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1.500 operarios contra reloj

España ha preparado la cumbre del clima en un tiempo récord de un mes. Los pabellones del Ifema están listos para pasar hoy a manos de la autoridad de la ONU

Agentes de seguridad de la ONU en uno de los pabellones del Ifema.
Agentes de seguridad de la ONU en uno de los pabellones del Ifema.Luis Sevillano Arribas (EL PAÍS)

“La prontitud con la que hemos podido resolver en apenas 25 días la logística para poner esta cumbre del clima en marcha tiene admirados a los países”, presumió este viernes la portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Celaá, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

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Solo un día antes, el jueves a primera hora, el pabellón número cuatro del Ifema era un erial. Un plástico cubría la moqueta y sobre ella se apilaban maderas, herramientas y cajas. “Llevamos dos semanas trabajando de sol a sol”, decía entonces Gregorio Sepúlveda, encargado del cableado. Hasta el domingo la sala albergaba Feriarte, una feria de antigüedades. Hubo que desmontar y limpiar antes de iniciar las tareas para el montaje de la cumbre climática, conocida como COP25. Ningún problema: en cuestión de horas se levantó la mayoría de las estructuras.

Combatir el cambio climático es una cuestión de tiempo, pero la cuenta atrás también ha sido protagonista estos días en el Ifema, el recinto madrileño que acogerá por vía de urgencia la cumbre del clima entre el 2 y el 13 de diciembre. Normalmente, los países organizadores cuentan con más de un año para preparar esta cita. España apenas ha tenido un mes.

Operarios ultiman los detalles del montaje de la COP25.
Operarios ultiman los detalles del montaje de la COP25.Luis Sevillanos

A finales de octubre, la ONU aprobó el cambio de escenario tras la cancelación por parte de Chile por las protestas. El 1 de noviembre la ONU aprobó el ofrecimiento de Madrid para albergarla; pero el montaje no comenzó hasta el día 18, tras dos intensas semanas de planificación. Desde entonces 1.500 operarios se afanan por tenerlo todo listo en un tiempo récord. Naciones Unidas recepciona el espacio hoy a mediodía. A partir de entonces estos pabellones se convertirán en territorio ONU: el organismo será la máxima autoridad allí.

“Está todo controlado”, afirman los gaditanos José Barba y Francisco Pérez mientras ultiman el estand de WWF. Las prisas no son excepcionales en el sector. “Hay ferias en las que nos han dado menos tiempo”, aseguran. “Nadie nos mete presión. Se trabaja muy a gusto”, se sincera Adrián La Cruz, uno de los empleados que montan las 800 pantallas que retransmitirán las conferencias.

“Estamos acostumbrados a este tipo de gestión. No podemos comparar esta cumbre con una feria, donde tenemos más tiempo de producción, pero los plazos para el montaje son similares. Siempre se trabaja contra reloj”, explica Lola Garrido, jefa de producción de Marva, una de las tres empresas de diseño y montaje que colaboran con Ifema. El grupo ha movilizado estos días a unos 150 empleados. Algunos son colaboradores que normalmente operan en otras regiones, como Adolfo Sardinero, que ha llegado desde Galicia junto a otras siete personas. En su opinión, lo especial de este evento es el volumen de trabajo, lo que hace que se demande más mano de obra.

Preparativos en uno de los pabellones del Ifema.
Preparativos en uno de los pabellones del Ifema.Luis Sevillano

La cumbre ocupará siete de los 12 pabellones del Ifema, un total de 113.000 metros cuadrados, la mitad de los disponibles en el recinto ferial. Serán bautizados con los nombres de las principales ciudades chilenas y se dividirán en dos espacios diferenciados. El verde, ubicado en el pabellón 1 y con 3.000 metros cuadrados, estará destinado a la sociedad civil y servirá como lugar de encuentro y concienciación medioambiental. El azul, más extenso, se desarrolla por los pabellones pares y tendrá carácter institucional. Aquí, los más de 20.000 asistentes llevarán a cabo conferencias, encuentros y reuniones.

Aunque ambas áreas están interconectadas se ha creado también una zona turquesa como espacio transversal donde miembros de ambas partes debatirán en torno a los temas que marcan los días temáticos de la agenda: justicia intergeneracional (el lunes 2), ciudades y regiones (martes 3), ciencia, innovación e industria (miércoles 4), agricultura y bosques (jueves 5), océanos y agua (viernes 6), energía y movilidad (sábado 7), finanzas sostenibles (lunes 9), equidad y género (martes 10), biodiversidad y economía circular (miércoles 11), transición justa (jueves 12) y neutralidad climática (viernes 13).

La zona ha sido delimitada con tres kilómetros de valla metálica para garantizar la seguridad de la treintena de jefes de Estado y de Gobierno. El Ifema ha contratado 450 vigilantes privados, tres veces más de lo habitual. A ellos se unen los agentes de seguridad de la ONU. El Gobierno asumió el reto de organizar la cumbre movido por la experiencia del Ifema, que el año pasado organizó más de 700 ferias, congresos y eventos. Algunos de ellos con un volumen 10 veces superior a esta cumbre. Eduardo López-Puertas, director general de la institución, reconoce que esta cita no dista mucho de cualquier otra feria. Una de las pocas diferencias es el número de interlocutores. Mientras en otros casos solo tienen uno, en esta ocasión han mantenido reuniones diarias para unificar criterios con la ONU, el Gobierno español y también el chileno.

“El único requisito que pusimos fue no anular las citas programadas”, explica López-Puertas. El recinto acogerá estos días una decena de eventos. “Hemos respetado todo lo posible la planificación que nos envió Chile, que sigue asumiendo la presidencia”, explica López-Puertas. Otro de los escollos que hubo que sortear fue el carácter público del Ifema.

La Ley de Contratos del Estado obliga a que cualquier alquiler de las instalaciones feriales esté sujeto a un concurso público. Ello demoraba mucho los tiempos. Era imposible licitar el evento en tres semanas, por lo que el 8 de noviembre el Gobierno aprobó en Consejo de Ministros un real decreto que eximía de ese trámite. López-Puertas asistía esos días a un Congreso Mundial de Ferias en Bangkok (Tailandia), donde sus homólogos alemanes le llegaron a tildar de loco. “Decían que no se podía organizar en un mes algo que requiere un año. Lo haremos. Esa flexibilidad es lo que ha valorado la ONU”.

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