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COLUMNA
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Atlanta 1970, el festival olvidado que se midió con Woodstock

Jimi Hendrix tocó para una gran multitud en Georgia, quizás la mayor de su corta carrera. Un documental recuerda la invasion ‘hippy’ de un Estado muy conservador

Jimi Hendrix, en agosto de 1970 en el festival de la Isla de Wight.
Jimi Hendrix, en agosto de 1970 en el festival de la Isla de Wight.Doug McKenzie (Getty Images)
Ricardo de Querol

Buscando un buen concierto se puede dar con un buen documental. La película Jimi Hendrix: Electric Church (en Filmin) recoge el que dicen fue el mayor baño de masas del guitarrista más innovador que dio el rock: su actuación en el Atlanta Pop Festival el 4 de julio, fiesta nacional, de 1970, dos meses y medio antes de morir con 27 años. El melómano disfrutará con las habilidades de Hendrix con las seis cuerdas, incluida esa mítica versión psicodélica del himno de EE UU, The Star-Spangled Banner, que en esos años convulsos tenía un fuerte mensaje político: esta es también nuestra patria. El filme sirvió también, cuando salió en 2015, para arrojar luz sobre lo ocurrido en Atlanta aquel verano, el siguiente al de Woodstock pero sin su mito.

Se dice que en Atlanta hubo más público que en Woodstock: es indemostrable, porque a ambos se coló muchísima gente sin entrada; las tomas aéreas muestran una muchedumbre similar que se pierde en el horizonte de las respectivas explanadas. El cartel resistía la comparación (además de Hendrix, que era la sensación del momento, estuvieron BB King, The Allman Brothers Band, Richie Havens o Ten Years After), aunque no llegó a ser tan apabullante. Había grandes diferencias. La principal, que en Atlanta no se filmó una película como la de Michael Wadleigh que grabó en piedra la leyenda de Woodstock. Y otra no menor: Georgia era y es un estado mucho más conservador que Nueva York, y entonces apenas salía de la segregación racial. Allí la invasión de los hippies, un buen número de ellos nudistas, causó más conmoción.

Medio filme nos cuenta cómo se vivieron aquellos días en Byron, un pueblo de 5.000 vecinos. Conocemos al sheriff, que de entrada dejó fluir el festival sin más vigilancia que la suya. Luego reclutó a unos moteros para vigilar el perímetro: el recinto en sí era un lugar sin ley. Conocemos a otros vecinos perplejos ante lo que ocurría, algunos escandalizados y otros que ayudaron a alimentar a esa multitud.

Fue el último gran festival hippy, se dice una y otra vez en la película. Sería en EE UU, porque le siguió en agosto el de la Isla de Wight, Inglaterra, donde también tocó y triunfó Hendrix solo 18 días antes de morir. En Atlanta no pasó nada grave, aunque bien pudo pasar como había pasado en Altamont meses antes. El caos no podía ser la norma y el negocio de los conciertos se fue profesionalizando. Aquel tiempo no volverá, pero no podemos dejar de revisitarlo.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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