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La contradicción de viajar en un tren lleno

El Gobierno ha autorizado ocupar al 100% los asientos de los transportes públicos en la desescalada, pero mantiene los aforos en restaurantes o centros culturales. Los expertos lo ven incongruente

Usuario de Cercanías, en la estación de Atocha.
Usuario de Cercanías, en la estación de Atocha.Víctor Sainz
Ana Alfageme

En un trayecto de 100 minutos en un autocar prácticamente lleno una mujer infectó de coronavirus a 23 viajeros, algunos muy alejados del asiento que ella ocupaba. El aire acondicionado del autobús estudiado en China, que acudía a un rito budista, estaba en modo de recirculación y los investigadores que estudiaron el caso sugieren que el virus se transmitió por vía aérea en el habitáculo.

Mientras el Gobierno mantiene en la desescalada un aforo reducido a la mitad como mucho en restaurantes, centros culturales y comercios para posibilitar la distancia física, ha autorizado que todos los asientos de trenes y autobuses además de otros transportes urbanos y periurbanos se puedan ocupar al 100%. Además, los pasajeros pueden permanecer de pie, dos en un metro cuadrado. Europa, en sus recomendaciones sobre transporte aéreo no exige que se dejen asientos libres, Iberia y Vueling han anunciado que retomarán los vuelos a partir del 1 de julio, pero solo con el 21% de capacidad.

Es cierto que si la paciente 0 del autobús chino hubiese llevado mascarilla, las partículas contagiosas seguramente no habrían llegado a infectar de esa manera a sus compañeros de viaje. Según varios estudios, el riesgo de contagio en estos entornos es bajo pero los expertos mantienen que la distancia física es la medida preventiva más segura. Eso no es posible si se viaja en un asiento doble, o a menos de un metro de distancia de los ocupantes de la fila anterior o posterior. O al lado de otro viajero de pie en el autobús. Y para muchas personas, tomar el transporte público no es electivo.

El jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del hospital Ramón y Cajal de Madrid, Santiago Moreno, afirma que permitir una ocupación al 100% “resulta incomprensible siendo los transportes públicos el paradigma de la aglomeración. No es seguro viajar en un medio con exceso de viajeros, donde es imposible mantener el distanciamiento. Solo puede intentarse evitar el contagio con las mismas medidas habituales, pero ahí será inevitable rozarse, tocarse...” También lo cree incongruente la catedrática de Epidemiología de la Universidad Europea Patricia Guillem: “Que el transporte público terrestre pueda ser ocupado al 100% al tiempo que se mantiene la limitación de aforos en lugares cerrados podría ser un contrasentido. Para evitarlo se ha insistido mucho en que se incrementarán las frecuencias de trenes y autobuses sobre todo durante las horas punta para que no vayan saturados". De todas formas la experta considera que hay que replantearse todos los desplazamientos viendo si realmente son necesarios y optar en la medida de los posible por medios de transporte individual, mejor si son saludables (moverse a pie o en bicicleta). En caso ser imprescindible moverse en transporte público aconseja, además de usar mascarilla, respetar la distancia interpersonal “y lavarse las manos o higienizarlas con gel hidroalcohólico al salir del tren o autobús".

Portavoces de los ministerios de Sanidad y Transportes aluden a la obligatoriedad de usar mascarilla para protegerse. “Con uso de mascarilla hay seguridad pero esto va a dar lugar a conflictos porque siempre habrá la posibilidad de incumplimiento por parte de alguna persona. Aquí hay una fuente de potencial conflicto. Este planteamiento requiere información clara a la ciudadanía”, mantiene el experto en Salud Pública José Martínez Olmos, que cree que autorizar que trenes y autobuses puedan vender todas sus plazas en vez de aumentar las frecuencias no es adecuado. Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología, considera que “se debería haber adoptado una progresión más lenta hasta autorizar el 100% de la ocupación”. Aun así opina que medidas como triplicar la frecuencia de los transportes colectivos “no son viables sin serias repercusiones en otros ámbitos. Si las personas cumplen con las recomendaciones, los riesgos son bajos. En cambio en otros lugares cerrados hay arreglos que pueden combinar la viabilidad con la prevención”.

El real decreto publicado este miércoles para ser observado en la llamada nueva normalidad no contempla aforos máximos en el transporte pero sí recalca que los operadores de transporte deben adecuar la oferta a la progresiva recuperación de la demanda. Precisa que “deberán evitarse las aglomeraciones, así como respetarse las medidas adoptadas por los órganos competentes sobre el volumen de ocupación de vehículos y trenes”. También obliga a compañías aéreas y transportistas a quedarse con los datos de contacto de los viajeros y conservarlos durante las cuatro semanas posteriores a la fecha de viaje. Además deberán facilitar los listados de viajeros a las autoridades de Salud Pública para rastrear los contactos.

En la desescalada, según Hernández, toca un análisis epidemiológico exhaustivo de cualquier nuevo caso, para tratar de atribuir el origen a una exposición concreta. “Estamos en cierta forma aprendiendo. Por tanto, la mayor inversión debe ser en la vigilancia y análisis de nuevos casos. Cada nuevo brote debe ser exhaustivamente investigado para poder modular las acciones preventivas adoptadas”.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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