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Carrera contrarreloj en Europa en la lucha por la vacuna

La UE se ha asegurado menos medicinas por habitante que Estados Unidos, pero sus sistemas de salud pública garantizarán la distribución

Militares del Cuerpo del Ejército de Reacción Rápida de la OTAN durante las operaciones de apoyo para la investigación de la pandemia en un aparcamiento en la base militar italiana de Ugo Mara en Solbiate Olona.
Militares del Cuerpo del Ejército de Reacción Rápida de la OTAN durante las operaciones de apoyo para la investigación de la pandemia en un aparcamiento en la base militar italiana de Ugo Mara en Solbiate Olona.ANDREA FASANI (EFE)

La carrera mundial por hacerse con la vacuna de la covid-19 se ha acelerado en las últimas dos semanas con el anunciado éxito de varios de los proyectos en marcha. La recta final de la investigación abre una batalla geoestratégica en la que Europa, Estados Unidos, China y Rusia, entre otros, pugnarán por convertir las campañas de vacunación en una prueba de su estatura como potencias globales. La UE, de momento, parte en buena posición pero retrasada en relación con EE UU, que ha reservado 800 millones de dosis más. Aun así, Europa confía en hacer de las campañas de vacunación un éxito internacional gracias a su potente sistema de salud pública y al poder de compra que otorga sumar la demanda de 27 países con cerca de 450 millones de habitantes en total.

Hay dos carreras en marcha. Una por hallar y producir a gran escala una vacuna, conquista que ya se compara con la carrera espacial que EE UU y la URSS libraron en el siglo XX. Otra por obtenerla. Y ambas replican de algún modo el mapa de las superpotencias mundiales. Entre los 11 prototipos que están en la última etapa de desarrollo, cuatro de ellas son chinas (dos de Sinopharm, una de Sinovac y otra de CanSino) y una rusa (la llamada Sputnik V) frente a tres estadounidenses (Janssen, Moderna y Novavax), una germano-estadounidense (BioNtech y Pfizer, pero con apoyo de la multinacional china Fosun); además de una británica (AstraZeneca) y una india. Les siguen, ya en fase avanzada, más posibles vacunas de Japón, Francia, Corea, Israel… En total, suman casi 50 modalidades de profilaxis distintas probándose en humanos; y hay más de 200 candidatas, según el registro de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En paralelo discurre la batalla por hacerse los primeros con las vacunas, que muestra ese mismo ajedrez mundial, pero de un modo quizá más crudo y egoísta. “Esta es la pregunta clave: quién tendrá acceso a la vacuna”, dice Suerie Moon, codirectora del Centro de Salud Global del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra.

Contratos cerrados

En esa competencia descarnada y sin miramientos, la UE parte en buena posición. La Comisión Europea, según los datos que facilita ese organismo comunitario, ha cerrado contratos con cinco farmacéuticas (AstraZeneca, Sanofi-GSK, Janssen, BioNTech-Pfizer y CureVac) para la adquisición por adelantado de 1.225 millones de dosis, más 580 millones en reserva. La cifra total, 1.805 millones, supone casi cuatro dosis de las potenciales vacunas por cada habitante de la Unión, aunque en algunos casos se requerirían dos aplicaciones por persona lo que reduciría esa proporción. Bruselas continúa negociaciones, además, con Moderna y Novavax.

“Esta cartera de cinco tipos de vacuna, y esperemos que pronto de seis, es muy importante porque cubre las cuatro tecnologías de producción”, señalaba el jueves la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras una reunión por videoconferencia de los líderes de la UE para analizar la evolución de la pandemia y debatir, entre otras cosas, las estrategias a seguir durante las campañas de vacunación que se esperan poner en marcha en 2021.

La cartera de la UE, sin embargo, se queda bastante por debajo de la de EE UU, donde las compras por adelantado ascienden a 1.000 millones de dosis; y llegan hasta los 2.600 millones con las reservas, según la plataforma de datos Duke Global Health Innovation Center, financiada en parte por la Fundación Bill & Melinda Gates. La cifra total de EE UU supone ocho dosis por habitante, el doble que la proporción europea.

Desde la Organización Mundial de la Salud se insiste en que la vacuna no será la llave maestra para acabar con la pandemia y que de poco servirá ganar la carrera si no se dispone de varias alternativas. “La vacunación por sí misma no puede poner fin a la pandemia, al menos en el corto plazo”, señala desde Ginebra el doctor Hans Kluge, director general para Europa de la OMS. Kluge, con 25 años de experiencia en salud pública en varios lugares del planeta, señala que “no se trata de una carrera en la que una de las posibles vacunas llegue la primera, sino de cuántas tenemos disponibles para utilizar”.

La batalla global por rematar con éxito la lucha contra la pandemia no termina, por tanto, con el hallazgo o adquisición de la vacuna. La siguiente fase, tal vez la definitiva, será la capacidad de distribución del fármaco de manera segura, rápida y efectiva. Y ahí Europa podría colocarse a la cabeza de la carrera mundial.

Elias Mossialous, director del departamento de Salud Pública de la London School of Economics, cree que de poco servirá llegar el primero a la vacuna si no se demuestra la eficacia del medicamento. “Putin ya quiso apuntarse el tanto al anunciar la primera vacuna, ¿pero será exitoso su proyecto?”, se pregunta este profesor. “Cantar victoria es una cosa y lograrla, otra”.

Branco Milanovic, economista experto en desigualdad, considera que “aún no se sabe cómo se desarrollarán los acontecimientos”. “China lidera las promesas de una vacuna asequible para el resto del mundo, pero las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan una tecnología totalmente nueva y parecen estar más cerca de empezar a ser distribuidas”, añade Milanovic.

“El primer país que lo consiga no solo obtendrá un beneficio económico, porque paliará la recesión, sino que también se legitimará ante sus ciudadanos y reforzará su posición a nivel internacional”, pronostica el eurodiputado socialista Javier López, miembro de la Comisión de Sanidad del Parlamento Europeo.

López apunta que Europa llega a la fase de vacunación “con la ventaja competitiva de contar con un sistema público de salud que puede permitir una campaña masiva que llegue a gran parte de la población”.

Europa ha añadido otra ventaja al coordinar, vía Bruselas, las ofertas de compra de los 27 Estados miembros en lugar de entrar en una desesperada competición como ocurrió en la primera fase de la pandemia con las mascarillas o los respiradores.

Negociaciones

La UE obtiene así un poder de negociación mucho mayor que se ha traducido en un precio de 15,5 euros por cada dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech (ligeramente por debajo del pagado por EE UU) y 10 euros por la de CureVac (dos euros de descuento sobre el precio de mercado), según informaba el pasado viernes la agencia Reuters. Bruselas además ha proporcionado financiación por adelantado a ambos proyectos lo que, unido al volumen de compra, redunda en mejores ofertas, según indican fuentes comunitarias.

La Comisión, en cambio, todavía no ha logrado cerrar un acuerdo con la estadounidense Moderna, uno de los proyectos más avanzados y con un modelo de vacuna que podría resultar entre los más efectivos por necesitar una logística mucho más sencilla que otros.

La llegada de las vacunas ha desatado también una batalla por la narrativa a nivel global en la que EE UU, la UE, China o Rusia intentan explotar el posible éxito en beneficio para su política interior y para ganar más peso en sus respectivas áreas de influencia.

Los Estados Unidos de Trump enseguida mostraron al mundo su “América primero”, también para las vacunas. China, en cambio, ha visto un hueco para mejorar su imagen cuando despierta más rechazo que nunca en un buen número de países, según una reciente encuesta de Pew Research Center. Y sus compañías se muestran muy activas, concluyendo contratos por todas partes del globo, de Asia a América.

Rusia también ha desplegado sus tentáculos en territorios lejanos: el histriónico y autoritario líder de Filipinas, Rodrigo Duterte, anunció que sería el primero en pincharse la vacuna Sputnik: “Me la inyectaré públicamente. Experimenten conmigo. No me importa. Si funciona conmigo, funciona con todo el mundo”, dijo poco antes de anunciar un acuerdo con Rusia para los ensayos clínicos en su población. La fabricante de la vacuna rusa también ha cerrado acuerdos con México, Brasil y Venezuela.

“Se ve un uso muy claro de la vacuna como un activo estratégico”, concluye Moon, del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra. “Los países que no disponen de ella la quieren obtener. Y aquellos que la controlan, por supuesto, la usan para fortalecer su propia posición política o económica en el mundo”.

Entre la expansiva diplomacia china y el cerrojo estadounidense, la Unión Europea permanece como el gran defensor del multilateralismo: la UE es el principal donante de Covax, un instrumento de cooperación multinacional para asegurar que llegan vacunas a los países pobres.

Pero este mecanismo, bienintencionado, tiene sus grietas. Cuenta con la participación de 95 países de renta alta y 92 de renta media o baja, pero Estados Unidos no figura entre ellos. Y aspira a comprar 2.000 millones de dosis hasta final de 2021, pero de momento solo ha recaudado 1.700 millones de euros de los 4.700 millones que se estiman necesarios. Las proyecciones de Duke indican que hasta 2024 no habrá vacunas suficientes para toda la población mundial.

Mossialous está convencido de que en los países más desarrollados podrán acceder sin grandes dificultades a las dosis necesarias, pero teme “que los países en un rango de ingresos medios tengan muchas dificultades, porque ni tienen poder de negociación ni recibirán la ayuda que llegará a los más pobres”.

Milanovic avisa de que “si las vacunas occidentales aparecen antes y no se donan o se venden a un precio razonable a los países menos ricos, esto definitivamente ayudaría a la percepción positiva de China”. “Pero aún hay demasiadas incógnitas, incluyendo la eficacia de las vacunas”, añade este economista serbioestadounidense, que imparte clases en la City University de Nueva York y en la London School of Economics. Augura que, en todo caso, “China ganará en términos de posición relativa, ya que es la única gran economía que está creciendo”.

Campañas de desinformación desde el extranjero

El éxito de las campañas de vacunación en Europa también se enfrenta a las campañas de desinformación y desestabilización alentadas, según Bruselas, por potencias extranjeras. La Comisión Europea ha señalado repetidamente hacia Rusia o China como el origen de los bulos que, a través de las redes sociales, alimentan la desconfianza hacia los poderes públicos.

“El número de personas que desconfían de las vacunas está creciendo”, lamentaba el jueves el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tras la videoconferencia con los presidentes de Gobierno y de Estado de la UE. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, anunciaba que en los próximos días se pondrá en marcha una campaña de comunicación para reforzar la confianza de la opinión pública, con un mensaje centrado en que la vacunación es una cuestión “de autoprotección y solidaridad”.

Hans Kluge, director general para Europa de la OMS, subraya que “la involucración de la población es clave para el éxito de los programas de vacunación”. Y sobre las campañas de comunicación en ciernes, recomienda “utilizar técnicas de análisis de conducta para entender la percepción de la opinión pública y adaptar el mensaje a los diferentes grupos de población”.

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