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Marine Serre: «Si cambiamos el modo en que nos vestimos podemos lograr que cambien muchas más cosas”

En solo seis años, la joven diseñadora ha logrado crear una marca independiente con un modelo de producción basado en el reciclaje que se ha hecho grande, pero no puede ser gigante.

Traje, jersey, botas, boina y 'leggings', realizados con un mismo tejido antiguo.
Traje, jersey, botas, boina y 'leggings', realizados con un mismo tejido antiguo.Antártica

Cuando en 2018 a Karl Lagerfeld le preguntaron, en una de las últimas entrevistas que concedió, quién era el mejor nuevo diseñador del panorama, y le dieron a elegir entre Virgil Abloh, Jacquemus y JW Anderson, el káiser contestó: “A mí la que me gusta es Marine Serre. 1,50 de estatura y una voluntad de hierro”. El diseñador alabó a muy pocos colegas de profesión en vida, pero desde luego nunca había piropeado a una joven promesa de 26 años que, además, ni representaba el elitismo del que se rodeaba Lagerfeld ni mucho menos trabajaba el ámbito del lujo, al menos del lujo en su sentido más clásico.

Mono y vestido de ‘patchwork’ con retales y pendientes de metal reciclado.
Mono y vestido de ‘patchwork’ con retales y pendientes de metal reciclado.Antártica

De aquello han pasado cuatro años y Marine Serre (Brivela-Gaillarde, 1991) ya es todo lo contrario a una joven promesa, sino más bien un referente en el que se miran las nuevas generaciones de creativos que quieren cambiar las cosas. Creció en una familia de clase media y estudió en Marsella, muy lejos de las prestigiosas escuelas parisinas. Se pagó su colección de fin de máster, en 2015, con un crowdfunding. Dos años más tarde, con esa y otra colección siguiente, ganaba el premio LVMH, el galardón al diseño emergente más prestigioso del mundo. Con esos 300.000 euros, y mientras trabajaba de prácticas en Dior, McQueen y finalmente en Balenciaga, Marine Serre creó una marca homónima que a día de hoy factura 15 millones de euros y tiene nada menos que 100 empleados. “Cuando empecé, todo el mundo me decía que el upcycling (crear nuevas piezas a través de telas y prendas antiguas) no era moda. Que yo era una artista, que la idea estaba bien, pero no como negocio. Resulta que no tenían razón”, explica a través de Zoom. Hoy el upcycling está en boca de todas las firmas, grandes y pequeñas, “porque se han dado cuenta de que cada día una persona más decide gastar su dinero en algo que tenga sentido, sobre todo ahora que el mundo no lo tiene”, opina. Pero Marine fue una visionaria al decidir construir su enseña con esos desechos, demasiados, que la industria textil genera. También lo fue cuando, entre 2018 y 2019, dedicó sus desfiles a la catástrofe climática y ‘vistió’ a sus modelos con mascarillas. “La situación no ha cambiado, va a peor, ¡en Navidad ha habido 21 grados!”, dice, “pero siempre digo que, dentro de lo horrible de la pandemia, mucha gente se ha replanteado su forma de consumir, y lo hace de un modo más emocional, o simplemente no consume y prefiere quedarse con lo que tiene. Eso es algo nuevo, y más en este negocio”.

Si Marine Serre ha construido una enseña solvente con un centenar de empleados es, en parte, gracias a las camisetas y los accesorios (también las mascarillas) estampados con su logo, la luna creciente, que primero viralizaron absolutamente todas las celebridades del panorama actual y después su cada vez más amplia cohorte de seguidores. Un símbolo que, aunque se ha confundido con referencias islámicas, para ella significa “optimismo, transformación y cambio” y que poco a poco ha ido instalándose en la mente de todo el mundo, opacando quizá cada novedad que diseña: “Pero no me importa. Ni siquiera se planteó como un logo. Fue un estampado que pensé en los inicios para significar un cambio político (un desfile que imaginaba una nación alternativa, con la luna como uniforme) y que, debido a la demanda, se fue convirtiendo en lo que me diferenciaba. Ni siquiera le he cambiado los matices o los colores del inicio, y sigue funcionando seis años después. Fue casual, pero muy ventajoso, porque muchas veces gracias a esa luna creciente la gente llega a mi marca y la descubre. Al final se ha ido cargando de valores”, argumenta la diseñadora.

Top y falda confeccionados con telas antiguas.
Top y falda confeccionados con telas antiguas.Antártica

Una estructura empresarial alternativa

Con descubrir, Serre se refiere a un negocio, el único, en el que el 80% de los productos se confeccionan con tejidos y prendas viejos, que adquieren una nueva vida siempre internamente o en fábricas locales. “Ha sido muy muy difícil llegar hasta aquí”, dice, “sobre todo teniendo en mente este modelo de negocio y, a la vez, queriendo mantener unos precios medios, accesibles a más gente. Obviamente si hacemos todo en París y de esta forma no puede ser barato, pero intentamos tener un margen de beneficio ajustado para que llegue al mayor número de personas posibles [el precio medio de una prenda son 300 euros]. Al principio nos costó sobrevivir porque es un modelo de marca muy diferente al habitual, pero ahora que hemos demostrado que es posible, pienso ¿qué hay mejor que aprender a convertir la basura en algo bello?”.

Para poder seguir siendo fiel a sus ideas, casi todo lo que gana lo reinvierte en contratar equipo, “porque todo se hace aquí. Hay gente dedicada a buscar telas viejas en almacenes o mercadillos, otra se encarga de hacer el patchwork con esas telas… ha sido muy costoso crear esa estructura y convertirla en una oferta realista”. El resto lo invierte, desde hace dos temporadas, en crear ingentes desfiles abiertos al público previa adquisición de una entrada gratuita. El primero, el pasado junio, en una pista de atletismo; el segundo, este enero, en el parque de la Villette. “La seguridad y el equipo necesarios para albergar a 2.000 personas es carísima, pero mientras me lo pueda permitir, lo seguiré haciendo”, cuenta, “porque no creo en la idea de los desfiles como algo muy exclusivo para la misma gente. Quiero que esto sea como un concierto o una exposición, si quieres venir, ven, y si no quieres venir, no vengas. En realidad un desfile debería ser para la gente que consume o le gusta mi marca, venga de donde venga”.

En estas últimas temporadas, Marine Serre ha dado un giro a su identidad. El patchwork y, por supuesto, las lunas siguen estando ahí, pero el resultado es mucho más básico y amplio, prendas de todo tipo para lucir en cualquier circunstancia. “Ya no soy la nueva diseñadora que tiene que hacer la nueva falda de la temporada o un desfile que sea un cuento de hadas. No sé si son básicos o no, pero ahora, después de seis años, busco hacer una moda que tenga sentido. Ya tengo, creo, una identidad definida. Ahora toca llevar el upcycling a la calle”, asegura. No es fácil, teniendo en cuenta que se trata de prendas recicladas, únicas (“y la moda se ha convertido en algo homogéneo, donde todo el mundo mira lo que hace el de al lado”, opina), pero Marine ha empezado su pequeña revolución por donde empiezan siempre las grandes marcas, es decir, por un bolso: el suyo, como no podía ser de otra manera, con forma de media luna y llamado Eclips: “Empecé a hacer accesorios muy pronto, pero los vendimos rápido y no pude cubrir la demanda de producción con los estándares del reciclaje, y empezar a producir objetos nuevos va contra mi filosofía”, explica, “hasta que dimos con la idea de crear una estructura fija, una especie de esqueleto que vamos rellenando y decorando con distintas telas viejas, de denim, tartán, flores… eso hace que pueda cambiar cada temporada y que su confección sea asumible”.

Conjunto de dos piezas de croché, bolso y pendientes.
Conjunto de dos piezas de croché, bolso y pendientes.Antártica

Influir (de verdad) en la calle

Tiene 31 años, un proyecto próspero e independiente en un sector dominado por los conglomerados y como algunas, muy pocas, marcas de culto, una cohorte de fans que lleva sus prendas casi como uniformes. A Marine todo esto le parece increíble, pero para ella no es suficiente: “El otro día me encontré a una chica en el tren que me paró y me dijo que lo que yo había logrado le daba esperanza. No supe muy bien qué decirle… sobre todo porque los jóvenes lo tienen muy difícil en un mundo como este”, dice.

“Luego me puse a pensarlo, y por supuesto que me ilusiona ver a la gente con mi ropa, porque eso significa que mis ideas encuentran respuestas, pero creo que de lo que se trata es de cambiar las mentalidades. Igual que, no sé, yo cojo una camiseta de mi novio y la hago vestido, lo normal sería que nos acostumbremos a hacer eso, a crear con lo que ya tenemos. Al final la ropa es una herramienta muy poderosa, la gente primero mira qué llevas puesto antes de hablar. Si cambiamos el modo en que nos vestimos podemos lograr que cambien muchas más cosas”.

Todos los modelos del reportaje son de MARINE SERRE. 

Estilismo: Juan Cebrián

Modelo: Anok Marial (Two Management).

Maquillaje y peluquería: Antonio Romero (One-Off Artists) para Mac y Kevin Murphy.

Asistente de estilismo: Paula Alcalde.

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