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El canciller de la paz total, contra las cuerdas por la polémica de los pasaportes

Álvaro Leyva ha contado con el apoyo del presidente Petro en las controversias que acumula su gestión

Álvaro Leyva
El canciller de Colombia, Álvaro Leyva, en una rueda de prensa en Bogotá, el pasado 27 de abril.Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)
Santiago Torrado

Álvaro Leyva Durán suele presentarse como ministro de Relaciones Exteriores y Paz de Colombia. El canciller, con 81 años la figura más veterana en el gabinete de Gustavo Petro, ha superado sin mayores sobresaltos las sacudidas ministeriales a lo largo del año y medio de Gobierno, a pesar de que lo ha perseguido la controversia. Esta semana quedó una vez más contra las cuerdas después de su agrio y público desencuentro con la dimitida directora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, Martha Lucía Zamora. Los dos funcionarios acabaron duramente enfrentados en los pasillos de la propia Casa de Nariño por la enrevesada saga de la millonaria licitación para otorgar un contrato para la elaboración de pasaportes.

“Usted no cuida al presidente”, increpó Leyva a Zamora, según la reconstrucción que publicó el pasado viernes el periodista Daniel Coronell en W Radio. El encontronazo se enmarca en el proceso legal contra el Estado por parte de la firma Thomas Greg & Sons por esa licitación. “A mí qué me importa que condenen al Estado. Con lo que se demora un proceso en Colombia”, dijo el canciller a los gritos, siempre según el relato de Coronell –Leyva ha negado haberle gritado–. “Notifíqueme en la tumba, cuando salga el resultado de ese pleito ya voy a estar muerto”, remató.

En ese pulso, el presidente tomó partido por Leyva y dejó caer a Zamora, que se marchó este lunes aplaudida por sus funcionarios. “No hubo gritos del canciller, ni permito que una institución pública se utilice para defender intereses privados”, llegó a escribir Petro en X, su canal de comunicación predilecto. Pero en el camino ha surgido una nueva denuncia que salpica al jefe de la diplomacia colombiana. En una entrevista este lunes con Coronell, la funcionaría mencionó una presunta reunión en un hotel de París –hasta ahora desconocida– entre funcionarios e interesados en esa licitación a la que asistió el hijo del canciller, Jorge Leyva. El señalado aceptó haberse encontrado con funcionarios de la Cancillería en Francia, pero negó cualquier irregularidad. “Quien quiera hacer una acusación de algo ilegal puede hacerla, pero debe probarla”, le dijo a W Radio.

El ministro de Relaciones Exteriores no está anteponiendo los intereses de la nación, se lamenta el analista Sergio Guzmán, de la consultora Colombia Risk Analysis. “Me parece grave que diga, así sea ligeramente, que él se va a morir antes de que el pleito sea resuelto y que entonces lo que importa es proteger al presidente”, señala. “Está actuando como un alfil del presidente y no como un representante del Estado colombiano ante el mundo”, valora.

Desde el primer momento, el presidente Petro ha puesto la diplomacia colombiana al servicio de su proyecto de paz total, con el que se propone dialogar en simultáneo con múltiples grupos armados. “Colombia aportará al mundo todo su esfuerzo para superar la crisis climática y del mundo esperamos todo el esfuerzo para superar nuestra violencia endémica”, señaló el mandatario cuando anunció que Leyva sería su canciller, antes incluso de posesionarse. El nuevo jefe de la diplomacia consiguió casi de inmediato restablecer las relaciones con el Gobierno chavista de Venezuela, completamente rotas desde 2019, y enderezarlas con Cuba, muy maltrechas ante la hostilidad diplomática que caracterizó el periodo de Iván Duque. Tanto Caracas como La Habana son clave para la mesa con la guerrilla del ELN y han sido sede de esos diálogos. Fueron logros tempranos.

La gestión del canciller, sin embargo, ha sido muy criticada por privilegiar esa agenda de negociaciones con grupos armados por encima de otros intereses diplomáticos de Colombia. También acusa el desgaste de varias salidas en falso –como la rectificación de los acercamientos fallidos con el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua o unas declaraciones en las que habló del “departamento de Panamá”– así como los nombramientos de políticos cuestionados en misiones diplomáticas. Pero, por encima de todo, la Cancillería colombiana ha tropezado una y otra vez con los mensajes que publica el presidente Petro en sus redes sociales. Sus posturas con respecto a la guerra entre Israel y Hamás, con recurrentes comparaciones con la Alemania nazi, en particular, han puesto a sus funcionarios a hacer malabares.

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“El canciller identificó muy pronto que la política exterior de este Gobierno no la fija la Cancillería, sino que la fija el presidente en sus redes sociales”, señala el analista Guzmán. Leyva, añade a manera de balance, ha tomado posiciones muy poco institucionales, que van en detrimento de la Cancillería, pero en favor de su propia posición dentro del Gobierno.

Es un momento delicado en el que ningún miembro del gabinete es imprescindible, menos después de la salida del alto comisionado de Paz, Danilo Rueda. Petro, abierto de nuevo a un gran acuerdo nacional después de las elecciones locales de octubre, quiere resultados en el corto plazo que saquen del letargo a su Gobierno. En el año y medio que lleva en el poder, ya ha tenido dos grandes crisis de gabinete, y otros relevos a cuentagotas. Al presidente le precede la reputación de cortar cabezas cuando se impacienta desde su época como alcalde de Bogotá, entre 2012 y 2015. En total, ya suma una treintena de ministros, y solo se mantienen 7 de los 18 originales. Entre ellos, Leyva en la Cancillería. Es uno de los pocos sobrevivientes que han superado cada una de esas sacudidas. De momento, ha sabido ganarse la confianza presidencial a pesar de las turbulencias.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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