Y las mujeres francesas dijeron basta
El juicio por intento de violación a Dominique Strauss-Khan ha despertado un debate social que cuestiona las relaciones de género - Las víctimas de agresiones pierden el miedo a contar su caso
Hace casi un mes que saltó la noticia de la detención del dimitido presidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, inculpado en Estados Unidos por intento de violación, entre otros cargos, justo cuando se esperaba que anunciase su candidatura a las primarias socialistas francesas. Entonces, todos los sondeos le daban como favorito en las presidenciales del año que viene. El ruido mediático generado -según el instituto de estudios Kantar Media, ha sido la información con mayor cobertura en la prensa en los últimos 10 años- ha servido en Francia para liberar la palabra de las mujeres y a la sociedad en su conjunto le ha llevado a cuestionarse su tratamiento de las relaciones de género. Las asociaciones esperan que el efecto sea duradero y que el caso marque realmente un antes y un después.
Un secretario de Estado ha dimitido tras ser acusado por tres empleadas
Las llamadas a asociaciones de apoyo se han multiplicado
Una ministra dejó de llevar falda por las bromas de sus compañeros
Se calcula que solo se denuncian entre el 5% y el 10% de las violaciones
Fue la madrugada del domingo 15 de mayo cuando todas las televisiones, radios y webs soltaran la noticia de los hechos denunciados en el hotel Sofitel de Nueva York. Empezó así una maratón informativa de semanas, alimentada por testimonios, rumores, debates y análisis de toda índole. Desde aquella madrugada, la línea verde de atención a las víctimas del organismo francés Colectivo Feminista contra las Violaciones (CFCV) no descansa. La asociación recibe de media un 30% más de llamadas de mujeres que hablan por primera vez: normalmente recibe entre 8 y 12 testimonios nuevos diarios, en el último mes han sido entre 12 y 18. "La tendencia se mantiene, le aseguro que estamos a tope", dice Emmanuelle Piet, doctora y presidenta del colectivo.
"Es cierto que de alguna forma ha despertado algo y que ha animado a la gente a llamar", explica por su parte Olivia Cattan, presidenta de la asociación Paroles de Femmes, que también dispone de una línea telefónica de atención a las víctimas. El grupo habitualmente trata unos 300 casos anualmente. Desde que estalló el caso de DSK (Strauss-Khan es conocido en Francia por sus iniciales), tiene ya casi 250 testimonios nuevos. "La mayoría son casos de acoso sexual, algunas personas denuncian violaciones, que a veces se remontan a hace años, e incluso, y es lo que más me ha sorprendido, tenemos casos de hombres que denuncian violaciones", añade. "Muchas personas nos dicen que antes no se atrevían a hablar y que ahora sienten que la sociedad está más dispuesta a escucharlas".
"Lo interesante del caso DSK es que no solo ha liberado la palabra de la mujer, sino que lo ha hecho en lo que refiere a las agresiones procedentes de arriba", analiza el sociólogo Eric Fassin, de la Escuela Normal Superior. Señala que en la última década el discurso público en torno a las violencias sexuales se ha concentrado en el tópico de las violaciones colectivas en los suburbios marginales, cuando los estudios demuestran que estas violencias no entienden de clases.
El ejemplo más revelador es el del alcalde de Draveil y, hasta hace dos semanas, Secretario de Estado de la Función Pública, Georges Tron. Apenas 10 días después del arresto de Strauss-Kahn, dos antiguas empleadas, animadas por el ejemplo de una mujer de limpieza guineana que no dudó en denunciar al poderoso jefe del FMI, se decidieron a denunciar al político por agresión sexual. Una tercera colaboradora ha sumado desde entonces su testimonio. Tron, que asegura ser víctima de una conspiración y acusa a sus supuestos impulsores de aprovecharse del contexto del caso DSK, tuvo que dimitir de su puesto en el Gobierno, dada la sensibilidad de la opinión pública en pleno caso DSK.
Las víctimas no son las únicas que se animan a hablar. El exministro de Educación y filósofo, Luc Ferry, se hizo eco en un plató de televisión de rumores según los cuales otro exministro había participado en una orgía con menores en Marruecos. Las declaraciones provocaron gran revuelo -"no entendemos cómo el señor Ferry no ha hablado antes", dice la activista Olivia Cattan-, la apertura de una investigación judicial y dos demandas de asociaciones marroquíes.
Este fin de semana, el diario Le Parisien informaba de un caso particularmente llamativo por las similitudes con el de DSK, con la diferencia de que se sitúa en París. Los hechos se remontan al verano de 2010. Una empleada del lujoso Hotel Park Hyatt Vendôme, de nacionalidad guineana, denunció entonces haber sufrido una agresión sexual mientras limpiaba la habitación de un cliente. El presunto agresor era un allegado de la familia del príncipe de Catar. Según el relato de la mujer, el hombre la encerró en el cuarto de baño y llevó a cabo una serie de tocamientos. La entrada de familiares del cliente en la habitación puso fin a la agresión.
La mujer presentó una demanda la misma noche en que ocurrió aquello y la policía rápidamente identificó al presunto agresor, pero no pudo dar con su paradero. Según el diario, fuentes de la investigación hablan de "presiones diplomáticas". Con el tiempo, desanimada, la propia víctima dejó de cooperar con los investigadores y hace unas semanas estos cerraron el caso. A raíz de la detención del político socialista en Nueva York, la mujer se volvió a poner en contacto con la policía y la fiscalía se dispone ahora a reabrir el caso. "Es increíble ver como antes del caso DSK se podía tratar una situación como esta", indicó al diario una fuente judicial.
"Lo que ha desencadenado también ha sido el testimonio de mujeres políticas sobre el machismo todavía muy instalado en su entorno", apunta Janine Mossuz Lavau, del Centro de Investigaciones Políticas de Sciences-Po. Así, la ministra de Deportes, Chantal Jouanno, relató, por ejemplo, cómo tuvo que dejar de llevar faldas en el Congreso de los Diputados para no tener que seguir aguantando las bromas sexistas de sus compañeros. Mossuz Lavau piensa que los mismos comportamientos son igual de frecuentes en el ámbito empresarial.
Sin embargo, los efectos del caso Strauss-Khan no son los mismos entre todas las víctimas. Un tercio de las llamadas que ha recibido el Colectivo Feminista contra las Violaciones a raíz del escándalo corresponde en efecto a mujeres que, al igual que en el caso Tron, han encontrado fuerza en el ejemplo de la empleada del Sofitel para dar el paso de hablar. Otro tercio corresponde a mujeres que denunciaron en su día la agresión y pensaban haber pasado página, pero que reviven ahora el trauma. El tercio restante, y esto es lo que preocupa a la asociación, afirma que, al contrario, el tratamiento reservado a la presunta víctima les da todavía menos ganas de hablar en público del tema.
Además, dar el primer paso de hablar no significa que las víctimas estén listas para denunciar. "Muchas mujeres que nos llaman ni siquiera se atreven a darnos sus señas; somos a menudo la primera persona a la que se dirigen", dice Cattan. La comparación entre los estudios sociológicos de víctimas de violaciones y el número de demandas indica que apenas se denuncian entre el 5% y el 10% de las violaciones.
Una de las principales razones es que, en la gran mayoría de los casos, las agresiones y violaciones son cometidas por personas del entorno más directo. "Es muy difícil denunciar en estos casos", señala la socióloga Véronique Le Gaouziou, autora de Violaciones, aspectos sociológicos de un crimen. La especialista explica que entran en juego factores como las reacciones de la familia y que en general existen lazos afectivos y económicos. El miedo y la intimidación son otros de los principales motivos. "Tampoco ayuda mucho el proceso judicial, en el que la víctima tiene que repetir una y otra vez una historia que están deseando olvidar", añade.
De cualquier modo, las asociaciones esperan que el caso de DSK marque un antes y un después en la sociedad francesa. "En general, las mujeres que nos llaman están muy enfadadas con el tratamiento que se hizo del caso durante la primera semana", explica Piet. "La forma en la que se comentó que lo de Strauss-Khan era poco más que seducción era insoportable... Frases como que a DSK le gustan las mujeres, así, en plural. ¿Qué querían decir? ¿Cualquiera? ¿Ves una mujer y le entras? Esto ha provocado tal enfado entre las mujeres que espero que durará", añade.
Uno de los comentarios que más ha dado que hablar en los días que siguieron la detención del político socialista fueron los de compañeros de partidos como el exministro de Cultura Jack Lang, quien trató de quitar importancia a los hechos imputados indicando que no "había muerto nadie". Otro exministro socialista, esta vez de Justicia, Robert Badinter, muy respetado en Francia por ser el impulsor de la abolición de la pena de muerte, hizo una virulenta defensa de su amigo al denunciar la "ejecución mediática" de DSK y la descompensación del sistema judicial estadounidense entre demandante y acusado.
Estas reflexiones son lo que han provocado la reacción de las asociaciones que, indignadas, el domingo siguiente a la detención de Strauss-Khan se echaron a la calle y no cesan desde entonces de ocupar el espacio mediático. "No es mayo del 68, pero hay cierto viento de rebelión entre las mujeres", dice Cattan, que asegura que las asociaciones están ahora más coordinadas entre ellas. "Creo que cuando hagamos en el futuro una cronología histórica del feminismo en Francia, el caso DSK será una fecha clave", añade.
Para Fassin, de hecho, la condena general e inmediata de este tipo de comentarios y el eco que han logrado las asociaciones feministas es ya un indicativo de que las cosas han empezado a cambiar. "El hecho de que dos personalidades tan populares en Francia como son Lang y Badinter hayan quedado anticuados es muy revelador", indica. "Hemos pasado a otro mundo y ellos no han sabido entenderlo".
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