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“No se puede elegir vacuna: esto no es un súper”

Sanidad prevé contar con 80 millones de dosis antes del verano, que se aplicarán según lleguen. Los expertos avisan de que se seguirán criterios de salud pública, no individuales

Pablo Linde
Campaña de vacunación de la gripe en Castilla-La Mancha.
Campaña de vacunación de la gripe en Castilla-La Mancha.JCCM (Europa Press)

Hay plan de vacunación, pero todavía faltan vacunas. Tras dos meses de preparación, el documento se aprobará hoy en el Consejo de Ministros. Fuentes del departamento aseguran que el plan que hay sobre la mesa, y que el ministro Salvador Illa detallará a mediodía, prevé un escenario en el que convivan varios fármacos, que se administrarán según vayan estando disponibles. Pero todo se basa en medicamentos para los que no hay aún una aprobación definitiva, por lo que hasta que la reciban no se podrá confirmar cuáles serán los primeros en llegar, el ritmo al que lo harán o cuándo comenzarán las inyecciones. Los expertos advierten de que se seguirán criterios de salud pública para administrarlas, no individuales.

Sanidad tiene firmados contratos con cinco farmacéuticas (AstraZeneca, Sanofi-GSK, Janssen, BioNTech-Pfizer y con CureVac) y ultima otros (con compañías como Moderna). Según los planes que han presentado estas empresas al ministerio, explican fuentes del departamento, si todo va bien, llegarían antes de mediados de año los 80 millones de inmunizaciones, casi el doble que de ciudadanos. Este margen está pensado para tener suficientes dosis en caso de que los experimentos de alguna fallen o se retrasen y para potenciar la producción y que se puedan beneficiar países en desarrollo.

La proyección es que en la primera mitad del año haya vacunada “una parte muy sustancial de la población”, según dijo el domingo el presidente Pedro Sánchez. Adelantó que las primeras dosis irán a parar a sanitarios en primera línea, personas que viven en residencias, sus cuidadores y personas mayores de 65 años. En total, unos 10 millones de personas. El ministerio comprará y suministrará las inmunizaciones y serán las comunidades autónomas las encargadas de administrar las vacunas priorizando a los grupos antes citados. Todo esto se hará en los 13.000 consultorios y centros de salud que hay repartidos por toda España.

El presidente del Comité de Bioética de España, Federico de Montalvo, ha sido uno de los miembros del equipo que ha diseñado la estrategia de vacunación para la covid. “Priorizar es difícil” y “se ha ido grupo a grupo considerando aspectos como la equidad, la discapacidad, la igualdad o económicos”, explica Montalvo, que no revela cuáles serán estos grupos debido a un acuerdo de confidencialidad con el ministerio, informa Emilio de Benito. Aunque la aspiración es tener vacunas para todos, el jurista cree que este sistema gradual tiene, en este caso, la ventaja de que irá generando confianza para convencer a los que ahora son reacios a inmunizarse. “Priorizar no es excepcional, se hace todos los días, como en los servicios de Urgencias, donde a lo mejor yo voy y espero cuatro horas y otra persona más grave pasa enseguida”, expone Montalvo. “Al final va a haber vacunas para todos; que ahora no haya suficientes no me preocupa mucho”, afirma.

“El ritmo de vacunación dependerá del flujo de llegada, pero si todo va bien es razonable pensar que en el horizonte que dibuja el presidente haya un porcentaje amplio de los españoles vacunados”, señala Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, que también ha participado en la elaboración del plan. Tranquiliza a los ciudadanos que, opina, no deberían estar preocupados por la vacuna que les toque a ellos: “Si son aprobadas será porque todas son seguras y tienen una eficacia suficiente. Esto no es un supermercado, no se puede elegir la que más nos guste”.

Fernando Rodríguez-Artalejo, catedrático en Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que al tratarse de una medida de salud pública, no solo individual, serán las autoridades las que tendrán que determinar qué fármaco es mejor para cada grupo. “Por ejemplo, la de AstraZeneca, con un 70% de eficacia, ha demostrado ser buena para reducir transmisión porque evita formas asintomáticas. Los candidatos ideales para esta vacuna serían los jóvenes, que no tienen el riesgo individual de una persona de más edad”, explica. El siguiente criterio serían las condiciones de acceso: “En núcleos rurales es posible que sea más difícil llevar las que requieren menos temperatura para su conservación”. Otro factor que Rodríguez-Artalejo considera importante es el de la tolerabilidad: “Aunque sean seguras, algunas quizás den con frecuencia hinchazones en el brazo o síntomas pseudogripales al día siguiente. Estas serían menos indicadas para los más mayores”. El número de dosis sería la cuarta pata que considerar para determinar qué medicamento va a cada persona. “Las que requieran una sola, como parece que será la de Janssen, es más adecuada para poblaciones vulnerables, que tienen menos posibilidades de volver al centro de salud”, señala el catedrático.

Cuando los resultados detallados de cada vacuna sean públicos y estén aprobadas, todas estas piezas tendrán que encajarse, como en un puzle, para que la vacunación sea lo más completa posible y acabe protegiendo a toda la población inmunizando al mayor número de personas con el fármaco más adecuado. En un principio es probable que no haya mucho donde elegir y se vayan administrando según lleguen. Con el tiempo, si la covid-19 se convierte en endémica y hay que inmunizar a la población cada cierto tiempo, factores como el precio también tendrán su papel, señala Rodríguez-Artalejo, pero es algo que en una situación como la actual pasa a un segundo plano.

Y cuando empiecen a administrarse comenzará otra fase de estudio, la que sería fase 4: la vigilancia farmacológica. Como sucede con cualquier medicamento que se aprueba, los ensayos se realizan en decenas de miles de personas. Entre ellas se pueden comprobar efectos secundarios frecuentes y esporádicos, pero no los muy raros, los que suceden en un caso entre 100.000 o entre un millón (ya que en los experimentos controlados no participan tantos sujetos). No solo en España, en todos los países que empiecen a aplicar la vacuna tratarán de detectar cualquier efecto adverso para garantizar la seguridad del fármaco y para seguir evaluando que el riesgo-beneficio es favorable.

Conforme las vacunas se vayan aplicando a más población, además se conocerán detalles que en los ensayos no afloran; por ejemplo, hasta qué punto protege de las variantes más graves de la enfermedad. Sucede algo parecido a los efectos secundarios: no hay una muestra suficiente para saber con exactitud qué porcentaje de complicaciones evita. En cualquier caso, con las vacunas que primero se distribuirán (previsiblemente), con alta eficacia, la transmisión se reducirá drásticamente cuando la mayoría de la población esté inmunizada, así que también lo harán los casos graves.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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