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Las hepatitis causadas por el alcohol se dispararon un 50% en España durante la pandemia

El aumento del consumo, la saturación del sistema sanitario y el debilitamiento de las redes de apoyo han castigado con fuerza a los colectivos más vulnerables

Oriol Güell
Botellón en la playa de Barcelona en julio de 2021, en la primera noche de vuelta del toque de queda por la pandemia.
Botellón en la playa de Barcelona en julio de 2021, en la primera noche de vuelta del toque de queda por la pandemia.JUAN BARBOSA

Las infecciones por coronavirus han causado 120.000 muertes y cerca de un millón de hospitalizaciones en España desde marzo de 2020. Pero el impacto de la pandemia sobre la sociedad y el sistema sanitario ha sido de tal intensidad que pasará mucho tiempo antes de que los investigadores puedan estimar con cierta precisión la magnitud real del daño que la crisis sanitaria ha causado en los ciudadanos.

Un grupo de especialistas ha puesto ahora el foco en una pequeña parte de esta nueva realidad y los resultados obtenidos son preocupantes: los casos de hepatitis alcohólica se dispararon un 50% tras el estallido de la pandemia en marzo de 2020. Un crecimiento que, según los expertos, pone de manifiesto las profundas consecuencias que los confinamientos, la saturación del sistema sanitario y el debilitamiento de las redes de apoyo tuvo sobre amplias capas de la población.

“Este tipo de hepatitis es la forma más grave de presentación clínica de la enfermedad hepática por alcohol y está asociada a una elevada mortalidad. La desarrollan personas con un consumo de alcohol crónico, intenso y que, además, ya suelen tener una enfermedad hepática de base”, explica una de las autoras del estudio, Elisa Pose, hepatóloga del Hospital Clínic (Barcelona).

El estudio está hecho con datos del Registro Español de Enfermedad Hepática por Alcohol (REHALC), la mayor fuente de información del país sobre estas dolencias, ya que monitoriza la actividad de 30 hospitales grandes y medianos de casi todas las comunidades autónomas. Estos centros atienden a cerca de 10 millones de personas, un 22% de la población española.

Los investigadores han analizado todos los casos de hepatitis alcohólica atendidos en los 30 hospitales entre enero de 2015 y diciembre de 2021. Y los ha dividido en dos grupos o cohortes: los atendidos antes y después del inicio de la pandemia en España. Los resultados muestran que, en los años anteriores, los centros sanitarios incluidos en el estudio atendían una media de 14 casos al mes de hepatitis alcohólica, cifra que se disparó hasta 21 (un 50% más) a partir de ese momento, con una marcada tendencia ascendente. Es decir, desde marzo de 2020 a diciembre de 2021, los centros atendieron a 460 personas por esta enfermedad.

Los datos también muestran que no solo hubo más casos, sino que estos fueron más graves y causaron una mayor mortalidad, algo atribuible al mayor consumo y al debilitamiento del sistema sanitario. Entre el total de los atendidos antes de la pandemia, un 26% falleció transcurrido un año de la hepatitis, porcentaje que se incrementó hasta el 31% durante la crisis sanitaria.

“Es el primer estudio europeo que cuantifica el impacto de la pandemia sobre la incidencia y mortalidad atribuible a las hepatitis alcohólicas. Era un fenómeno que habíamos notado en los hospitales y que mostraban estudios realizados en Estados Unidos. Pero ahora conocemos la dimensión del problema en España y podemos saber lo importante que ha sido”, afirma Elisa Pose, que también es una de las responsables del REHALC. La investigación será presentada este jueves en el congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), que se celebra esta semana en Madrid.

El primer factor que influyó en este incremento fue el mayor consumo de alcohol, según los autores. Una investigación realizada en Estados Unidos, incluida en el estudio, revela que las ventas totales de bebidas alcohólicas aumentaron cerca de un 20% a partir de marzo de 2020 y que este incremento se mantuvo en los dos años posteriores. No hay datos comparables en España, pero todos los expertos confirman que la pandemia y los confinamientos tuvieron el mismo efecto global, sobre todo entre la población más vulnerable.

“En algunos grupos, como personas más jóvenes y que suelen beber solo en un contexto social, el consumo en general descendió por el confinamiento. Pero en grupos con un consumo crónico y antecedentes de abuso hubo un incremento muy importante, el mayor que se ha producido en mucho tiempo”, explica David Fraguas, coordinador del Centro de Salud Mental del distrito Centro de Madrid.

Este responsable considera que las razones del fenómeno son varias e interrelacionadas: “Una es el uso de alcohol como forma de hacer frente a la ansiedad y frustración del momento. Otra, el mayor acceso debido a la interrupción de las actividades y relaciones sociales que mantenían a estas personas ocupadas en tareas ajenas al alcohol. Y, por último, la pérdida del seguimiento a estos pacientes, las recaídas y los nuevos diagnósticos no hechos”.

Plantillas sobrecargadas

David Fraguas ilustra el problema con un dato. El centro de salud mental que coordina perdió en marzo de 2020 la mitad de la plantilla, destinada a reforzar las sobrecargadas plantillas de los hospitales. “Todos los dispositivos de salud mental tratamos de seguir atendiendo al máximo de población posible, principalmente los casos más graves. Pero durante muchos meses fue imposible mantener la actividad previa. Esto hizo que muchos pacientes crónicos o que estaban en fases iniciales de seguimiento se desconectaran”, lamenta.

El golpe fue doble para los colectivos más vulnerables, lamentan los expertos. Personas con más problemas de salud mental, menos recursos, más aisladas socialmente y con antecedentes de abuso de alcohol, precisamente aquellas que más ayuda necesitaban para hacer frente a las consecuencias de la crisis sanitaria, se vieron privadas de un día para otro de muchas redes de apoyo.

Y el consiguiente aumento del consumo les castigó de forma mucho más grave debido a su peor estado de salud previo. “En una población ya castigada por un daño hepático previo, un incremento del 10% en el consumo se traduce en una subida mucho más importante de patologías como la hepatitis alcohólica. Pequeños aumentos en grupos vulnerables dan lugar a grandes impactos en salud”, resume David Fraguas.

M. es mujer, tiene 46 años y vive en el área metropolitana de Barcelona. Pide no revelar su nombre completo porque aún no ha “dado el paso” de presentarse “ante la sociedad como una alcohólica”. “Convivo con el alcohol desde el instituto, a veces mejor y a veces peor, pero se suponía que dentro de un cierto control”, cuenta.

A M. no le gustan las terapias. “Las he empezado varias veces, pero por alguna razón ni puedo ni quiero seguirlas”. Su gran apoyo, prosigue, era su médico de familia. “Iba de vez en cuando. Ella me escuchaba, me hacía análisis y me avisaba de que mi hígado empezaba a estar tocado. Entonces bebía menos durante unos meses. Era como mi alerta y mi colchón de seguridad”, recuerda.

“Todo se rompió con la pandemia”

Con el inicio de la pandemia, “todo se rompió”. “Me quedé sola en casa y me aislé. No pude hablar ni ver a mi médica durante dos o tres meses. Había cogido el coronavirus y estuvo muy enferma. Luego hablamos por teléfono algunas veces, pero yo ya estaba mal. Luego se jubiló. Empecé a pasar semanas en casa, bebiendo casi todo el rato”.

M. dice que la salvó un accidente, relacionado con el alcohol pero del que no quiere dar detalles. “Pase dos semanas en el hospital. Los médicos me dijeron que del accidente me iba a recuperar, pero que no iba a durar mucho si no paraba de beber. Tengo cirrosis, pero me he salvado de la hepatitis. No lo he dejado del todo, pero bebo mucho menos y, aunque me ha costado, he ido volviendo a mi vida anterior a la covid. Tengo otro médico de familia y estamos hablando sobre qué hacer”, remacha.

Jaume Sellarés es médico de familia y director del Centro de Atención Primaria Sardenya (Barcelona). “Hay un grupo de pacientes que necesitan entrar en programas de drogodependencias, pero que cuando se lo propones te dicen que ni hablar. Nuestro papel entonces es hacerles un seguimiento, minimizar los daños y acompañarles en el proceso de asumir el problema y buscar fórmulas para resolverlo. Esto es lo que se vio abruptamente interrumpido por la pandemia, pese a todos los esfuerzos que hicimos para evitarlo y seguirles acompañando”, lamenta.

Los expertos consultados coinciden en que, poco a poco, se está logrando empezar a revertir la situación. “Nuestro estudio termina en diciembre de 2021. Tenemos que ampliarlo para ver si en 2022 la tendencia vuelve de manera natural a la situación prepandemia. Nuestra impresión en la clínica diaria es que sí se está avanzando. Aumenta el seguimiento de los pacientes, gente que había vuelto a beber está regresando a los programas para dejarlo... Pero el impacto ha sido muy importante y las consecuencias las vamos a seguir notando durante años”, concluye Elisa Pose.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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