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Fernando Fernán Gómez, el creador total

José Sacristán, Manuel Gutiérrez Aragón, David Trueba y su nieta y depositaria de su legado Helena de Llanos recuerdan “al gran tímido”

Fernando Fernán Gómez durante un descanso del rodaje de 'Mia Sarah', de Gustavo Ron, en marzo de 2006.
Fernando Fernán Gómez durante un descanso del rodaje de 'Mia Sarah', de Gustavo Ron, en marzo de 2006.JOSE HARO (AFP)
Gregorio Belinchón

“Fernando ha sido mi fijación. Siempre he ido diciendo que estaba en primero de Fernán Gómez”. Palabra de José Sacristán, el heredero de esa voz profunda y rota en el cine y el teatro español. “Era un seductor dialéctico”, dice Manuel Gutiérrez Aragón, el director le dirigió en cuatro enormes películas. “Fue un gran tímido”, asegura David Trueba, amigo de sobremesas y, junto a Luis Alegre, responsable de la última aparición del artista en una pantalla, el documental La silla de Fernando (2006). “Un abuelo maravillosamente raro, siempre lúdico”, incide su nieta Helena de Llanos, albacea de su legado y del de Emma Cohen.

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Para diciembre, Sacristán, producido por la Filmoteca Española (que le está dedicando un ciclo exhaustivo), prepara una dramatización de algunos textos de Fernán Gómez sobre su infancia. Ese acto se sumará a las reediciones de sus memorias El tiempo amarillo (Capitán Swing) y de su novela La Puerta del Sol, de la publicación por primera vez en libro —en octubre— de su Diario de Cinecittà (Altamarea Ediciones), de la edición del segundo volumen de inéditos (cuatro, dos de ellos de literatura dramática) coordinado por De Llanos y Manuel Barrera Benítez en Galaxia Gutenberg, del lanzamiento de nuevos materiales que acompañan a sus películas en la web FlixOlé, de la antología El libro de Fernando Fernán Gómez por Blackie Books… “El centenario arranca el 28 de agosto y tenemos todo un año para celebrar a Fernando”, resume su nieta.

De Llanos, que vive y custodia la casa de la calle de la Luna en Algete, la residencia de Fernán Gómez y Cohen, prepara a su vez el estreno del filme Viaje a alguna parte. “No es un documental, porque mi tratamiento cinematográfico hibrida ficción y realidad. A partir de sus trabajos y de su forma de estar en el mundo rescato de forma onírica su espíritu”, explica. Para la cineasta e investigadora, “ambos lucharon por hacer lo que querían como artistas polifacéticos; es que nunca pararon de crear”. Aquella casa aún alberga mucho material por investigar. “He hecho un primer inventario, tras cinco años; sobre todo hay inéditos de Emma, más complicada de publicar”, analiza. “Los de Fernando ya los estamos publicando; quedan guiones y textos fragmentarios”. En marzo de 2022, en el CDN, De Llanos representará la obra Un viaje a la luna, que desarrolla “parcelas de su obra entre filológico y sentimental” desde la conferencia performática que dio en una charla TED en 2018. Y de su abuelo rescata un recuerdo sensorial: “Su olor. Nunca lo olvidaré. De pequeña pensé que así olían los pelirrojos. Con el tiempo descubrí que le pertenecía solo a él”. Y como creador, le define como “total”. “A mí me impresiona tanto en variedad como en cantidad. Hablamos de alguien que también le gustaba vivir, estar con sus amigos. Es un ejemplo de que se puede hacer de todo”, recuerda, que también destaca que Fernán Gómez dibujaba muy bien, como confirman los storyboards de sus películas.

Sacristán rechazó una obra de teatro propuesta por Fernán Gómez, porque no soportaba las dos funciones diarias. “Yo tenía el cine y él me dijo: ‘Te entiendo perfectamente, cada vez que salgo de casa cuando yo actúo miro a ver si hay una columna de humo desde el teatro, a ver si se ha quemado y yo no tengo que ir”, recuerda el actor. Sacristán y Fernán Gómez trabajaron juntos en el cine como compañeros de reparto; incluso también con uno delante de la cámara otro detrás y viceversa. Su relación profesional arrancó en 1970, con ‘Pierna creciente, falda menguante’. “Y desde entonces fue un hombre imprescindible”, recuerda. De él aprendió a “cómo ser actor en un país como España, a encajar, esquivar, no caer en lo patético, en respetar el día a día”… Para resumirlo cuenta una anécdota: “Aparece un día su representante, José María Gavilán, y le cuenta qué película va a hacer después, el reparto, el sueldo, las dietas, que comparte la caravana con no sé quién… Fernando entra en cólera, se caga en sus compañeros, en el poco dinero. ‘Haremos la otra’, suelta al final. Y Gavilán le responde: ‘¿Qué otra película?’. ‘Cómo, ¿no hay otra? Pues habrá que hacer esta’, remata Fernando, que sabía muy bien que solo existía una propuesta. Eso yo lo aprendí de él. A su lado tenías que ser mejor, no cabía la impostura”. Y adjetiva para su amistad: “Fue un disfrute estar a su lado”.

José Sacristán y Fernando Fernán Gómez en 'El viaje a ninguna parte'.
José Sacristán y Fernando Fernán Gómez en 'El viaje a ninguna parte'.

Manuel Gutiérrez Aragón le dirigió en cuatro ocasiones. Pero entró en su vida desde crío. “Yo recuerdo ir al cine a ver Balarrasa y El sistema Pelegrín… Diría que a Fernando es al actor al que en España más se le han perdonado las películas malas que hizo. Siempre fue buen intérprete, estuviera donde estuviera”. El cineasta, escritor y académico de la RAE, como Fernán Gómez, recuerda: “Yo redacté algunos guiones pensando ya en Fernando. Y cuando él dejó de actuar, pues yo dejé de escribirlos”. Como Maravillas, su primera colaboración. “Como actor era curioso. Se negaba a crear con el director, a colaborar. Él decía: ‘A mí, lo que me manden’. Hay una historia cierta sobre su disciplina… Una vez en los años cincuenta le pidieron que se tirara al agua, lo hizo, y lo tuvieron que sacar corriendo porque no sabía nadar. Ni había avisado. En general, mantenía las distancias con el director, porque sencillamente se sentía su instrumento”.

Como persona, Gutiérrez Aragón recuerda a un “hombre muy culto”. “Cenábamos mucho juntos, y poseía una conversación atractiva”, explica. “Recuerdo un año en la Berlinale, en el hotel Kempinski, Fernando tirado en la alfombra del bar y la gente a su alrededor agrupada escuchándole. Poseía un gran atractivo verbal, que chocaba con su percepción de sí mismo de que era feo. Todo un seductor dialéctico”. Y muy timorato a la hora de alardear de su creación: “No le gustaba hablar de ello. Yo iba al teatro solo a verle, meses después le recordabas la obra y siempre te respondía: ‘Que desastre fue aquello, qué desastre’. La mayor verdad que dijo sobre sí mismo la escribió en Triunfo y se la espetó una pareja por su mala vida: ‘Tú no te preocupes, ninguna mujer te puede destruir porque tú ya estás destruido’. Con esa defensa iba por la vida”. A lo que Gutiérrez Aragón ahora replica: “Fue un creador total y excepcional”. Gutiérrez Aragón es el tercer cineasta que ha sido académico de la RAE tras Fernán Gómez y José Luis Borau. “No hay traslado de testigo, cuidado. A él le gustaba mucho ir, aunque le daba mucha timidez. Por eso le pedía a Muñoz Molina que le acompañara. Tampoco le atraía hablar en público, él, con ese timbre y esa oratoria… Lo hacía a veces sentado porque así no se notaba que le temblaban las piernas”. Y remata: “En septiembre en la RAE tendremos un acto sobre él”.

Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen en un ensayo de 'Del rey Ordás y su infancia', en 1983.
Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen en un ensayo de 'Del rey Ordás y su infancia', en 1983.BERNARDO PÉREZ

A sus cenas de Nochevieja acudían muchos de sus amigos. En una de ellas le conoció David Trueba. “Juan Diego nos arrastró a Luis Alegre y a mí y a la casa de Fernando, y nos presentó como dos pobres indigentes a los que había encontrado en el metro cantando. Nos arrancamos con una copla, y después Fernán Gómez me sentó a su lado y me reconoció: ‘¡Eres el hermano de Fernando!”, rememora el director de La silla de Fernando. “Le convencimos para hacer el documental contándole que iba a ser una conversación. Nos respondió que eso no iba a interesar a nadie, no como en Italia, que se veneraba a Gassman y a De Sica, y lo bautizó como ‘el experimento”, recuerda. Así habló “como si fuera un accidente, de cómo sobrevivir en aquella España, de su profesión, de la vida”.

Trueba incide en su capacidad para hacer de todo: “Fíjate que en la tertulia del café Gijón en la que entró y participó fue en la de los poetas, no en la de los actores, y charlaba con Gerardo Diego, con José García Nieto... Les admiraba profundamente. El Fernando actor ha eclipsado al Fernando escritor y casi incluso al genial Fernando director”. De él Trueba rescata muchas sobremesas de risas: “Le costaba arrancar las charlas. Si alguien se acercaba a él desde la admiración, se cerraba como una concha. Era un gran tímido y por eso fue actor, porque es la única profesión en la que sabes qué te va a contestar el otro”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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