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Los primeros soldados españoles llegan a Afganistán sin tener un campamento

'Si no puedo darles de comer, no podrán ayudar a nadie', dice un oficial

Miguel González

'Si no puedo dar de comer a los soldados, difícilmente podrán ayudar a nadie'. El comandante Diego García, del Mando de Apoyo Logístico de Valencia, reflexionaba ayer en la pista del aeropuerto de Kabul sobre la principal dificultad a la que se enfrenta: mantener una fuerza a 6.000 kilómetros de distancia, sin posibilidad de transporte por mar o carretera, y con un aeropuerto afectado con frecuencia por el mal tiempo.

Los primeros 23 soldados españoles llegaron cargados con raciones de comida y agua para 10 días, sacos y tiendas para dormir y, sobre todo, mucha ilusión. 'En mi unidad, todos nos presentamos voluntarios, aunque sea para llevarnos una hostia', explicaba el sargento Enrique Rivera, de 28 años y natural de Sabadell.

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En las próximas semanas los militares no podrán hablar con sus familias, salvo caso de urgencia, ya que las limitadas comunicaciones se reservan para cuestiones operativas, así que la principal noticia es que todos llegaron bien. Y lo hicieron con puntualidad española. El panorama que encontraron fue mejor del esperado: el aeropuerto de Kabul, que hace una semana, cuando llegó el primer avión español con ayuda humanitaria, carecía de una uña mecánica para la descarga, contaba ayer con numerosas carretillas elevadoras y equipos de apoyo. Su pista, recién reparada, ya admite grandes aviones de transporte tipo Antonov.

Lo que no ha cambiado mucho es la improvisación. El capitán Casildo Martínez, responsable de la EADA, sabía que su unidad se quedaría en el aeropuerto para apoyar a los cuatro Hércules españoles que llegarán entre hoy y mañana, pero el teniente coronel Alfonso Juez, al mando de la avanzadilla del Ejército de Tierra, ignoraba dónde levantarían el campamento, aunque estaba previsto instalarlo a las afueras de la capital. Por ello, lo primero que tuvo que hacer fue acudir al cuartel general de la ISAF para recibir instrucciones del mando británico.

Tampoco nadie sabe con certeza cuándo llegará el grueso de los 450 soldados comprometidos por España, una vez que mañana se complete la primera oleada de 78 militares. En el primer grupo se encontraban los sargentos Miguel Ibáñez y Francisco Gimena, especialistas en desactivación de explosivos. Se calcula que en Afganistán hay entre 5 y 10 millones de minas, de ellas unas 15.000 alrededor del propio aeropuerto.

Poco antes de aterrizar el primer Hércules, una fuerte detonación daba cuenta de la explosión controlada de un buen número de artefactos hallados en las inmediaciones.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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