es en la redacción, y para muchas, además, empieza en casa”, se lamenta Calaf, en referencia a la dificultad que representa para una mujer tomar la decisión de ser reportera en un conflicto. Y asegura que lo de estas periodistas “no va de ‘rambismo’ y demostración de valentía”, tampoco “va de mansedumbre ni de reverencia ante los poderes económicos, políticos y mediáticos en perversa promiscuidad”. Lo “suyo” va, en definitiva, “de rescatar del olvido la resistencia, la determinación, la dignidad, el trabajo de tantas mujeres en todo el mundo, decididas a escapar del patrón patriarcal que las oprime, amenaza su futuro y lastra el de la comunidad”.

portada libro 'Balas para todas. Seis mujeres periodistas en Oriente Medio y el Magreb'. LARRAD EDICIONES

Balas para todas

Autoras: Khabat Abbas, Eman Helal, Maya Gebeily, Catalina Gómez Ángel, Nancy Porsia y Natalia Sancha.


Coordinación: Natalia Sancha.


Traducción: María del Carmen Moreno Paz y Cristina Rodríguez Faneca.


Editorial: Larrad Ediciones, 2021.


Formato: tapa blanda (432 páginas, 22,50 euros).


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