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Los alérgicos al polen afrontan una primavera “leve” en el Mediterráneo y “moderada” en el centro peninsular

Los datos disponibles de los cipreses, la primera planta que suele dar problemas, son hasta ahora más bajos que en 2022 debido a las borrascas que han afectado a España, según la sociedad de alergólogos

Una mujer alérgica al polen.
Una mujer alérgica al polen.
El País

Las primavera que ahora empieza no será la peor de los últimos años para los cerca de ocho millones de españoles con algún tipo de alergia al polen, según las previsiones presentadas este miércoles en Madrid por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Los datos que maneja la entidad, basados en un modelo matemático que tiene en cuenta los registros históricos y las previsiones metereológicas, anticipan una primavera en general “leve” en todo el litoral mediterráneo y más complicada en algunos puntos del interior como zonas de Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid. En estas zonas, el impacto irá de “moderado” a más intenso, según las características geográficas y climáticas de cada zona.

“Es difícil hacer una predicción de todos los pólenes, pero viendo cómo evolucionan las gramíneas, podemos hacernos una idea de cómo va a ser la estación”, ha afirmado el presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC, Juan José Zapata. Entre los alérgicos al polen, la gran mayoría —cerca de siete millones— los son a las gramíneas, seguido en orden por el olivo, cipreses y plátano de sombra.

Según la SEAIC, las ciudades del litoral mediterráneo como Barcelona, Palma, Murcia, Tarragona, Alicante y Castellón tendrán niveles de polen entre 1.000 y 1.200 granos por metro cuadrado, cifras que se acercarán a los 2.000 en capitales del interior como Lleida y superarán los 4.000 granos en amplias zona de la Meseta sur.

Los datos disponibles hasta el momento son los de los cipreses o cupresáceas, que suelen ser los primeros pólenes en aparecer antes de la primavera. Hasta el momento, han tenido un comportamiento diferente con respecto al año pasado, ya que los primeros meses de este año han sido más fríos debido a borrascas como Gerard y Juliette a finales de febrero. Esto ha hecho que los granos de este polen se hayan mantenido en niveles inferiores a los de 2022, aunque en las últimas tres semanas la situación ha cambiado y la “tendencia es alcista”, según la SEAIC.

Esta sociedad científica destaca cómo la lluvia incide de dos maneras contrapuestas en la relación entre el polen y la salud de los pacientes. “A corto plazo, humedece los pólenes que hay flotando en la atmósfera, aumentando su peso y favoreciendo su depósito en el suelo, impidiendo que puedan penetrar en las vías respiratorias. Esto disminuye los síntomas de los pacientes alérgicos cuando este lloviendo. Sin embargo, a largo plazo la lluvia favorece el crecimiento de todas las plantas, sobre todo las gramíneas, lo que contribuye a un mayor desarrollo y un aumento en la producción de pólenes de gramíneas que se van a dispersar por la atmósfera en su momento de floración, con un aumento de los síntomas alérgicos”, concluye Zapata.

Recomendaciones y diagnóstico

Los responsables de la SEAIC ha destacado que “es fundamental obtener un diagnóstico clínico certero” sobre las causas de los procesos alérgicos que sufre el paciente, a qué pólenes es sensible y seguir los consejos de los profesionales sanitarios. “Tender las sábanas en los tejados es convertir a estas prendas de ropa en grandes captadores de polen que luego nos llevamos a la cama. Es algo que hay que evitar. Otra recomendación es darse una ducha a la vuelta de determinadas áreas, como polígonos, donde haya muchos cipreses”, han ilustrado.

Los alergólogos también han avisado de que la tardía ola de la gripe puede tener un impacto negativo sobre los procesos alérgicos. “Con las mucosas ya alteradas por las infecciones respiratorias, los síntomas típicos de los procesos alérgicos pueden ser más virulentos”, explican.

La Sociedad ha destacado la “revolución tecnológica” en las áreas de la biología molecular y estructural, que ha tenido un significativo impacto no solo en el diagnóstico y manejo de los pacientes con enfermedades alérgicas, sino también en la comprensión de los mecanismos fisiopatológicos de éstas. “En los últimos años, gracias al diagnóstico molecular, se puede conocer la molécula alergénica causante del problema con el fin administrar un tratamiento con lo más personalizado posible para cada paciente. Para un correcto tratamiento es necesario conocer exactamente a qué se tiene alergia, es decir, un diagnóstico de precisión realizado por un alergólogo”, ha explicado el Ignacio Dávila, presidente de la SEAIC.


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