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Gustavo Petro, un presidente en busca de partido

El Pacto Histórico, la variopinta coalición de izquierdas que lo llevó al poder, enfrenta el reto de fusionarse en un solo partido o exponerse a desaparecer

Gustavo Petro recibe banda presidencial
El presidente Gustavo Petro recibe la banda presidencial de la senadora María José Pizarro, y del presidente del Congreso, Roy Barreras, durante la ceremonia de Investidura, el 7 de agosto de 2022 en la Plaza Bolívar de Bogotá.Mauricio Dueñas Castañeda (efe)
Santiago Torrado

Gustavo Petro ha sido, en muchos momentos, un político sin partido. Después de militar en la Alianza Democrática M-19, heredera de la guerrilla a la que perteneció en su juventud, trasegó como congresista, alcalde de Bogotá y candidato presidencial por un puñado de partidos y movimientos –Vía Alterna, Polo Democrático Alternativo, Progresistas o Colombia Humana–. El primer presidente de izquierdas de la Colombia contemporánea llegó a la Casa de Nariño hace un año y medio de la mano del Pacto Histórico, una variopinta coalición de fuerzas progresistas que no es en el sentido más formal un partido político. Esa alianza, y la propia bancada de Gobierno, ahora se enfrenta a una crisis existencial en el (todavía) largo camino a las próximas elecciones.

El pobre resultado del oficialismo en los comicios regionales de octubre, que dejaron en evidencia las fisuras de la coalición, ha precipitado el debate. “Mi propuesta es que el Pacto Histórico que ha elegido 1.083 concejales y 39 diputados en el país se configure en un solo partido político”, escribió el propio Petro este miércoles en X, su canal de comunicación favorito, en respuesta a un mensaje que planteaba la necesidad de relanzar la idea de un Frente Amplio. “Conjuntamente con otros partidos y fuerzas entre las que destaco al partido Verde, al Liberal y a los sectores social cristianos, a las fuerzas sociales, étnicas y populares del país”, escribió el mandatario, el partido surgido del Pacto Histórico podría configurar ese Frente Amplio para defender el actual Gobierno “y avanzar hacia el gran triunfo en Congreso y Presidencia en el año 2026″.

Más allá de las menciones de la Alianza Verde y el Partido Liberal –socios del Gobierno que contemplan la posibilidad de declararse en independencia–, el presidente se decanta inequívocamente en su mensaje por el llamado que ya han hecho varias de las voces más visibles del Pacto Histórico, como la senadora María José Pizarro, el representante David Racero o Gustavo Bolívar, que quedó tercero en su fallida aspiración a la Alcaldía de Bogotá. “Ante el rotundo fracaso en la entrega de avales por parte del Pacto Histórico y sus partidos, o se unifican las personerías jurídicas en una sola y se definen mecanismos democráticos para escoger candidatos, o desaparecemos”, alertaba Bolívar en julio. “Difícil poner de acuerdo 13 partidos, 51 congresistas y dirigentes nacionales y regionales”, se lamentaba desde entonces, meses antes de su derrota en las urnas.

La senadora Pizarro, muy cercana a Petro, al punto de que fue la encargada de ponerle la banda presidencial en la ceremonia de posesión, ha asumido el liderazgo en ese debate. “Si algo nos demostraron las elecciones de octubre, es que separados es mucho, muchísimo más difícil avanzar”, señala. El Pacto Histórico venía de ser la fuerza más votada al Congreso, en un resultado inédito para la izquierda, y de catapultar a Petro al poder. Pizarro admite que hay una tarea pendiente para recomponer la moral y trabajar en torno a la cohesión de las fuerzas progresistas para sacar adelante las reformas que se proponen y consolidar los avances de las izquierdas –que tradicionalmente se han caracterizado por su tendencia a la fragmentación–. “En unidad, nosotros hemos logrado mayores éxitos que en la dispersión”, enfatiza a EL PAÍS. “La izquierda, el progresismo, debería ser un bloque cohesionado, unido, con fuerza al interior del Frente Amplio. Ese es el rumbo que hemos propuesto”.

A esa reflexión se suma una realidad jurídica, atravesada por las normas para los partidos y los umbrales electorales necesarios en Colombia para mantener la personería jurídica por separado (el 3% de los votos válidos). El Pacto Histórico no puede volver a coaligarse después de haber obtenido en su conjunto más del 15% de los votos válidos en las últimas elecciones (rozó el 20%). Para Pizarro, el escenario se reduce a dos opciones: “Que cada uno de los 13 partidos vaya por separado, mermar la representación de las izquierdas y arriesgar la personería jurídica de todos; o fusionarnos en un solo partido”, con mecanismos robustos y sólidos de democracia interna. “Tenemos que preguntarnos si queremos seguir siendo una fuerza mayoritaria, o por lo menos amplia, en el Congreso de la República, o fuerzas marginales como éramos en el pasado”.

Lo que mantiene unido al Pacto Histórico es Petro, señala el analista Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario. “Evidentemente, terminado el periodo de Petro es muy difícil que todas estas fuerzas se mantengan juntas, porque si no tienen el objetivo común de apoyar a este Gobierno probablemente se van a dividir sobre muchísimas cuestiones”, apunta. Lo único que las podría mantener unidas a pesar de sí mismas, razona, es la perspectiva de perder la personería jurídica si no se la juegan por una fusión. “La izquierda colombiana es reacia a la organización, y ahora se les vuelve una cuestión de vida o muerte”, concluye.

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Los mayores reparos vienen de partidos pequeños que temen acabar diluidos. Algunos de los socios, como el Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS, o la Fuerza de la Paz, el partido de Roy Barreras, ya se han mostrado en contra de la idea. La discusión, además, se ha visto enrarecida por los riesgo que dejan los vacíos jurídicos en torno a las coaliciones, una figura que no ha acabado de ser reglamentada, como ilustró la nulidad en la elección de dos senadores del Pacto –César Pachón y Alexander López– por incurrir en doble militancia debido a que en la campaña de 2022 apoyaron a candidatos que no eran de su propio partido.

“Entendemos las dinámicas propias de cada partido, las reticencias, las características identitarias, entendemos que no es una decisión fácil”, plantea la senadora Pizarro, que califica esa confluencia de fuerzas como “un proceso de cocción a fuego lento”, con desafíos que requieren diálogo y esfuerzo. “Lo más importante es que ha suscitado debate”, apunta sobre la propuesta de unirse. “Si no tomamos las decisiones más acertadas, si no estamos a la altura de los tiempos, sencillamente vamos a retroceder en lo que tanto nos costó ganar”, concluye.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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