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“Me despidieron de una farmacia por negarme a vender un antibiótico sin receta”

Los hermanos Felipe y Raúl de la Fuente denuncian en el libro ‘De venta en farmacias’ un modelo que consideran más basado en los beneficios económicos que en la salud de los pacientes

Libro De venta en farmacias
Felipe de la Fuente, coautor del libro 'De venta en Farmacias'.Mònica Torres
Pablo Linde

El libro De venta en farmacias (Sinequanon, 2023) está salpicado de principio a fin por ofertas de trabajo reales para farmacéuticos. Piden “habilidades comerciales”, “motivación en ventas”, “conocimientos de nutricosmética”, “de venta cruzada”, “de informática y redes sociales”. Y, en ocasiones, con remuneración “según incentivos”. Con estos ejemplos, sus autores, los hermanos Felipe y Raúl de la Fuente (Valencia, 38 y 33 años), boticario y nutricionista, pretenden denunciar el modelo de la farmacia en España, que en su opinión está más basado en el beneficio económico que en la salud de los pacientes.

Escrito por completo en “femenino inclusivo” para reivindicar una profesión y un sector en el que la gran mayoría son mujeres, el libro describe algunos ejemplos de productos de dudosa eficacia que venden las farmacias. Pero no se trata de una lista exhaustiva de estos pseudorremedios, sino que más bien los usan como prueba para sostener su tesis y abogar por un sistema público, como el de la farmacia hospitalaria, donde los profesionales no están motivados por las ventas. Responden, cada uno en un lugar distinto, por videoconferencia.

Pregunta. ¿Cómo definirían estos productos sin eficacia demostrada que venden en las farmacias?

Felipe de la Fuente. Normalmente, se basan en una idea, en una hipótesis que luego no se confirma con ensayos clínicos. Es decir, tienen una base teórica que sí que es real. De ahí se hace una hipótesis que luego habría que demostrar con estudios. Pero, o no se hacen o no dicen que está funcionando. Esto pasa por ejemplo con la carnitina, con algunas cremas o con ciertas vitaminas. Si hubiera que definirlas, yo las calificaría como inútiles.

P. ¿Cuál les parece más disparatado?

F. F. Sin duda, la homeopatía. Cuando compras vitamina C, al menos sabes que estás tomando algo. Lo que pasa es que decidimos no incluir la homeopatía en el libro porque hay otras muy buenas obras que ya hablan de ella.

P. ¿Y por qué la venden las farmacias, si es tan disparatada?

Raúl de la Fuente. Es la base de todo el libro: por lo mismo que en su día se vendieron las pulseritas esas famosas. Porque el sistema farmacéutico está basado en ganar dinero y es rentable vender este tipo de productos. Las farmacias le dan un aura de salud, porque si las venden se supone que tiene que funcionar. Pero no es así. Y luego hay una parte de creencia: hay profesionales farmacéuticos que de verdad creen que lo que dan es bueno para el paciente.

P. ¿Cuáles son los más peligrosos?

F. F. Volviendo al caso de la homeopatía, ahí puede haber peligro por omisión del tratamiento efectivo. Recordemos el caso del niño italiano fallecido porque sus padres le trataron una otitis con homeopatía. Luego hay otros productos basados en plantas que sí pueden ser eficaces, pero que según qué tipo de pacientes que tengan enfermedad renal crónica o alguna otra patología sí que puede tener efectos secundarios, no por el hecho de que sea fitoterapia, sino porque tiene un efecto fisiológico que puede provocar interacciones con otros fármacos.

P. De estos productos, ¿cuál es el más común?

F. F. Posiblemente la cosmética. Y luego creo que hay un producto estrella que se vende también mucho, que es el colágeno y también las vitaminas y los suplementos, pero no tengo datos para afirmarlo.

Tengo la sensación de que he estudiado cinco años para acabar vendiendo colágeno”

R. F. Están muy en auge los suplementos, puedes comprar batidos de chocolate en polvo o snacks que no son saludables.

P. Como nutricionista, también denuncia que las típicas dietas de farmacia no siempre son saludables.

R. F. Hubo una época en que se puso muy de moda una subcontrata a la que la farmacia cedía el espacio y ponía a una persona que daba asesoramiento nutricional. Normalmente, se veía presionada por la venta de productos. En general dan pautas genéricas que suelen acabar en complementos cuando no funcionan.

Felipe de la Fuente posa en Valencia el día de la entrevista.
Felipe de la Fuente posa en Valencia el día de la entrevista. Mònica Torres

P. ¿Y ya no está tan de moda?

R. F. Yo creo que las farmacias se han dado cuenta de que eso lo pueden hacer ellas, así que el asesoramiento nutricional se integra. Pero se siguen vendiendo este tipo de productos y siguen existiendo dietas elaboradas en farmacias con unas características similares.

P. ¿Cuál sería el sistema de farmacia ideal?

F. F. Podría ser como ahora, con esas 22.000 pymes, pero donde un farmacéutico, una farmacéutica, valida la medicación, tiene comunicación con los médicos. Tenemos el ejemplo de la farmacia hospitalaria [pública y gratuita], y no solo creemos que algo así sería posible, sino que incluso a largo plazo ahorraría costes tanto en medicamentos como en perjuicios asociados su mal uso.

P. ¿Esto pasaría por nacionalizar las farmacias?

F. F. Las farmacias son el único eslabón de la cadena asistencial básica que está 100% en manos privadas dentro de una sanidad pública y universal que decimos que tenemos. Hoy no existe un modelo en el que la farmacéutica te dé unas pautas, te valide una prescripción o que la comente con el médico y te la quite si lo considera necesario. Todo está supeditado a vender medicación. Muchos problemas vienen de la necesidad de ganar dinero, que tiene toda empresa y que puede ser completamente ético. No se puede decir que todo el mundo es igual, pero la base sobre la cual fluye todo esto es esa mercantilización. Defendemos que con una farmacia pública que no necesitara la venta del medicamento, ciertas malas praxis se eliminarían y estos productos o complementos desaparecerían, o simplemente pasarían a venderse en parafarmacia. Uno podría comprar su crema prohibitiva y dejar a la profesión farmacéutica ejercer como sanitarios. Porque la sensación cuando hablo con otras farmacéuticas es de que he estudiado cinco años para acabar vendiendo colágeno

P. Esto se ilustra muy bien en los anuncios de ofertas de empleo.

F. F. Sí, sí, sí. Buscan cosas como: “Se valora perfil comercial y experto en ventas, en marketing, en redes sociales”. Yo he estudiado Farmacia, tengo un máster, estoy haciendo la tesis y mi sensación cuando estaba en botica era: “Para esto me voy a una tienda cualquiera”. Es frustrante.

Aparte de mandarnos a Cuba, Venezuela, a Corea, a todos estos sitios, han dicho que estoy atacando a la profesión”

P. También denuncian que algunos farmacéuticos se aprovechan del conocimiento de datos médicos del paciente para venderles más productos de los recetados.

F. F. Sí, vienen a enseñarte expertos en marketing o comercio; lo llaman venta cruzada: “Si viene por una infección de orina o ves que tienen un hongo o tiene pautada una estatina por el colesterol alto, es posible que tenga calambres musculares; puedes darle Q10″. Y esto es algo que no le va a mejorar nada. Pero utiliza esa información confidencial especialmente protegida para vender más. Y es verdad, no lo hacen todos. Pero sí es habitual que lo disfracen como consejo para darle una mejora al paciente.

R. F. La persona está tomando la medicación junto al complemento, y le va a funcionar, pero no por el complemento, sino por el fármaco. Y hay que insistir en que a pesar de que consideramos es necesario un cambio de modelo, no hay que sustituir la medicación por otras cosas y que hay que adquirirla en farmacias, no acudir a cualquier otro lugar.

P. ¿Están recibiendo muchas críticas de sus colegas?

F. F. Hay quien se echa las manos a la cabeza porque esto es inviable, como si pensaran que nosotros mañana quisiéramos nacionalizar 22.000 empresas, cuando, de querer hacer algo así, debería ser un modelo transitorio. Y, aparte de mandarnos a Cuba, Venezuela, a Corea del Norte, a todos estos sitios, han dicho que estoy atacando a la profesión. Y yo creo que pintarles la cara a algunos no es atacarla, sino defenderla. Hay un silencio corporativista con esas cosas.

R. F. Hay muchísima gente dando las gracias y diciendo que somos muy valientes, de hecho me atrevo a decir que la mayoría. Pero también hay otra que te lanza críticas y te acusa de cosas que ni siquiera decimos. Dudo que todos se hayan leído el libro.

P. Al final del libro dan voz a colegas que se han puesto en contacto con ustedes para denunciar malas praxis o situaciones injustas. ¿Cuáles son las más frecuentes?

F. F. Hay mucha gente piensa que no ha estudiado cinco años para lo que está haciendo. Muchos son obligados a vender medicamentos sin la receta, son presionados para alcanzar un ticket medio para que no les echen el puro. A mí me despidieron de una farmacia la tarde del día que me contrataron por negarme a vender un antibiótico sin receta.


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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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