Doce muertos y más de cien heridos en el primer aniversario de la Intifada palestina
La sensación de que se está perdiendo la batalla cunde entre los habitantes de los territorios ocupados por Israel
La Intifada rebrotó con fuerza, coincidiendo con su primer aniversario: cuatro palestinos murieron - y se suman a los ocho muertos el viernes- y más de un centenar resultaron heridos en una serie de enfrentamientos registrados en Gaza y Cisjordania, donde la población, obedeciendo las consignas de los grupos radicales, se había lanzado a la calle para conmemorar un año del inicio de la revuelta. Este nuevo capítulo de violencia amenaza con hacer fracasar los esfuerzos de la diplomacia de EE UU y la Unión Europea, que habían logrado imponer hace dos semanas un alto el fuego en la zona y tratan de impulsar un proceso de pacificación.
Los incidentes más graves se registraron en el término municipal de Rafah, al sur de la franja de Gaza, junto a la frontera con Egipto, donde los jóvenes se enfrentaron a los tanques israelíes, que por tercer día consecutivo entraron en los campos de refugiados en represalia por anteriores acciones de los grupos integristas y nacionalistas. En esa misma zona los manifestantes incendiaron dos dependencias de las fuerzas de seguridad palestina en protesta por no ayudarles en su lucha contra el Ejército de Israel.
Pero no sólo fue Rafah. Incidentes similares se registraron durante todo el día en diversas poblaciones de Cisjordania. En Tulkarem, Nablús, Belén, Yenín, Hebrón o Ramala la población salió también a la calle, siguiendo las consignas de las organizaciones que dirigen la revuelta, entre las que se encuentra el propio partido gubernamental Al Fatah, perteneciente a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Esta plataforma ha pedido a la población que desoiga las órdenes de alto el fuego impartidas en todos los frentes por el presidente Yasir Arafat desde hace dos semanas.
Los incidentes de ayer se suman a la jornada trágica y sangrienta del día anterior, viernes, en el que al menos otros ocho manifestantes murieron y un centenar resultaron heridos. En total, 12 muertos y más de 200 heridos en las últimas 48 horas. Esta espiral de violencia está obligando a movilizar a la diplomacia internacional, que ha pedido a uno y otro bando que traten de salvaguardar el alto el fuego.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, convocó ayer por la noche en Tel Aviv, con carácter de urgencia, una reunión del gabinete de seguridad en el que podrían adoptarse duras represalias contra los palestinos. En medios políticos se teme que queden así enterrados o bloqueados los compromisos adquiridos en la reunión del ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, con Arafat el pasado jueves, en la que ambos se comprometieron a reforzar el alto el fuego, poner en marcha un programa de pacificación y encarrilar el proceso de paz.
En virtud de estos acuerdos, el Ejército israelí debería empezar hoy a levantar el asedio de las ciudades, retirar los controles de las carreteras palestinas y dejar el camino libre para que puedan llegar los suministros de primera necesidad. La Autoridad Palestina había anunciado, por su parte, que emprenderá una serie de detenciones entre los sectores más radicalizados de la Intifada, empezando por los responsables de los últimos atentados.
Ayer, mientras resurgía con vigor la Intifada, se hacian los primeros balances de un año de revuelta. El dictamen es unánime: los palestinos están perdiendo la Intifada. La periodista israelí Amira Hass, de 44 años, autora de un libro clásico sobre la primera revuelta, Drinking the sea at Gaza (Bebiendo el mar en Gaza), mantiene que el principal fallo de la actual sublevación es 'no haber sabido explicar al público israelí en particular y al mundo en general que la presencia de Israel en los territorios es una ocupación ilegítima y que los palestinos están hartos de que otro país controle por la fuerza militar sus tierras y sus vidas'.
Impotentes, los palestinos contemplan además cómo la imagen de Arafat se deteriora paulatinamente, hasta convertirse, tras los ataques del 11 de septiembre a EE UU, en 'nuestro Bin Laden local'. La historia ha retrocedido a los años setenta, cuando se identificaba lucha palestina con terrorismo y Arafat no había aún anunciado ante la ONU, en 1974, su rechazo a 'todas las formas de terrorismo: individual, de grupo o de Estado'.
La debacle es general. Hayder abd al Shafi, de 68 años, médico, líder de la oposición democrática, desde su despacho de la Media Luna Roja en Gaza imputa el fracaso de la revuelta a una ausencia de dirección: 'Hay que denunciar la actitud absentista de la Autoridad Palestina en esta Intifada. Es flagrante. No hay consignas, no hay estrategia clara. Debemos democratizar la Intifada y Arafat debe asumir su liderazgo sin mas dilaciones'.
A pesar de los fracasos palestinos, Israel no puede ganar, sostiene Hanan Asrawhi, 54 años, diputada cristiana y portavoz de la Liga Árabe. Desde la ciudad asediada de Ramala, concluye con rotundidad: 'Los palestinos no nos rendiremos nunca. No importa lo cruel que sea Israel. Continuaremos la resistencia. Sharon no entiende que puede vencer a un ejécito, pero no a un pueblo. Todas las experiencias de la colonización han acabado de la misma manera: no se puede aplastar la voluntad de un pueblo'.
El peor año para Gaza
'Éste ha sido el peor año en la historia de Gaza. Nunca había habido tantas víctimas en la ciudad, tantas pérdidas. El índice de pobreza se ha disparado. El cierre de las fronteras lo ha paralizado todo; impide a nuestros vecinos ir a trabajar a Israel, a los estudiantes acudir a las universidades de Cisjordania, a los enfermos ingresar o recibir tratamiento en los hospitales. El Ayuntamiento tiene las arcas vacías; nadie paga impuestos, agua, teléfono o electricidad. Israel ha empezado a cortarnos el suministro eléctrico, alegando falta de pago. Los apagones son diarios. Pero además las ayudas internacionales, como, por ejemplo, las que nos prometió el alcalde de Barcelona, Joan Clos, no acaban de llegar. Estamos solos', se lamenta Own al Shawa, 66 años, alcalde de Gaza, mientras permanece sentado en el jardín de su casa bajo la mirada atenta de los tanques israelíes, situados a poco menos de 500 metros.
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