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Una tarde en el milagroso microcosmos de ‘Ni que fuéramos’: renueva en Ten y regresa en septiembre

Asistimos a la emisión en directo desde la oficina que hace las veces de plató del fenómeno televisivo anteriormente conocido como ‘Sálvame’, que busca convertirse en un formato propio conquistando también a los nietos de sus espectadores más fieles. “La televisión se ha convertido en algo previsible”, cuentan sus creadores

Ni que fueramos Salvame
Parte del equipo de 'Ni que fuéramos', en el plató de Fabricantes Studio, en Madrid.Santi Burgos
Héctor Llanos Martínez

El neorrealismo italiano, género que tantas veces ha servido de epíteto para describir a Sálvame, nació por pura necesidad. Con los platós de la Cinecittà de Roma destruidos por los nazis, sus directores rodaron en las calles con actores a menudo no profesionales. Ese chispazo de genialidad murió a medida que se impuso el poder cristiano, autodenominado blanco y familiar y muy cercano a lo burgués. En otras palabras, el neorrealismo murió cuando sus creadores abandonaron el costumbrismo del transporte público para viajar en coche. El programa creado por La Fábrica de la Tele ha pasado a la historia por reinventar hace 15 años las tardes de Telecinco, ampliando los límites del escueto plató (y presupuesto) con el que contaba. Sacó las cámaras a los pasillos y hasta a los cuartos de baño de la cadena. Un año después de su comentado destierro de Mediaset, sus responsables, reencarnados en Fabricantes Studio, han dado con una nueva fórmula que, de momento, va a quedarse en las pantallas. Tras varias semanas de pruebas, Ni que fuéramos regresará en septiembre a Ten, la cadena de TDT que apostó casi de inmediato por el proyecto, y a plataformas como YouTube y Twitch a través del canal Quickie (186.000 suscriptores en menos de dos meses de vida), confirma la nueva productora a este periódico.

Un momento de la emisión del programa, 'Ni que fuéramos'.
Un momento de la emisión del programa, 'Ni que fuéramos'.Santi Burgos

La paradoja de Ni que fuéramos es que llega más lejos desde un lugar mucho más pequeño. En pantalla siguen apareciendo María Patiño, Belén Esteban, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros, Lidia Lozano, Kiko Hernández, Chelo García Cortés... además del fichaje de Marta Riesco y Javier de Hoyos. En apariencia siguen hablando de los temas de siempre. Pero esta vez emiten desde un piso en Las Tablas, a las afueras de Madrid, con un puñado de cámaras automatizadas. Por eso recurren a sus móviles para conectar desde el exterior y hacer de ese barrio (y de tantos otros) su propio decorado, convirtiendo a sus vecinos en personajes secundarios de un relato que cambia en la forma, pero no en el fondo: la crónica social vista desde una mirada ácida, para algunos grotesca, pero siempre con colmillo e identidad propia. Ahora, tan pronto se pasan por la farmacia de su barrio o la terraza del bar de la esquina como visitan una tienda de lujo del centro de Madrid o persiguen en coche a su excompañera (y examiga) Terelu Campos. “Esta vez, queremos estar continuamente en la calle. El plató es una burbuja donde analizas lo que pasa fuera, pero es en la calle donde está la vida; donde te encuentras cosas. Y por eso Marta Riesco, que estaba acostumbrada a otro tipo de conexiones en directo, ha sido una revelación. Nos interesa salir y encontrar testimonios que no esperábamos sobre el papel al principio de la tarde”, explica su director, David Valldeperas, al acabar una de sus emisiones.

“Lo primero que tuvimos que gestionar fue la frustración y aprender a movernos en otra escala”, explica Óscar Cornejo, uno de sus productores

El programa parará previsiblemente el 24 de julio, avanzan a este periódico Óscar Cornejo y Adrián Madrid, creadores de Fabricantes Studio y de este formato. Es una época del año en la que se resienten considerablemente los datos de audiencias tradicionales. A la vuelta del verano (en principio su regreso está programado para el 2 de septiembre), Ni que fuéramos estará más cerca de su anhelada rentabilidad económica. Ya no será un espacio financiado a pulso por la pareja de productores, sino que comenzará a alimentarse del reparto de los ingresos publicitarios generados en su emisión en Ten, del que hasta ahora no formaban parte. En este canal congregan a diario una media de 200.000 espectadores, con datos especialmente buenos entre la audiencia joven.

Ten ha pasado de hacer un 1,1% de share a un 1,4% desde que emite el programa de Fabricantes Studio, un aumento muy significativo para un canal de TDT. Esa inyección económica por publicidad se sumará a la que han obtenido desde el primer día en YouTube, donde acumulan en torno a 200.000 visualizaciones por cada programa, colocándose a diario entre los directos y los vídeos más consumidos de la plataforma en España. El formato luchará en otoño por dejar de ser la secuela de Sálvame y convertirse en un programa con entidad propia que dé los beneficios suficientes para garantizar su continuidad. Ampliará espacio, ganando metros gracias al antiguo plató de Socialité, al otro lado de la pared. E incorporará nuevos colaboradores, como Pipi Estrada. Así lo comentan Cornejo y Madrid, quienes aseguran estar trabajando en varias propuestas para plataformas y cadenas tradicionales, alguna de ellas relacionada con el equipo de Ni que fuéramos.

Sala de control de Fabricantes Estudio, en Madrid.
Sala de control de Fabricantes Estudio, en Madrid.Santi Burgos

“Tengo la sensación de estar como Steve Jobs, empezando a construir sus ordenadores en un garaje”, confiesa Valldeperas. ¿Y no se hace raro volver al garaje después de haber inventado el iPhone?. “Precisamente por eso, lo primero que tuvimos que gestionar fue la frustración y aprender a movernos en otra escala”, responde Óscar Cornejo. Valldeperas coincide: “Es verdad que nuestro proceso es el inverso, pero nos lo estamos pasando muy bien. Estos colaboradores son el alma de programa. Sus historias, sus discusiones, sus ilusiones y desilusiones... Ellos funcionan igual en un plató, en un piso o en un parque”, defiende.

María Patiño también dice estar disfrutando de este volver a empezar y sentirse más segura que hace un año, cuando era presentadora en Telecinco de Socialité, uno de los pocos programas de Cornejo y Adrián que quedaban en antena en Mediaset antes de que el grupo de comunicación decidiera de forma unilateral finiquitar por completo su relación laboral con los productores y vetar de sus contenidos a muchos de los rostros de Sálvame. “Con Ni que fuéramos hemos potenciado el ingenio. Ahora son los espectadores los que entran al salón de nuestra casa, porque este plató es eso, un salón”, comenta la periodista, cada vez más popular en el universo digital tras asomarse con este proyecto a Twitch y YouTube y colaborar con Ibai Llanos en La Velada del Año IV. “He alucinado con el respeto con el que nos tratan las personas que comentan el programa en directo, incluso cuando son críticos con nosotros. Esa interacción es un chute de energía que antes no teníamos”, celebra Patiño. “Ahora, hay gente que ve el programa en el metro o el autobús, a través de estas plataformas”, comenta Valldeperas.

Aprender de nuevo a hacer televisión

Otra paradoja de este experimento audiovisual, que ha pasado del centenar de trabajadores de su etapa en Telecinco a quedarse en tan solo una treintena, es la minúscula sala de control en la que Valldeperas y un grupo de siete personas trabajan apiñados. En ese zulo hipertecnificado es donde surgen todas esas cosas que luego pasan fuera. Dos de los monitores muestran en directo los contenidos de sus dos competidores naturales, los magacines vespertinos de Antena 3 y Telecinco. En el faldón de TardeAR se muestra un rótulo que reza: “Envenena a su mujer y se cambia de sexo”.

Durante más de una década se consideró en gran medida a Sálvame como el rey de la telebasura, pero en los directos de Ni que fuéramos la audiencia disfruta especialmente de algo que no encuentra en los magacines actuales: los golpes de humor nacidos de la surrealista escaleta del programa y de la improvisación de sus colaboradores cuando miran a cámara o salen a la calle. En busca de un formato propio alejado de su pasado en Mediaset, Ni que fuéramos ha añadido a su naturaleza neorrealista grandes dosis de surrealismo. Como ejemplo, la viral y muy comentada intervención de Víctor Sandoval —disfrazado de insecto en homenaje a Franz Kafka, autor de La metamorfosis— en la rueda de prensa que ofreció Nacho Cano tras su detención a principios de julio. “Siempre hemos sido muy criticados. Y no sé exactamente qué estamos haciendo ahora, pero sentimos un cariño casi unánime, en las redes y en la calle. La gente suele posicionarse del lado del más débil. Ha visto que el poderoso ha querido aplastar al pequeño y que el pequeño ha decidido tirar para adelante con lo que tiene”, analiza Patiño.

SÁLVAME, NI QUE FUÉRAMOS, NACHO CANO, VÍCTOR SANDOVAL
Víctor Sandoval y Nacho Cano en uno de los momentos surrealistas de 'Ni que fuéramos'.

YouTube y Twitch ofrecen el sueño (o pesadilla) de cualquier director de televisión: resultados de audiencia instantáneos. “Más que por cifras de visionados, yo prefiero guiarme por los comentarios que nos escriben. Y por las personas que están conmigo en control. Si están atentos, vamos bien. Si empiezan a distraerse, a comer algo o mirar el móvil, cambiamos de tema, porque seguramente está pasando lo mismo en casa”, confiesa Valldeperas.

“Teníamos muchos números de que esto no funcionara y que acabará ahora, en verano. Hubiese sido igualmente una experiencia muy satisfactoria porque hemos vuelto a aprender a hacer televisión. Por fortuna, en septiembre volvemos en circunstancias algo mejores y, si logramos la autofinanciación, cambiará por completo el horizonte del programa. No se convertirá en una superproducción, pero hemos entendido que el presupuesto no es lo más importante a la hora de contar historias que enganchen”, admite Cornejo.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
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