Tiempo para denunciar
Leyendo algunas reacciones al reportaje publicado el viernes pasado, entiendo perfectamente que ni denunciaran antes ni hayan querido dar sus nombres
Quiero darle las gracias públicamente a José Coronado por determinar el tiempo exacto que tiene una mujer para denunciar una agresión sexual. El galán otoñal lo tenía tan claro en la alfombra de los Feroz que parece que lo trajera pensado de casa. Sin embargo, he encontrado fisuras en sus palabras. Una mujer va a casa de un director de cine que va de peluchito por la vida y, de repente, al tipo le da un siroco y aquello se convierte en un petite Guantánamo de la macumba sexual. A lo mejor malinterpretó o dejó al viento algún llanto, algún temblor. Pongamos que esa mujer (que, cosas de la vida, no es la única) va al hospital y luego a la comisaría a denunciar con un total de cero testigos. Su palabra contra la palabra de un tipo de prestigio al que la gente adora. ¿Saben cuántas puertas se le cerrarían? ¿Saben cuánta gente diría ‘no sé, yo no estaba allí'?¿Saben cuántas veces sería acusada de haberse llevado lo que se merecía? Por supuesto que lo saben.
Una mujer puede sentirse atraída por un hombre y además desear trabajo. Y no merece ser violada. Una mujer puede sentirse atraída por un hombre y admirar su obra. No merece ser violada. Una mujer puede, incluso, sentir repulsión por un hombre y luego mantener relaciones sexuales con él esperando obtener un beneficio. Tampoco merece ser violada. Leyendo algunas reacciones (muchas) al reportaje publicado el viernes pasado, entiendo perfectamente que ni denunciaran antes ni hayan querido dar sus nombres. Y aun teniendo todas las de perder lo han hecho. Están contando que han sido agredidas sexualmente y a ustedes, los que “apoyan totalmente a las víctimas” (saben a quiénes me refiero) no han hecho otra cosa que tirarles piedras porque, mejor que denunciar o que contarlo en el periódico, lo que ustedes hubieran preferido es que se quedasen calladas.
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