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José Coronado: “Llámame como quieras, galán u hosco, pero dame trabajo”

El actor logra otro éxito con ‘Entrevías’ y ya son tres décadas en la cumbre. Para relajarse, pinta cuadros en las paredes de su casa

José Coronado, el 13 de julio posando frente a un cuadro suyo pintado sobre la pared de su casa en Madrid.
José Coronado, el 13 de julio posando frente a un cuadro suyo pintado sobre la pared de su casa en Madrid.Andrea Comas
Jesús Ruiz Mantilla

José Coronado (Madrid, 65 años) es puntilloso aunque a menudo suelta al niño que lleva dentro. Como le ocurrió en el encierro de la pandemia. Quería pintar pero no podía comprar lienzos. Así que utilizó las paredes de su casa como frescos, y ahí va plasmando sus obras. Entre las pinturas y el invernadero de la terraza, Coronado combate el verano tras cuajar durante 2022 otro éxito: la serie Entrevías, estrenada por Mediaset, que ha arrasado en audiencia tanto en abierto como en Netflix. Creada por David Bermejo y producida por Aitor Gabilondo, el actor encara otro personaje hosco con buen fondo, de esos que le hacen a medias repeler y atraer con matices, aunque lleven, como Tirso, un cascarrabias de aúpa dentro.

Pregunta. Últimamente le da por hacer papeles de hosco.

Respuesta. No es mi estilo y mi carácter, pero bueno. Fue Enrique Urbizu quien me enseñó a caminar por el lado oscuro con los personajes que me regaló en La caja 507, donde él estaba empeñado en que yo fuera el killer, No habrá paz para los malvados o Gigantes. Y ahora es un registro en el que me siento muy cómodo.

P. Aunque el Tirso de Entrevías o el Nemo de Vivir sin permiso tengan poco que ver con usted… ¿O sí?

R. Todo lo contrario.

P. ¿Usted era un galán o lo es todavía…?

R. Bueno, sí, como quieras, llámame galán u hosco, pero que me den trabajo.

La verdad da una tranquilidad... Y se puede decir la verdad. Con educación, buenas maneras, se puede decir cualquier verdad. Eso es calidad de vida”

P. Eso no le falta.

R. No, no, y lo bueno es eso, que no me falta ni me ha faltado.

P. ¿Cómo se mantiene uno tres décadas en la cumbre sin caer?

R. Dándole a todos los palos. Teatro hay que hacer. Y por otra parte, no renegar de la televisión. Cuando yo empecé, muchos actores de cine y teatro no se dignaban. Y yo me decía: “¿Cómo podéis negaros a trabajar en un medio que ven millones de personas?”. No lo entendí nunca. Y mira ahora…

P. Usted desde Anillos de oro hasta ahora lo veía venir, ¿no? Que en las series acabarían todos...

R. Algunos con goyas, y todos los veo ahora haciendo series como verracos.

P. ¿Y le entra la risa?

R. No, simplemente me congratulo de haber seguido estos pasos. Pero no solo de las series o las películas o el teatro, sino de recitar poesía, poner voz a audiolibros. Todo ayuda a no quedarte parado y a intentar dejar una buena impronta de lo que eres para que vuelvan a llamarte.

P. Incluso después de aquel infarto.

R. Sí, me ayudó a establecer un orden de prioridades. Antes, todo era trabajo. El resto se adaptaba a ello. Ahora priman otras cosas. Hay gente que se busca el infarto. Yo mismo. Y me dio. Mi prioridad es vivir los años que me queden y disfrutarlos. Antes perdía el culo por hacer cualquier personaje y ahora no. Ahora pierdo el culo por estar con mi familia y disfrutar de la vida.

P. Ahora, además, le da por pintar paredes, ¿por qué?

R. Empecé en el confinamiento. Estaba encerrado en casa y como no había tiendas abiertas para comprar lienzos, me puse a dibujar en la pared. Cualquier cosa me valía. Me entretuvo mucho tiempo y ahora me gusta que sean cuadros vivos que debes ir remozando. Los retoco continuamente.

P. ¿Cuándo se acaba un cuadro?

R. Me imagino que cuando te desligas de él y lo vendes, pero como no es mi intención... Ni soy pintor, ni tengo ni puta idea.

Al fondo, otro cuadro pintado por el actor en su casa.
Al fondo, otro cuadro pintado por el actor en su casa. Andrea Comas

P. En estas obras se nota que es usted muy puntilloso. ¿El caos le enferma?

R. Sí, sí, absolutamente. Lo he comentado mucho con mi amigo Luis Zahera, que trabajamos juntos en Vivir sin permiso y Entrevías. Él se mueve a gusto en el caos. Yo, lo contrario. Necesito controlar todo.

P. ¿En la vida también?

R. Sí. Llego a rayar lo maniático, aunque yo creo que es metódico.

P. ¿Y eso le ha perjudicado?

R. Yo creo que me ha beneficiado, aunque corras el riesgo con la edad de convertirte en un viejo gruñón. Cascarrabias, un poco Tirso, pero para eso tengo a gente que me frena.

P. Confiese manías.

R. El orden. Pero sobre todo, la mala educación. Me pone de los nervios, no la soporto. Yo lo primero que hago al llegar a un rodaje es aprenderme el nombre de todo el mundo. No concibo la gente que lleve tres semanas en uno y no sepa cómo se llama la script. Ellos se dejan la vida por ti, qué menos. Yo tuve que hacer muchos kilómetros hasta que aprendí. Era muy malo al principio.

Tirso Abantos, el hombre demasiado enfadado con el mundo actual que interpreta José Coronado en 'Entrevías'.
Tirso Abantos, el hombre demasiado enfadado con el mundo actual que interpreta José Coronado en 'Entrevías'.Mediaset

P. ¿Cómo que muy malo?

R. No veo cosas del pasado porque me mortifica. Era muy acartonao. Pero donde no llegaba por talento, llegaba por buena educación. Y mientras tanto, aprendes el oficio.

P. ¿Cómo se aprende sobre la marcha este oficio?

R. Amándolo y trabajando con una seriedad absoluta hasta que logres divertirte como un niño. Porque al final es de lo que se trata. Yo nunca sufro en los rodajes.

P. ¿No es usted del método?

R. Yo soy de mil métodos. Sobre todo, del de disfrutar como un enano.

Al niño lo llevo dentro y espero morir con él”

P. Se nota que es lo suyo. ¿De ahí que pinte las paredes de su casa sin miedo a que nadie le eche la bronca?

R. Pues sí, pues sí, es verdad. Al niño lo llevo dentro y espero morir con él.

P. ¿Cree que sabemos disfrutar poco de cada chaval trasto que llevamos dentro?

R. Eso parece. Vivimos corriendo en vez de disfrutar el momento. Por eso me gusta ir a Jamaica, a perderme. O disfrutar del Himalaya. El budismo, como concepto, me parece muy acertado. Ir a cada paso, en vez de 10 por delante, que es a lo que nos empuja esta vida. Sin que sea religioso, por desgracia, ¿eh? Mi religión es vivir bien la vida.

P. ¿Y cómo se hace?

R. Sin joder a nadie y aportando algo a quienes te rodean.

P. ¿Huele usted el éxito o le hacen ya las series a medida?

R. Bueno, algo puedo intuir. Y en cuanto a lo otro, ya me lo he ganado, ¿no? Aunque me dé algo de pudor y respeto reconocerlo. Estas dos últimas, con Aitor Gabilondo como productor, con quien ya veníamos acertando desde El príncipe, han sido caballos ganadores. Mediaset además es mi casa, me conocen y me tratan muy bien. Pero uno procura hacer lo que depende de él lo mejor que puede. Yo siempre espero lo menos, luego lo que venga de más, son todo alegrías. Y las disfruto. Siempre intento controlar las ilusiones.

P. ¿Se ha llevado muchos chascos?

R. Hombre, claro. Y duelen, pero es de lo que más aprendes. Con los buenos siempre es fácil trabajar, pero cuando tienes que defender un guion de mierda o estar a expensas de un director que no aporta o un actor que no te carga las pilas, es una putada.

Vivimos corriendo en vez de disfrutar el momento. Por eso me gusta ir a Jamaica, a perderme. O disfrutar del Himalaya. El budismo, como concepto, me parece muy acertado”

P. Cuando un chico progre como usted lee en el guion las cosas que dice un personaje como Tirso, que debe votar a Vox, ¿le da yuyu repetirlas?

R. Sobre todo si las suelta desde el principio, así. Se te quita el miedo, hace gracia que si ven en mí a un tipo amable me oigan decir esas cosas.

P. Algunas de ellas, racistas. ¿Por qué irá eso en algunos aspectos a más?

R. Viene de tiempos inmemoriales, pero cada vez hay más gente metiendo mierda por todas partes, empezando por las redes. En esta extensión de nuestras vidas que es el teléfono y que puede acabar contagiando a quien no lo es, por borrego, ¿a qué mundo vas a traer hijos?

P. Usted tiene dos.

R. Sí, pero era otro mundo. Ha cambiado mucho esto. ¿Quién coño iba a pensar que asaltaran el Capitolio, que fuéramos a estar encerrados un tiempo, que atacaran por ahí a mandatarios como el de Japón? ¡O el cambio climático! ¡Es que puede ocurrir cualquier cosa! Esto es muy peligroso. Antes no, porque no existía esto, digo redes o teléfono, que incitaba.

Yo siempre espero lo menos, luego lo que venga de más, son todo alegrías. Y las disfruto. Siempre intento controlar las ilusiones”

P. ¿Cómo encuentra, pues, paz y sosiego en vez de tanto miedo?

R. Yo ahora ya miedo no tengo. Porque he luchado contra él y pienso morirme sin él. A mí me preocupan mis hijos. Pero lo que creo es que debo decir la verdad, es algo que aprendí de películas como La vida de nadie. La verdad da una tranquilidad... Y se puede decir la verdad. Con educación, buenas maneras, se puede decir cualquier verdad. Eso es calidad de vida.

P. ¿Le ha sacado jugo a sus personajes para aprender a vivir?

R. He sacado yo más de mis personajes que ellos de mí. Sin duda. Eso es lo maravilloso de este oficio. Que aprendes de todo y te cambian. Te ayudan a desprejuiciarte. Es algo que trato de transmitir a mis hijos: no prejuzguéis.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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