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Las criptomonedas, una vía de escape (todavía abierta) para los oligarcas rusos

El uso de bitcoins ha crecido en Rusia desde que se inició la guerra. Los ciudadanos ven en las divisas digitales la forma de no perder poder adquisitivo; los poderosos, la manera de burlar las sanciones

Cryptocurrency Russia
Un guardia armado recorre las instalaciones del BitRiver Rus LLC, la granja de bitcoins más grande de Rusia, ubicada en Bratsk.Bloomberg
Manuel G. Pascual

Las sanciones económicas impuestas contra los oligarcas rusos pueden tener un punto débil: las criptomonedas. Los datos muestran que en Rusia se ha disparado el interés por estos activos. Se ha especulado mucho con que si los grandes magnates del país logran transformar sus rublos en bitcoins podrán eludir el cerco internacional al que están sometidas sus cuentas. La propia naturaleza de las criptomonedas, que viven en un sistema propio y no son fiscalizadas por bancos centrales, permitiría asegurar sus fondos para transformarlos en dólares cuando todo pase. Y sin perder capacidad adquisitiva, ya que a diferencia del rublo, más que hundido en los últimos días, el bitcoin sube. Los movimientos de las criptodivisas no necesitan realizarse con nombres y apellidos, como sí ocurre con las transacciones bancarias, que se verán afectadas por la desconexión de la plataforma de pagos SWIFT y, desde el jueves, por la restricciones impuestas por Visa, Master Card y American Express.

¿Son entonces las criptomonedas la vía de escape de los oligarcas a las sanciones económicas impuestas por Occidente? Puede que en parte. Aunque, presumiblemente, la mayoría de su patrimonio (algunos jerarcas acumulan decenas de miles de millones de euros) ya estuviera a salvo. “Hay que tener en cuenta que estos oligarcas pueden tener su residencia fiscal en otro Estado, o contar con grupos de sociedades que operan en distintas jurisdicciones, por lo que es posible eludir, al menos parcialmente, las nuevas sanciones”, indica Moisés Barrio, letrado del Consejo de Estado y autor del libro Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (Wolters Kluwer, 2021).

Movimiento hay. Tal y como adelantó el rotativo financiero Les Echos, hace meses que algunos de estos magnates empezaron a transferir dinero a las criptodivisas. Lo que está todavía por ver es que puedan recuperarlo. Su suerte dependerá en buena medida de hasta dónde decidan implicarse las plataformas de cambio de divisas digitales, también conocidas en la jerga como exchanges.

El lunes 28 de febrero, representantes de la Casa Blanca y del Tesoro estadounidense se reunieron con algunas de las mayores exchanges para pedirles que dejaran de operar en Rusia para asegurar el cumplimiento de las sanciones impuestas por Washington. El jueves, una de las principales plataformas, Binance, ya se había negado. “No estamos en contra de nadie. Diferenciamos entre los políticos rusos que inician guerras y la gente normal. Muchos ciudadanos rusos no están de acuerdo con la guerra”, declaró el fundador y CEO de la compañía, Chanpeng Zhao. El viernes llegó la negativa de Coinbase, otra de las grandes. “Creemos que todo el mundo se merece tener acceso a los servicios financieros básicos hasta que la ley diga lo contrario”, dijo en Twitter el máximo responsable de la plataforma, Brian Armstrong. “A veces lo más difícil de tener poder es saber cuándo no usarlo”, alegó el fundador de Kraken, Jesse Powell, para justificar su negativa.

Ponerle puertas al campo va en contra del espíritu mismo de las criptomonedas, argumentan muchos entusiastas de este movimiento. Aunque la mayoría de casas de cambio acata las indicaciones de la UE y EE UU de dejar de operar en Rusia, otras se muestran favorables a bloquear sus servicios solo a determinadas cuentas. Para eso hace falta saber a cuáles dirigirse.

La importancia de las plataformas

Cuando alguien quiere adquirir un bitcoin necesita encontrar a quien se lo venda. Hay dos formas de hacerlo: por su cuenta, acordando una transacción por internet con algún interesado (y corriendo el riesgo de ser timado), o recurriendo a una plataforma de cambio, que puede estar o no regulada. La inmensa mayoría opta por los exchanges regulados, como Binance, Kraken o Coinbase, precisamente en busca de garantías.

Estas plataformas son clave por dos motivos: exigen identificación a sus clientes y son los únicos grandes tenedores de bitcoin. Esta criptomoneda se apoya en blockchain, una tecnología que permite ver la cantidad de dinero que tiene cada dirección o usuario. “Las direcciones con más bitcoins son las de los exchanges. El oligarca que quiera comprar grandes cantidades de bitcoins tendrá que pasar necesariamente por una de estas plataformas”, señala Javier Pastor, director de ventas de la plataforma española Bit2Me.

Para registrarse en una casa de cambio regulada hace falta aportar el pasaporte y una foto de carnet adicional que coincida con la del documento. En caso de que se quieran comprar criptomonedas se tiene que demostrar además de dónde viene el dinero que se va a usar para la compra. “La idea es que todos los exchanges seamos de ayuda en las investigaciones policiales, por ejemplo en las de blanqueo de capitales”, añade Pastor.

Nadie puede impedir que alguien le dé un billete de 50 euros a otra persona. Con las transacciones de bitcoins pasa lo mismo. Pero sí se puede bloquear a los intermediarios, como los bancos en el plano físico o los exchanges en el de las criptos.

Cómo llegar hasta los oligarcas

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, dijo ya el 25 de febrero, al día siguiente de iniciarse la invasión, que la UE necesita una legislación que regule las transacciones de criptomonedas, entre otras cosas para controlar los movimientos de capital de los jerarcas rusos. La ley ya prevé mecanismos para intervenir las cuentas o wallets de bitcoins u otras divisas criptográficas. “En España, la Agencia Tributaria, a través de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF), tiene planes específicos para detectar las transacciones en criptomonedas. Su propiedad debe ser consignada en la declaración de bienes en el extranjero y sus ganancias tributan por IRPF y Patrimonio”, explica Barrio. “Los tribunales españoles pueden bloquear los wallets operados por proveedores radicados en España o con sucursales en nuestro país y acudir a los mecanismos de cooperación judicial en los restantes casos”, añade.

Quien quiera ingresar grandes cantidades de dólares procedentes de bitcoins en cuentas en bancos suizos, muy del agrado de los oligarcas rusos, o en algún paraíso fiscal aparecerá automáticamente en todos los radares. Para el economista francés Thomas Piketty, perseguir estos movimientos es en realidad sencillo: “bastaría con que los países occidentales creasen por fin un registro financiero internacional que llevase la cuenta de quién posee qué en los distintos países”, escribió este domingo en EL PAÍS.

También se puede intervenir selectivamente antes de que se produzca la conversión de moneda. “Hay empresas, como las exchanges, que pueden marcar las billeteras que se haya identificado que estén relacionadas con el Gobierno ruso o sus colaboradores, igual que se hace con las que provienen de hackeo o el narcotráfico. Se debería monitorizar esas transacciones y bloquearlas, pero no a todos los ciudadanos rusos”, opina Jorge Soriano, cofundador y CEO de la casa de cambio de criptomonedas Criptan.

Bloquear solo las cuentas de una lista negra es la opción preferida por muchos profesionales del sector. “Es complicado de hacer, pero se puede conseguir si los servicios de inteligencia identifican direcciones de bitcoin de Putin u otras personas clave y se le dicen luego a los exchanges que no acepten intercambios de ellos”, argumenta Raúl Marcos, CEO del exchange Carbono.com.

El despertar de las ‘criptos’

El uso de las criptomonedas, especialmente de bitcoin, se ha disparado en Rusia y Ucrania desde que se inició la guerra. En algunos días el volumen de conversión de rublos a bitcoins ha superado los 140 millones de dólares, según datos de CryptoCompare recogidos por Euronews. Los ciudadanos rusos han visto en esta divisa digital descentralizada la forma de retener su capacidad adquisitiva ante el desplome del rublo, como ya hicieron antes que ellos los venezolanos o los argentinos. En Ucrania, que antes de la invasión era el cuarto país del mundo en el que más se usaban las criptomonedas, la gente ha recurrido al bitcoin para transportar fácilmente su dinero en un pendrive y lograr que sus ahorros no pierdan valor en un momento en el que la incertidumbre es total.

El Gobierno ucranio, por su parte, se ha apoyado en las criptomonedas para solicitar donaciones para financiar la defensa del país. La cuenta oficial de Twitter del Gobierno lleva días difundiendo las direcciones de bitcoin y ether, las dos principales criptodivisas, a las que enviar dinero para colaborar en la causa. Hasta el 1 de marzo recibió por esta vía más de 15 millones de dólares. La ONG ucrania Come Back Alive Foundation, por su parte, ha recaudado desde su fundación en 2014 con motivo de la invasión de Crimea 8,5 millones de dólares en bitcoins.

Kiev planea también emitir NFTs (activos digitales no fungibles) para sostener la guerra contra Rusia, según adelantó el Financial Times. La semana pasada se supo que una de las fundadoras del grupo de activistas Pussy Riot subastó por más de seis millones de euros un NFT de la bandera de Ucrania, dinero que se usará para apoyar a los damnificados por el conflicto bélico.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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