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David Broncano: “No necesito a ningún político para trabajar en la tele”

El cómico estrena su primer programa de entrevistas y humor en abierto, ‘La revuelta’ en La 1, en mitad de una sonada campaña mediática en su contra que comenzó tras filtrarse su posible fichaje en RTVE

David Broncano en el centro de Madrid, el 5 de septiembre.
David Broncano en el centro de Madrid, el 5 de septiembre.Claudio Álvarez
Tom C. Avendaño

Mañana lunes, 9 de septiembre, pasadas las 21.40, el cómico David Broncano (Santiago de Compostela, 39 años) pronunciará el monólogo inicial del primer programa de La revuelta, su nuevo formato y el primero que hace en abierto y en la televisión pública. No tiene todavía muy claro qué dirá, saberlo sería ir en contra de su estilo personal. Seguramente mencione los últimos seis meses, los días en los que se llegaron a publicar 75 artículos criticándole, y entonces dará por inaugurada su etapa en Televisión Española. Y, salvo sorpresa, podrá dar por coronado también el empedrado camino que le ha llevado hasta ahí.

A principios de abril, RTVE anunció, inesperadamente para muchos, que había fichado a este gallego con acento jiennense para reproducir en La 1 el éxito La resistencia, el late night que desde 2018 dirigía en Movistar Plus+. Podría ser una buena noticia para los seguidores del cómico rayano en lo experimental. Pero los sectores más conservadores de la política y algunos medios se pusieron en pie de guerra prácticamente en el acto. Se intuía que el fichaje de Broncano, que nunca ha disimulado —ni tampoco dado demasiada importancia— su ideología de izquierdas, escondía una estrategia política para restarle terreno a los muy tradicionales Pablo Motos y su El hormiguero. El escrache mediático resultante ha sido una de historias televisivas del año. Ha habido bulos. Que Broncano lo ha nombrado Pedro Sánchez a dedo. Que iba a cobrar 14 millones de euros (sí y no: es el presupuesto total anual del programa para todo el equipo), que ese dinero ya no se podía dedicar a construir hospitales o tratar enfermos de ELA. Ha habido escenas casi circenses. Como cuando Feijóo afeó a Pedro Sánchez el fichaje en el Congreso el 10 de abril.

“Alguien, un diputado o diputada, llevó mi cara al Congreso”, rememora el viernes en una entrevista en Madrid el presentador, todavía un poco fascinado. “Imprimió una foto mía, se la llevó al Congreso del país, que yo creo que es para hacer cosas más serias, al final yo soy un ciudadano y un cómico, no un poder fáctico del Estado. ‘Por esta carita los enfermos del ELA no tienen tratamiento”. Tras este fin de semana —que dedicará, principalmente, a celebrar el cumpleaños de su madre—, espera pasar página de todo esto.

Pregunta. ¿Por qué se cuestiona tanto su fichaje?

Respuesta. Yo cuestiono que se cuestione tanto. Ha habido unos meses que solo se hacía la crítica, “este qué se cree, le va a pagar el Gobierno”. Nadie ha respondido y parece que es lo único que se ha dicho. A mí me consta que hay mucha gente a la que le gusta que estemos ahí. Pero el único relato que se ha difundido es que me están criticando un montón y que voy a hacerle la pelota a Pedro Sánchez. Parece que hay una ola de opinión pública tremenda. Y sí, soy consciente de que ha habido un giro, un cambio de percepción del programa y de mí, a raíz de lo que ha pasado. Pero no creo que sea total.

P. ¿De dónde viene tanta inquina?

R. Llevamos años viendo que se ha agudizado el empleo de cualquier cosa que sirva para atacar al rival político. Desde los dos lados, también en la izquierda. Y esto es perfecto: “El Gobierno mete a un chaval para hacer la competencia al otro que simpatizaba con tal”. Es fácil. Y la gente está deseando tener herramientas para meterse con el Gobierno. Pues soy un regalo.

P. ¿Qué le ha sorprendido de todo este proceso?

R. Lo básico del funcionamiento. Lo repiten mucho y si hay un perfil del público que se lo quiere creer, funciona. Se han dicho todo el rato lo mismo, las mismas tres cosas. Una, me ha puesto ahí Pedro Sánchez, como si yo no hubiese trabajado en la tele nunca. No necesito ningún político para trabajar en la tele. Dos, que me iba a llevar yo todo el dinero. Escuché a periodistas, políticos, que el [Real] Madrid se estaba planteando pagar 15 millones por Mbappé. “¿Qué preferís, a Mbappé o a Broncano?” Es mentira. No cobro 14 millones. Y tres, con lo que al final se ha martilleado, a saco, en TikTok, en Telegram, es que con esos 14 millones se podía haber pagado la ley de los enfermos delELA… Ya sé que a veces se utilizan cosas mezquinas pero… Joder.

David Broncano, en el FesTVal de Vitoria.

P. ¿Qué siente al recordar esto?

R. Toda la gente que lo ha dicho, y mucha de la que lo ha replicado, sabe que no es así. Que los Presupuestos Generales del Estado no funcionan así: los presupuestos ministeriales son estancos. Lo saben. El presupuesto de TVE es el que es, creo que viene de la época de Rajoy, y pueden quitar dinero de una serie para otro programa, pero no se lo quitan a los hospitales. Macho, si sabéis que es así… Es feo. Es feo pero muy jugoso.

P. ¿Cómo ha sido atravesar este trance?

R. Yo soy muy tranquilo. No me estreso, creo que llevo bien la presión. Debe de ser genético. He dormido sin pastillas. Pero tío, esto a otra persona la revienta. A la décima portada seguida de un periódico en el que dice “Broncano nos roba”, “Le dan el dinero de los niños”, esa persona diría por qué tengo que soportar yo este peso y esta mirada pública tan bestia.

P. ¿Hubo algún momento en el que dijera “no vale la pena”?

R. Cuando podía haberlo pensado, ya daba igual.

P. O sea que lo hubo.

R. Hubo un momento en que esta vorágine política y mediática puso en peligro que el programa siguiese en cualquier sitio. Movistar contaba con que nos íbamos, habíamos pactado lo nuestro con TVE, pero no estábamos aprobados y vi que, como esto se siguiera retorciendo políticamente más, nos quedamos sin programa. No tenía sentido acabar aquí, en ninguna otra circunstancia el programa se cancelaría.

P. ¿Cómo va a medir el éxito? ¿Números, críticas?

R. Hay una parte cuantitativa numérica que antes no teníamos: tengo que contar la audiencia que hagamos. Personalmente, le estoy dando más importancia a eso que a la calidad del programa, porque creo que el programa... no es un programa nuevo, es muy parecido a La resistencia y a la gente le gusta. No pienso si mola, que ya lo sé, pienso si lo verá más gente.

P. En las últimas resistencias cuánto hacían, ¿9.000 espectadores?

R. No lo sé. Movistar a veces tenía más en cuenta los datos de seguimiento: no cuánta gente nos ve en la tele, si no cuánta gente lo ha visto en la tele o en YouTube. Ahí hemos tenido épocas que hemos tenido millones de espectadores. Las cosas ahora se van a contar de otra manera.

P. ¿Tiene sentido, en 2024, medir el éxito de un programa a través del share?

R. En la tele pública un poco más. Evidentemente no solo es el share [cuota de audiencia]. Pablo [Motos] nos va a pisar la cabeza. Ha hecho esta semana creo que un 20% de media o algo así, el triple de lo que han hecho TVE y Telecinco.

P. También está la misión de crear imaginario. Ofrecer espacio donde la gente pueda decir cosas que no se dicen en El hormiguero, con unos tonos y códigos nuevos.

R. Esta semana he vuelto a ver El hormiguero. Es un programa de tele potente, muy bien hecho. No les infravaloro nada, eso chuta. Nosotros lo hacemos de otra manera, aportamos otras cosas, tenemos otro tipo de invitados e invitadas, el tono es distinto, jugamos por otro lado.

P. La 1 acabó la temporada pasada con un 10% de cuota de pantalla de media, y aupada por el deporte. ¿Sería para usted un fracaso acabar temporada por debajo de esa cifra?

R. Para mí, no. Evidentemente un éxito tampoco lo consideraría, pero ahí sí que me entra la parte subjetiva, del tipo de programa que hacemos. Que tengamos poca audiencia lo contemplo, que hagamos una mierda no lo contemplo. Pero eso creo que es imposible.

P. Tenía ofertas de varias plataformas. Pero si fue a La 1 y no a, digamos, Amazon Prime Video, ¿fue porque lo público le tiraba?

R. Y porque, en la propuesta, nos permitían mantener las condiciones laborales de todo el equipo. Contratos multianuales, la gente creo que razonablemente bien pagada… Condiciones buenas en este sector, donde se suele estar contratado por programas que duran 15 días, o que igual en verano te despiden. Por encima de las condiciones ideológicas, “qué guay lo público”, estaba esto. Sería un poco raro para mí ir al equipo y decirles: “Vamos a un proyecto que me hace mucha ilusión en no sé qué plataforma, pero tenemos un mes o son menos programas o menos dinero”. Televisión Española nos garantizaba eso. Para moverme mínimo necesitaba las mismas condiciones. Podría jugar más al ego. “Vale voy a intentar ir al abierto a saco, porque quiero ser todavía más estrella y me la voy a jugar a ver si ahora también lo petamos y si nos echan en un mes, por mí igual, si yo no tengo muchos problemas financieros”. Pero prefiero seguir haciendo una cosa con tranquilidad, con estabilidad, y que todo el equipo esté contento.

El cómico David Broncano, en un hotel madrileño, el 5 de septiembre.
El cómico David Broncano, en un hotel madrileño, el 5 de septiembre.Claudio Álvarez

P. ¿Va a preguntarle en la televisión pública a la gente cuánto sexo tiene, como hacía a veces en La resistencia?

R. Sí. No veo la dificultad. Hay un primer tramo que todavía es horario protegido [los primeros 20 minutos del programa, hasta las 22.00], ahí no podré decir “cuánto has follado con la polla gorda en el chocho de…”. Pero eso es terminología. No veo el problema de hablar de relaciones sexuales. Algo que probablemente cambie es que yo, antes, entraba con la pregunta genérica y si veía que el invitado me daba una respuesta genérica, “ocho veces”, pues perfecto, pero si entraban al trapo, estaba encantado de seguir con bromas sexuales. En La resistencia nos podíamos poner superexplícitos. Aquí seguramente no. Pero hablar metafóricamente también tiene su punto.

P. ¿Se puede hacer comedia desde el miedo al qué dirán los críticos?

R. Es que no lo tengo.

P. El primer programa lo van a analizar como si fuera el vídeo de JFK en Dallas.

R. Tampoco sé muy bien que va a pasar el primer programa. Hay un equipo de guion muy grande y muy creativo y muy bueno pero nuestros guiones son ideas generales, “y si Jorge [Ponce] habla de esto”. El guion del programa es folio y medio. Así que no estoy tenso por ningún pasaje concreto.

P. ¿Sabe que le critican por holgazán?

R. Me lo han llamado otras veces. Me parece terrible. Se valora mucho de una persona que lo sacrifica todo por su trabajo. Yo valoro la gente que no se sacrifica casi nada por su trabajo.

P. Si lo hacen bien…

R. Si lo hacen bien, ya flipas, pero aunque no lo hagan bien. Tu trabajo es tu trabajo, es importante, pero hay otras cosas más importantes. En la tele se dice mucho, de presentadores históricos: “Es que estaba obsesionado con el programa, estaba 10 horas, ensayaba”. Como si fuera una cosa buena. Igual no son las prioridades mejor elegidas. [La crítica] es responsabilidad mía en parte, porque yo siempre estoy con la broma, basada en hechos reales, de que “es que acabo de llegar”. Pero sé lo que pasa. Para el nuevo programa, ahora mismo no estoy ensayando pero estoy maquinando. Tengo más influencia de la que digo.

P. ¿Se va a convertir sin desearlo en un icono de la izquierda?

R. Con todo, han ido a cambiar la visión que se tenía sobre mí. Yo nunca he ocultado mi tendencia política. Y mi público, según La resistencia se ha hecho más mainstream, se ha ido haciendo supervariado, una representación de España. Y eso me ponía muy contento. Sin disimular mi ideología venía gente, un Guardia Civil por ejemplo, creo que pensando: “Este es un rojo pero el programa está bueno”. Y ahora, con toda esta movida han intentado agudizar eso en el mal sentido. “Estos decimos que les ha puesto el Gobierno, por tanto, son superrojos y supersanchistas, esto es una puta mierda”. No era un obstáculo para el público que yo fuera de izquierdas. Ahora están rompiendo eso.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.
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