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Condenado a la horca un hombre clave de Sadam

Tarek Aziz fue el portavoz exterior y cara amable del régimen baazista

Tarek Aziz, el hombre que fuera la cara amable del régimen de Sadam Husein, ha sido condenado a morir en la horca. Cabizbajo y muy desmejorado, Aziz escuchó cómo un juez del Tribunal Superior de Irak leía la sentencia que le responsabiliza de crímenes contra la humanidad por la persecución de miembros de partidos islamistas chiíes durante el Gobierno del dictador. Tanto él como los otros cuatro condenados a muerte por el mismo caso disponen de 30 días para recurrir la sentencia ante el Tribunal de Apelaciones y, si este la ratifica, hay otros 30 días para cumplirla.

"Es un veredicto político no legal. Se lo esperaba desde que los estadounidenses le entregaron al Gobierno iraquí", manifestó el abogado de Aziz, Badie Aref, en declaraciones a Reuters. Ziad Aziz, el hijo mayor del condenado, cuestionó en la BBC la legitimidad del juicio bajo el Gobierno de Nuri al Maliki con el argumento de que su partido, Al Dawa, intentó asesinar a su padre en un atentado en 1980. Al Dawa estuvo en el centro de la persecución baazista contra cualquier organización política alternativa. Tanto Aref como la familia de Aziz insisten en que el que fuera portavoz y enviado de Sadam solo cumplía órdenes y no tuvo, por tanto, responsabilidad en los crímenes cometidos durante su mandato.

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Sin embargo, no es el primer caso en el que se le declara culpable. En marzo de 2009 fue condenado a 15 años por su implicación en la matanza en 1992 de 42 comerciantes que intentaron romper los precios fijados por el Gobierno. Unos meses más tarde, en agosto, se le sumaron otros siete años por los desplazamientos masivos de kurdos en el norte de Irak durante los años ochenta.

Aziz, que hoy tiene 74 años, fue compañero de viaje de Sadam desde su juventud en los años cincuenta, cuando ambos militaban en el entonces clandestino Baaz que luchaba contra la monarquía y contra los comunistas. Nacido en una modesta familia cristiana caldea de las cercanías de Mosul (norte de Irak), como Mikhail Yuhanna, cambió su destino cuando decidió estudiar literatura inglesa en la Universidad de Bagdad.

Fue su dominio del inglés lo que le permitió consolidarse como la cara del régimen para el exterior. Sin embargo, siempre recordaba a sus entrevistadores que había empezado como periodista. Hubiera sido más preciso decir publicista, ya que se encargó de la propaganda del Baaz y, a partir del golpe de Estado de 1968, Sadam le encomendó la dirección del periódico del partido, Al Zaura, que en árabe significa "revolución". De ahí pasó a ministro de Información y, en 1979, a viceprimer ministro, cargo que compaginó con el de ministro de Exteriores entre 1983 y 1991.

Fue en esa capacidad en la que trabajó para ganarse el apoyo de Occidente durante la guerra que Sadam lanzó contra Irán en 1980 y bajo la que logró el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EE UU en 1984. Pero no sería hasta la invasión de Kuwait cuando su imagen se haría conocida del gran público. Fue tal vez la prueba más difícil de su lealtad, ya que según algunos diplomáticos occidentales que le trataron en aquella época, tuvo dudas sobre la oportunidad de aquella operación en un régimen en el que nadie cuestionaba al presidente.

Aunque su proyección exterior le convirtió en uno de los más conocidos colaboradores del dictador, es cierto que no fue un actor central. El hecho de que fuera cristiano en un país mayoritariamente musulmán no solo daba una adecuada imagen de diversidad, sino que descartaba cualquier posibilidad de que intentara sustituir al líder. Sin embargo, tal como han establecido las sentencias pronunciadas contra él, fue cómplice del régimen de terror implantado por Sadam, a quien se ha mantenido fiel. El pasado agosto, en una entrevista concedida en la cárcel al diario británico The Guardian, aseguró que su país estaba peor ahora y acusó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de "abandonar Irak a los lobos" por sus planes de retirada.

Aziz figuraba como el número ocho en la ominosa baraja con que los soldados estadounidenses llegaron a Irak en 2003. Se entregó un mes más tarde y fue encarcelado en Camp Cropper, una base norteamericana situada a las afueras de Bagdad. Pero a principios de este año fue entregado a las autoridades penitenciarias iraquíes. Junto a Aziz también se condenó a la horca ayer a otros altos cargos del régimen de Sadam.

La UE recordó una vez más su oposición a la pena de muerte.

Tarek Aziz, ex primer ministro durante el régimen de Sadam Husein, en una fotografía el pasado 5 de septiembre.
Tarek Aziz, ex primer ministro durante el régimen de Sadam Husein, en una fotografía el pasado 5 de septiembre.AP

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