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Un pueblo harto de palabrería que pide acción contra Israel

Ángeles Espinosa

Shaaban Abdel Rahim se ha atrevido a decirlo alto y claro. Su Bakra Israel (Odio a Israel) se ha convertido en la canción de moda en Egipto. Harto de dobles raseros y dirigentes demasiado obedientes a Estados Unidos, el egipcio de a pie (como la mayoría de los árabes) ve sus sentimientos reflejados en el estribillo de esa melodía de la que ya se han vendido cuatro millones de copias. Ahora, el ataque israelí contra posiciones sirias en Líbano les ha dado un nuevo motivo para tatarearla.

Ni la condena de la Liga Árabe, ni la rápida reacción del presidente Hosni Mubarak pidiendo la intervención de 'las potencias preocupadas por la paz', son suficientes para contentar a unas poblaciones saturadas de palabrerío. Las dos últimas cumbres árabes han revelado lo evidente: la desconexión entre dirigentes y dirigidos.

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¿Qué significa que Damasco se reserva 'el derecho de defenderse'? ¿Que el Ejército sirio va a atacar a Israel? Parece improbable. No sólo lo dudan los analistas políticos occidentales, sino que fuentes diplomáticas árabes vienen descartando la posibilidad de una confrontación bélica desde el inicio de la Intifada hace seis meses. Y no será por falta de apoyo de unas masas para las que la crítica a Israel es la única vía de escape al descontento político. En El Cairo, donde la ley de emergencia impide cualquier tipo de manifestación desde hace dos décadas, más de 3.000 universitarios volvieron a congregarse a principios de este mes para protestar contra la situación de sus 'hermanos' palestinos y quemar la bandera de Israel.

El juego es muy peligroso. ¿Hasta cuándo van a poder los autócratas de Oriente Próximo lanzar amenazas vacías de contenido? El régimen sirio ha sido, de todos los árabes, el más consistente en su postura hacia Israel. La negativa del fallecido presidente Hafez el Asad a firmar una paz independiente con el Estado judío está siendo mantenida por su hijo y sucesor, Bachar. A la vez, la frontera con Siria ha sido la más segura de Israel desde 1967, según reconocen los propios israelíes.

Sin embargo, el 'cambio de reglas del juego' anunciado por Ariel Sharon supone una vuelta de tuerca que puede romper ese precario equilibrio. Tiene razón el ministro sirio de Exteriores, el veterano Faruk al Shara, cuando dice que la agresión israelí supone un golpe al proceso de paz, pero también un reto para los propios dirigentes árabes atrapados entre sus declaraciones grandilocuentes y sus mínimas posibilidades de actuar. Por más voluntad de limitar el enfrentamiento al terreno verbal que tengan (o por más presiones de EE UU que reciban), la humillación de un nuevo ataque israelí sin respuesta no hará sino agrandar las distancias entre gobernantes y gobernados, y popularizar aún más la canción de Abdel Rehim, el ex planchador convertido en cantante.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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