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Europa amplía la vacunación contra la viruela del mono a las personas con prácticas sexuales de riesgo ante el alza de casos

La medida tardará meses en poder aplicarse por la falta de dosis disponibles. Los contagios en el actual brote, el mayor registrado, superan los 10.000 en 60 países y hay las primeras evidencias de casos asintomáticos

Viruela del mono
Reactivos utilizados para detectar la presencia del virus de la viruela del mono en muestras de pacientes del Hospital de La Paz (Madrid).Pablo Blazquez (Getty Images)
Oriol Güell

Dos meses después de las primeras alertas sobre el mayor brote de viruela del mono registrado nunca en Occidente, el mundo sigue sin encontrar la tecla para frenar el aumento de contagios. Los casos detectados se acercan a 10.000 y se duplican cada 12 o 13 días sin que las tímidas medidas adoptadas hasta el momento para contener la circulación del virus parezcan estar surtiendo efecto.

Este escenario ha llevado a las autoridades a plantear un paso más en la estrategia de vacunación seguida hasta ahora en Europa. Inmunizar a los contactos estrechos de los positivos, la llamada vacunación en anillo, no está surtiendo efecto por la dificultad de completar el rastreo de contactos de los positivos. También están surgiendo evidencias que apuntan a la existencia de casos asintomáticos o con una afección tan leve que puede pasar desapercibida. Con estos elementos encima de la mesa, las autoridades ya se plantean abiertamente que sería más eficaz vacunar a la población más expuesta. Hasta el momento, cerca del 98% de casos corresponde a hombres que mantienen relaciones con otros hombres en ambientes donde es frecuente tener múltiples parejas, a menudo personas desconocidas.

“El brote ha alcanzado unas dimensiones que hacen muy difícil que vaya a acabarse por sí solo. Los casos suben a un ritmo sostenido y, aunque no sea exponencial, el fracaso de las medidas adoptadas hasta ahora hace necesario un cambio de estrategia”, afirma Carlos Maluquer de Motes, profesor de virología molecular de la Universidad de Surrey (Reino Unido) y experto en viruela.

El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) de la UE anticipó el giro en la estrategia el pasado viernes y ahora son los países más afectados los que van adoptando el cambio. Francia, que ha notificado 721 casos positivos —la gran mayoría de ellos en la región metropolitana de París— lo hizo el mismo viernes al anunciar que se recomienda, “además de la vacunación posexposición en torno a un caso confirmado, la vacunación preventiva de las personas más expuestas”. En este grupo se incluye a quienes declaran mantener relaciones sexuales de riesgo, trabajadores de establecimientos en los que estas se llevan a cabo y el personal sanitario más expuesto. El Reino Unido, con más de 1.500 casos y que desde el Brexit no forma parte del ECDC, ya adoptó esta estrategia a finales de junio.

España, la más afectada

En España, el país más afectado con más de 2.000 casos confirmados, la Comisión de Salud Pública revisará este martes la estrategia de vacunación seguida hasta ahora, ha confirmado el Ministerio de Sanidad. En el encuentro, en el que también participan las comunidades autónomas, Madrid propondrá “avanzar hacia la vacunación preexposición para incluir a la población con prácticas de sexo en grupo con desconocidos y múltiples parejas sexuales en el último año”, según un portavoz. Los expertos de la Ponencia de Vacunas han estudiado la conveniencia o no de la medida y han elaborado una propuesta que discutirá la Comisión, aunque no ha trascendido su contenido.

La Comunidad de Madrid es la más afectada de España, con 1.212 casos confirmados este lunes, aunque su peso relativo en el total de país sigue cayendo ante el avance de contagios en otras comunidades, principalmente Cataluña. Esta informó el pasado viernes de 282 nuevos positivos en una semana (hasta 662).

Según el ECDC, el uso preexposición de la vacuna entre las personas que incurren en prácticas de riesgo “sería la estrategia más eficaz” para hacer frente a las dificultades para rastrear e identificar contactos con las que se han topado los sistemas sanitarios. La razón es que buena parte de los contagiados no pueden —o rechazan hacerlo por razones personales— identificar a todos los contactos con los que han mantenido relaciones.

La ampliación del uso de la vacuna, sin embargo, choca por ahora con un problema de difícil solución a corto plazo: la falta de dosis disponibles. Bavarian Nordic, una pequeña compañía danesa, es la única fabricante del fármaco. El suero fue desarrollado con el apoyo de Estados Unidos por razones de bioseguridad para hacer frente a un hipotético resurgimiento de la viruela tradicional, erradicada desde 1979. La similitud de los dos virus hace que también sea efectiva contra la del mono.

Llamada Imvanex en Europa y Jynneos en Estados Unidos, esta vacuna está libre de los efectos secundarios que causaban las versiones utilizadas hace cuatro décadas para poner fin al azote de la viruela tradicional en el mundo. La capacidad de producción de Bavarian Nordic, sin embargo, es reducida y cualquier esfuerzo para ampliarla tardará en hacer notar sus efectos, ya que la fabricación del fármaco requiere de un largo proceso que dura entre cuatro y seis meses.

España ha recibido hasta el momento las primeras 5.500 dosis de la compra unificada que lidera la Comisión Europea y que el pasado 14 de junio cerró con la compañía un primer contrato de 110.000 dosis.

La otra herramienta farmacológica para hacer frente al brote es el antiviral Tecomirivat, de la farmacéutica estadounidense Siga. Al igual que la vacuna, fue desarrollado frente a la viruela tradicional, “aunque ha demostrado una buena eficacia también frente a la del mono en modelos animales”, explica Antonio Alcamí, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), por lo que ha sido aprobado para esta enfermedad por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y la FDA estadounidense. Con el actual brote, se han puesto en marcha varios ensayos para conocer mejor la eficacia del antiviral y también se estudia su potencial uso como preventivo preexposición, lo que podría suplir en el medio plazo la escasez de dosis de la vacuna.

Por ahora, ningún Gobierno se ha planteado aplicar medidas no farmacológicas contra la propagación del virus al estilo de las restricciones utilizadas frente al coronavirus. La razón esgrimida es que la gran mayoría de casos han demostrado ser leves, con una tasa de hospitalización que oscila entre el 3% y el 9% de los enfermos. Los ingresos, además, se deben en casi todos los casos al dolor y las grandes molestias que causa la erupción cutánea con la que cursa la enfermedad, especialmente en la zona genital y anal, y que puede durar hasta dos semanas más que al riesgo vital de los enfermos. El caso más grave en Europa del que han trascendido detalles ha sido el de un bebé de corta edad que se contagió en el Reino Unido en el ámbito doméstico y que tuvo que ser ingresado en la UCI, aunque se restableció.

La extensión del virus a nuevos grupos de población más vulnerables frente a la viruela del mono —principalmente niños, mujeres embarazadas y personas inmunodeprimidas— es una de las principales preocupaciones de las autoridades ante el crecimiento de casos, aunque por ahora el patógeno no ha demostrado una gran capacidad de contagio fuera de las prácticas de riesgo.

Esta fue una de las razones por las que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió el 23 de junio no declarar por ahora la emergencia internacional frente al brote. El director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, no ha ocultado sin embargo su preocupación ante el crecimiento de casos y la semana pasada anunció su intención de volver a evaluar la situación en una nueva reunión de expertos que prevé convocar la próxima semana “o antes si es necesario”.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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