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Ocho comunidades registran menos de 10 fallecidos por covid en una semana

Murcia, Baleares, Cantabria y La Rioja reportaron menos de una muerte diaria entre el 19 y el 25 de abril

Un sanitario en la UCI del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, el 4 de mayo.
Un sanitario en la UCI del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, el 4 de mayo.MASSIMILIANO MINOCRI
Jessica Mouzo

El coronavirus ha empezado a dar un respiro al contador de fallecidos en toda España y algunas comunidades ya pasan días sin registrar ningún fallecido. Según los datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, del 19 al 25 de abril, última semana con datos más consolidados, ocho comunidades reportaron menos de 10 muertes cada una. De ellas, Murcia, Baleares, Cantabria y La Rioja notificaron menos de un fallecido al día. Aunque todavía puede haber retrasos en la notificación que podrían alterar algún dato, las cifras de la semana siguiente confirman la tendencia e, incluso el miércoles, con los datos provisionales del informe del Ministerio de Sanidad correspondientes a los últimos siete días, la evolución de las muertes se consolida: la vacunación y la caída de la transmisión por las restricciones sociales ha desplomado los fallecimientos.

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Desde finales de enero, los efectos de las vacunas y el bajón en los contagios propiciado por las medidas de control social, como el toque de queda o la limitación de reuniones, fueron el punto de inflexión para aminorar el goteo de muertes. Con la población más vulnerable cada vez más protegida —el 90% de los mayores de 60 años tienen, al menos, una dosis puesta—, la evolución habitual de las curvas de contagios, hospitalizaciones y muertes ha cambiado. “Lo que vimos hace un par de semanas es que la curva de muertes no subió en la cuarta ola. Tendría que haber aumentado después del incremento de las infecciones, pero no se vio así”, apunta la física Clara Prats, experta en modelos computacionales de enfermedades infecciosas en la Universidad Politécnica de Cataluña. Desde finales de enero, las hospitalizaciones también cayeron un 77%, aunque en las unidades de cuidados intensivos (UCI) el ritmo de bajada es más lento porque los pacientes que ingresan son más jóvenes y tienen estancias más largas, explican los expertos.

Un portavoz del Instituto de Salud Carlos III señala que se necesitan al menos 18 días para consolidar las estadísticas oficiales, así que, para sortear los efectos de un retraso en la notificación de fallecidos, los últimos datos más robustos que hay son los de la semana del 19 de abril, cuando se produjeron 452 muertes a causa de la covid. Esa semana, el mayor número absoluto de muertes se concentró, como ya ha ocurrido a lo largo de toda la pandemia, en Madrid, Andalucía, País Vasco y Cataluña, algunas de las comunidades con más población. En términos relativos, aparte de Ceuta y Melilla, la tasa más elevada de fallecidos por cada 100.000 personas la registraron el País Vasco (con 2,94), Navarra (1,99) y Madrid (1,68). En cambio, Asturias, Galicia, Canarias, Extremadura, Murcia, Baleares, Cantabria y La Rioja reportaron por su parte menos de una decena de fallecidos cada una en esos siete días.

Desde entonces, y aún a riesgo de que oscilen un poco los números en los próximos días, la tendencia ha continuado en esa línea. “Cada vez habrá más lugares donde tendrán más días sin fallecidos. Habrá muertes, pero serán más espaciadas. Donde nos va a costar más es en Madrid, Cataluña o Andalucía, que tienen tanta población como Suecia. Hasta el final del verano será difícil ver una reducción importante de muertes, pero puede que, cuando se acelere la vacunación con los fármacos de Janssen, bajen las muertes de manera importante”, valora Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad.

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Las variables que influyen a la hora de bajar el contador de fallecidos son muy diversas, coinciden los expertos. Para empezar, el nivel de transmisión comunitaria y la incidencia acumulada: a mayor incidencia, más contagios y, por tanto, más hospitalizaciones y muertes. Infante explica: “Cuando la transmisión es igual, operan otras variables, como la estructura demográfica de la población. También todos los elementos que favorecen la agregación de personas, como la mera densidad de población: a igual transmisión y estructura demográfica [las personas mayores son más vulnerables], habrá más probabilidad de contagios en el área metropolitana de Madrid o Barcelona que en la España vaciada. Todo es un sumatorio. No hay ninguna variable que opere sola: es una suma de probabilidades”.

El experto agrega a este cómputo, además, “factores de orden político-sanitario que dificultan la transmisión” y pone un ejemplo: “Valencia tiene una alta densidad de población, pero el factor diferencial es la política sanitaria [ha aplicado medidas de control muy restrictivas], que es distinta a la de otras zonas con alta densidad, como Madrid o Barcelona”. La estructura de la población, cómo viven los más vulnerables —si están más o menos institucionalizados en residencias, por ejemplo— y la tasa de vacunación son otros de los factores determinantes en la evolución de las muertes. “Y el comportamiento de la gente, sobre todo, entre los grupos poblacionales que crean ser menos susceptibles”, apostilla Infante, y puedan rechazar el cumplimiento de las medidas de control de la transmisión.

A corto plazo, insisten los epidemiólogos, el goteo de fallecidos continuará. “Hay casos de personas mayores que, a pesar de estar vacunados, pueden fallecer. Las vacunas no tienen el 100% de efectividad. Como mucho, del 95%, y en zonas como Madrid o el País Vasco, con más incidencia [267 y 333 casos por 100.000, respectivamente], estas personas vulnerables tienen más riesgo de toparse con ese 5% de probabilidad”, apunta Rafael Ortí Lucas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph). También personas que están en grupos de riesgo y no están vacunadas, agrega el epidemiólogo, como personas en tratamiento de diálisis, en quimioterapia o con enfermedades raras e inmunosupresores, que todavía no han recibido la vacuna, ejemplifica. “El factor clave es la vacunación: si protegemos a los que están más expuestos a morir, lo lógico es que se reduzcan más las muertes. Entraremos en un escenario en el que haya muertes selectivas, de gente con problemas de base o factores de riesgo específicos”, concreta Ortí Lucas.

Letalidad

Para analizar la evolución de los fallecidos en las comunidades autónomas, los expertos miran también la tasa de letalidad, que describe el porcentaje de fallecidos respecto al total de contagiados en un territorio. La letalidad más alta durante la pandemia se ha registrado en Asturias: el 3,8% de los contagiados han fallecido. “Hay que dividir dos grupos: los que están por debajo del 2% y los que están por encima y significa que han tenido más muertos”, apunta Ortí Lucas. La Rioja, País Vasco, Madrid, Extremadura, Cataluña, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Asturias y Aragón están por encima del 2%.

“Para la letalidad influyen factores asistenciales, como que no se haya dado al paciente la medicación que funciona, que haya habido momentos de saturación en los hospitales o que se produjese una detección tardía de los casos y provocase una respuesta terapéutica más difícil”, apunta Ortí Lucas. Coincide Infante: “En la letalidad interviene, por un lado, el grado de gravedad de los que ingresan: un paciente que llega más tarde y más grave tiene más riesgo de morir. Y, por otra parte, también influye el comportamiento del sistema sanitario: en Reino Unido, en la última ola, se moría más gente porque el sistema sanitario estaba saturado”. También en la letalidad juega un papel la pirámide poblacional —cuanto más envejecida es la población, más riesgo de que fallezcan si se contagian— y la incidencia de casos.

“Mientras haya incidencias altas, sabemos que el 1% va a fallecer. El trabajo de tener menos de 50 casos por 100.000 habitantes y medidas impopulares, como en la Comunidad Valenciana, nos ha hecho llevar siete u ocho días sin ingresos ni muertes en mi hospital”, señala Ortí Lucas, que ejerce en el Clínico de Valencia. La comunidad tiene la incidencia más baja de España (solo por detrás de Ceuta): 32 casos por 100.000 habitantes, cuando la media del país es de 166. Infante insiste en no bajar la guardia, aunque ya no haya estado de alarma y la vacunación avance a buen ritmo: “Vamos bien. Lo que hay que hacer es no estropearlo. Hay que ser precavido”.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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