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El Senado en pleno rechaza la propuesta de Petro de una Asamblea Constituyente

Congresistas de bancadas opositoras, independientes e incluso oficialistas expresan sus reparos en la primera sesión tras el anuncio del presidente

Iván Name en el Senado de Colombia
Iván Name habla durante la sesión plenaria del Senado, en Bogotá, el 18 de marzo de 2024.SENADO DE LA REPÚBLICA
Juan Miguel Hernández Bonilla

El Senado de Colombia ha rechazado casi por unanimidad la idea de una asamblea nacional constituyente propuesta por el presidente Gustavo Petro el pasado viernes durante un discurso en Cali. En la tarde de este lunes, en medio de la plenaria en la que se tenía planeado discutir las ponencias sobre la propuesta presidencial de reformar el sistema de pensiones, congresistas de distintos partidos usaron la palabra para rechazar la posibilidad de cambiar la Constitución de 1991. Senadores de los opositores Centro Democrático y Cambio Radical, de las bancadas independientes de los partidos Liberal, Conservador y La U, e incluso algunos de la Alianza Verde y el oficialista Pacto Histórico expresaron la inconveniencia, el riesgo y la poca necesidad de una Constituyente. Ninguno habló de las pensiones. El debate sobre una de las reformas bandera del Gobierno se volvió a aplazar por falta de cuórum.

El presidente del Senado, Iván Name, uno de los críticos más fuertes de Petro, dijo que la propuesta de la Constituyente era una “amenaza a la democracia y al Congreso”. El senador del partido Verde ha insistido en que el Congreso no tiene la obligación de aprobar las reformas tal como el Gobierno las presenta. Esta vez pidió al presidente que usara las instituciones para tramitar la Constituyente, y no los cabildos y los comités populares, como sugirió Petro en una entrevista este lunes en El Tiempo. “Presidente, traiga aquí la ley que convocaría a una Asamblea Nacional Constituyente, como es el mandato constitucional, no se invente caminos que no aceptamos. No envilezca la democracia”, dijo en tono amenazante. Name concluyó su intervención con una advertencia: “Las armas de nuestras fuerzas son de la Nación, no de un Gobierno; por si acaso están pensando en el ruido de los sables”.

Horas más tarde, el presidente le respondió en un discurso desde Montería: “El presidente del Congreso no tiene por qué temer a las armas de la nación, porque ahora yo soy el comandante y jefe. Las armas de la nación nunca van a apuntar al pueblo, tampoco al Congreso”, dijo Petro en medio de aplausos. Insistió en su idea de que las tres ramas del poder público, ejecutivo, legislativo y judicial, deben estar subordinadas al poder primario, “al poder del pueblo”. Esa convicción, reiterada en las últimas intervenciones de Petro, es su base para proponer la Constituyente. “Llegaré hasta donde el pueblo me lo permita”, ha dicho el presidente varias veces. Aunque suena paradójico, ha insistido en que con el proceso constituyente busca profundizar los derechos ya consignados en la Constitución; y ha aclarado que no tiene como objetivo permitir su reelección ni cambiar el periodo presidencial.

En la plenaria del Senado, el senador de la Alianza Verde Humberto de la Calle, uno de los artífices de la Constitución del 91 e independiente frente al Ejecutivo, también cuestionó la propuesta. “Lo que dijo el presidente en Cali fue que si el Congreso no le funciona, entonces cambia las reglas del juego. Eso viola la esencia del Estado social de derecho”. De la Calle también criticó la tesis de que el constituyente primario manda al presidente, al Congreso y a las cortes. “Pone en riesgo el equilibro natural de la multiplicidad de poderes de la democracia”, dijo el senador, que ha acompañado al Gobierno en varias iniciativas en el Legislativo. “Lamento el discurso del presidente. Lamento que se plantee un remplazo de la Constitución por el régimen callejero permanente”. El senador reiteró la invitación de Name a que Petro tramite su proyecto por las vías institucionales y terminó con una pregunta que parece lógica: ¿si todo ya está en la Constitución por qué volver a decirlo?

De la Calle se refería, en concreto, a una intervención previa de la senadora del Pacto Histórico, María José Pizarro, quien afirmó que no buscan cambiar la Constitución, sino ayudarla a cumplir. “Cuando hablamos del proceso constituyente, no es para cambiar la Constitución del 91, no es para la reelección, tampoco para la extensión del periodo presidencial. Buscamos que se cumpla lo pactado en el 91 y avanzar en un Acuerdo Nacional: garantizar los derechos básicos de la gente carcomidos por la corrupción, la captura de los derechos de la gente por el establecimiento y la guerra”.

Aunque no lo dijo de forma explícita, las palabras de Pizarro, igual que las de sus colegas de bancada Iván Cepeda y Wilson Arias, dejan claro que a los alfiles del Gobierno en el Senado, una Constituyente no les entusiasma tanto como al presidente. Cepeda, por ejemplo, insistió en la necesidad de un gran acuerdo nacional entre diferentes, que no pasa necesariamente por la convocatoria propuesta por el presidente. “¿De qué forma logramos ese acuerdo? Una Constituyente, unos acuerdos de paz, un pacto que no requiera esa figura jurídica, puede ser todo eso o una de esas vías. Se trata de ensayarlo, de buscarlo”. Este martes, vía X, insistió en su idea, esta vez sin mencionar siquiera una Constituyente: “que en 2026 se logre constituir un gobierno multipartidista y de concertación nacional que saque adelante los cambios y soluciones que requieren los problemas estructurales de la sociedad”.

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Arias, por su parte, reconoció que se ha declarado “escéptico” frente a la Constituyente, “a veces por la prédica de su convocatoria, que parece pequeña, a veces por la correlación de fuerzas. Si hubiera alguna razón para hacerla, sería por la captura corporativa del Estado”. El senador Inti Asprilla, uno de los más cercanos a Petro, fue más directo aún. “El presidente y yo tenemos una diferencia frente a los métodos. Ambos queremos que haya reformas en lo inmediato, pero él piensa que en este Congreso no se puede hacer nada, ni siquiera con los aliados. Yo por el momento ratifico que no estoy de acuerdo con un llamado inmediato a una Constituyente”.

La propuesta del presidente ha enrarecido el debate en el Congreso. Si antes del viernes las tres grandes reformas enfrentaban un panorama complejo, con la de la salud prácticamente muerta y la de pensiones con un margen estrecho para avanzar, ahora la aprobación de las tres parece improbable. Mauricio Gómez Amín, senador del partido Liberal, inició su intervención con una pregunta reiterada en varios grupos políticos, que deja explícito un temor común a los legisladores por la idea de una Constituyente: “¿A quién le creemos, al ministro Velasco que dice que quiere buscar consensos con nosotros o al presidente de la República que quiere revocar este Congreso?”. Si bien Petro no ha hablado de esa propuesta, la Constituyente que redactó la Constitución de 1991 se arrogó el derecho de revocar al Congreso elegido en 1990 e incluso prohibió a sus miembros participar en las elecciones para elegir un nuevo Legislativo, que se realizaron en 1991, bajo las nuevas reglas constitucionales.

El senador Gómez Amín recordó que fue la Constitución de 1991 la que permitió que Petro comenzara su carrera en la política, fuera senador, alcalde de Bogotá y ahora presidente. “Como ahora esta Constitución no le sirve al presidente Petro entonces dice que hay que cambiarla”. En esa crítica coincide el conservador Efraín Cepeda. “El presidente no puede decir que le gusta lo que pasó en la Cámara de Representantes con la reforma a la salud y no lo que pasa en el Senado (...) y por eso convocar a una Constituyente”. Se refiere a que archivar la reforma, lo que ocurrirá si los senadores de la Comisión Séptima mantienen su palabra, es una decisión legítima y democrática. “No se puede saltar al Congreso”. Cepeda recordó los pasos jurídicos que se necesitarían para convocar a una Constituyente. “Lo primero es presentar un proyecto de ley ordinario que dará cuatro debates, dos en Senado, y dos en la Cámara. Luego un referendo, donde debe obtener la tercera parte del censo electoral, más de 13 millones de votos, y luego la elección de los constituyentes. Es un camino largo y supremamente costoso”, concluyó el presidente del histórico partido de derecha.

David Luna, líder de Cambo Radical, cuestionó el hecho de que durante varias campañas Petro hubiera prometido que no convocaría una Constituyente. “Esa Constitución es la madre de las libertades, la madre de los derechos fundamentales y sociales. Resulta curioso que cuando ya no le sirve, ahora pretenda promover una asamblea para modificarla. De eso no se trata la democracia. Se trata de aceptar las reglas de juego. Usted en campaña prometió en piedra que no la iba a modificar”. Luna reiteró su interés en construir el acuerdo nacional que propone Iván Cepeda, sin pasar por una Constituyente. Miguel Uribe, del Centro Democrático, recordó que el Congreso también representa el poder del pueblo del que habla Petro. “Acá sacamos 18 millones de votos, el presidente sacó 11”, recordó, e insistió en que para resolver los problemas históricos del país no se necesita “cambiar la Constitución, sino gobernar”. Propuso que todos los partidos, excepto el oficialista Pacto Histórico, firmaran una declaración conjunta para rechazar la Constituyente. ”La democracia está bajo amenaza”.

En la misma sesión en la que se presentó el aluvión de críticas, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quien fue congresista durante más de dos décadas por el Partido Liberal, buscó bajar el tono de la iniciativa presidencial. Dijo que la Constituyente no es una amenaza, sino una propuesta que tiene que pasar por el Legislativo. E hizo dos preguntas que dejan ver que no cree que sea el momento para Constituyente. “¿Es la más conveniente para el país?, ¿está bloqueado el sistema político? Yo creo que no, creo que en este Congreso todavía hay margen para hacer un acuerdo nacional, creo que nos ha faltado hablar”, dijo a la plenaria.

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Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.
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