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Jesús García Pitarch, exdirector deportivo del Valencia, condenado por los whatsapps que le envió a su exnovia: “Eres una auténtica mierda”

Un tribunal de Zaragoza condena al también exfutbolista por un delito de injurias leves a 30 días de localización permanente, y la prohibición de comunicarse y acercarse a ella al menos a 200 metros durante seis meses

García Pitarch, en primer plano, durante su época como director deportivo del Valencia.
García Pitarch, en primer plano, durante su época como director deportivo del Valencia.MANUEL BRUQUE (EFE)
Isabel Valdés

M. y Jesús García Pitarch, el exfutbolista y director deportivo del Valencia hasta 2017, tenían una relación como pueden ser otras muchas. Lo estuvieron dejando y volviendo varias veces entre 2014 y agosto del pasado año, hasta que ella vio que aquello le suponía “un deterioro físico y psicológico”. Era “una relación conflictiva [...], con altibajos”, dice ahora la sentencia que condena a García Pitarch por un delito leve de vejaciones contra la que ya era su ex: 30 días de localización permanente, la prohibición de acercarse a ella a menos de 200 metros ni comunicarse de ningún modo —ni escrito ni verbal ni visual—, por los mensajes que comenzó a enviarle después de dejarlo definitivamente.

El primer whatsapp fue después de una foto que ella colgó en Instagram: “Me avergüenza que mis amigos vean esta foto, se te va la cabeza, tú misma, lo siguiente Only Fans”. A ese le siguió un segundo: “Tú flirteabas públicamente enseñando el culo, cómo me voy a casar con alguien que enseña a todo el mundo su culo, y me falta al respeto públicamente, me gusta pensar que me gustas?, que tiene una única foto conmigo y la borra y le pido que la ponga y me dice que sí, pero no la pone, cásate con Instagram, al actual también le encantará que enseñes el culo”.

Uno más el 30 de septiembre: “Das pena, has quedado delante de todo el mundo como lo que eres una auténtica mierda, como lo que eres, que haces con Fofito (refiriéndose a su pareja), das pena Marta, siento mucho que hagas este ridículo, todo en Zaragoza enterado, imagínate lo que piensan de ti”. Y un último: “Deja de decir que te he tratado mal, has tomado una mala decisión y para justificarte te montas una pelicula y te la quieres creer, sabes que eso no es verdad, Fofito no tiene hombros, es un cateto paleto, nunca vas a ser dueña de una bodega de 4 o 5 generaciones egoísta narcisista, solo pendiente de ti, eres muy mala”.

Después de aquellos mensajes, ella decidió denunciar y él reconoció haberlos enviado, “si bien, mostró en sala su arrepentimiento por ello”. Y por ello la jueza, Belén Ballestín, Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Zaragoza, decidió condenarlo por ese delito: “Debemos tener en cuenta que el delito leve de vejaciones […] abarca todas las conductas consistentes en maltratar, molestar, perseguir a otro, perjudicándole o hacerle padecer, según resulta de la definición la acción de vejar el diccionario de la Real Academia de la Lengua “maltratar a una persona haciéndola sentirse humillada”. Y eso, añade, “comporta un atentado contra la libertad de la persona”.

La sentencia no hace alusión a ello, pero esas injurias leves forman parte de comportamientos tóxicos en las relaciones que en ocasiones implican violencia, aunque sea a través de WhatsApp. Una violencia que experimentan o a la que han estado expuestas tres de cada cuatro mujeres en el mundo, según la ONU. “Es parte de un contínuum de violencia contra mujeres y niñas que ahora fluye en el nuevo escenario online-offline. Dada la interrelación de las tecnologías en nuestras vidas, las violencias de género ahora se han entrelazado y mutado en nuestra realidad continuamente conectada”, recoge en el informe Ciberviolencia y ciberacoso, de 2022.


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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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