EE UU ocultó crímenes en Irak por temor a la opinión pública
Los documentos de la guerra de Irak difundidos por la web Wikileaks demuestran que la seguridad de las tropas no es, como alega el Pentágono, la principal razón por la que se oculta información. En muchos de los casi 400.000 informes filtrados figura la siguiente leyenda: "Events that may elicit political, media or international reaction [Hechos que quiza provoquen reacciones políticas, de los medios de comunicación o internacionales]". Uno de los incidentes que recibió esta calificación tuvo lugar el 9 de junio de 2007 en el campo de prisioneros de Camp Bucca, al sur de Irak, y en el mismo resultaron heridos 58 iraquíes y otros seis muertos, por solo un herido de las fuerzas de la coalición. La nota está clasificada como secreta.
La organización Reporteros sin Fronteras pidió ayer a las autoridades de EE UU e Irak la máxima transparencia para aclarar las atrocidades que han salido a la luz y se felicitó de que los medios de comunicación no se hayan plegado a las presiones para impedir la difusión de los informes con el pretexto de que ponían en riesgo la seguridad nacional.
El Consejo de Seguridad iraquí anunció, por su parte, la creación de una comisión para estudiar los documentos y, a pesar de cuestionar su autenticidad, expresó su voluntad de castigar a todos los responsables de violaciones de los derechos humanos, "sean iraquíes o no". El jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra de EE UU, el general George Casey, negó que los militares estadounidenses hayan cerrado los ojos ante casos de torturas por parte de sus aliados iraquíes. "Nuestra política ha sido siempre impedirlos [los malos tratos] y dar cuenta inmediata a las cadenas de mando americana e iraquí", aseguró.
Los informes de Wikileaks confirman, según reveló ayer la Cadena Ser, que en la base española de Diwaniyah existía un centro de detención ("detention facility") al que eran conducidos iraquíes sospechosos para ser interrogados "en profundidad". Allí fueron llevados, por ejemplo, dos sospechosos de participar en un atentado contra las tropas españolas, el 11 de febrero de 2004.
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