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'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alfredo García Arruga, jurista defensor de la libertad de expresión

El madrileño puso toda su sabiduría al servicio de la libertad de expresión

Alfredo García Arruga.
Alfredo García Arruga.

Jurista de buena escuela, con gran vocación pero sin alardes, Alfredo García Arruga (Madrid, 1957) era para los profesionales de la SER la garantía de que los derechos fundamentales para el ejercicio del periodismo serían expuestos y defendidos con solvencia frente a cualquiera que los cuestionase.

Aunque sus inicios profesionales nada tuvieron que ver con los medios, sí que fueron objeto de su mirada cuando allá por la década de los ochenta se hizo cargo de la defensa de 200 afectados por el llamado síndrome del aceite de colza, que acabó con la condena de los industriales responsables de la distribución y comercialización de este aceite, cuya ingesta afectó a más de 20.000 personas y causó la muerte de otras 300.

En 1996, y tras cuatro años asesorando a Antena 3 Radio, dejó su despacho profesional para integrarse en el departamento jurídico de la SER, del que ha sido su director hasta el momento de su fallecimiento, acaecido el pasado martes en su ciudad natal.

Con una serenidad prodigiosa, Alfredo afrontaba con coraje las dificultades. Íntegro y con gran sentido de la responsabilidad, prefería observar, matizar y puntualizar a juzgar. De sólidos principios, era un ejemplo de elegancia y sinceridad en el trato, de sobriedad y austeridad con el mismo y de generosidad con sus colaboradores. Sabedor de que en los medios los focos buscan siempre a los periodistas y los comunicadores, él evitaba ser la imagen y a cambio ponía toda su experiencia, profesionalidad y sabiduría al servicio del medio y de sus protagonistas desde un discreto segundo plano.

En su trabajo diario hizo de todo, pero, por encima de sus obligaciones, a quienes nos ganamos la vida informando nos quedará siempre la admiración por su capacidad para arrojar luz sobre un terreno, el jurídico, en el que los periodistas nos movemos peor. Ante cualquier encontronazo con la justicia, la valoración que Alfredo hacía de los hechos era más necesaria que nunca para los profesionales de un medio, la radio, que se mueve con la rapidez e inmediatez que exige su ADN y con la pasión y sentimiento con que se traslada la información a la audiencia. Fui testigo de su templanza en no pocos momentos cruciales para la SER.

Con su desaparición se nos va un defensor acérrimo tanto del derecho al honor de las personas como de la libertad de expresión.

Josep Maria Girona es director de Comunicación de PRISA Radio.

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