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Trabajar en espacios sin acceso a la luz natural “es un factor de riesgo en salud laboral”

Diferentes estudios demuestran que privar a los trabajadores de luz natural perjudica su salud física y mental

Luz Natural
Una mujer trabaja en una oficina sin luz natural.moodboard (Getty Images/Image Source)

Explica el doctor Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia y autor de Cronobiología: una guía para descubrir tu reloj biológico (Plataforma Editorial), que el ser humano, como especie, presenta unas características que han sido seleccionadas durante toda la historia de su evolución para vivir durante el día en exteriores, con una luz natural muy intensa que en los días soleados muchas veces alcanza los 50.000 y 100.000 lux. Sin embargo, apunta, en una milésima parte de esa evolución, durante los últimos 100-150 años, el ser humano ha empezado “a aislar su cuerpo de la luz solar”, a vivir y trabajar en interiores, con intensidades de luz artificial de apenas 100, 200 o 300 lux. “Esas intensidades son muy diferentes comparadas con los miles de lux que tiene la luz natural. Es curioso, porque nuestro ojo no percibe esa diferencia, pero lo cierto es que no podemos pasarnos la vida en interiores sin contacto con la luz solar. Se recomiendan al menos dos horas de exposición a la luz natural del sol cada día, preferentemente en la primera mitad del día”, señala.

Esas dos horas de exposición a la luz solar son hoy en día una quimera para muchas personas. Hubo un tiempo en el que solo trabajos como la minería implicaban a los empleados ejercer sus labores sin exponerse a la luz natural. Hoy en día, sin embargo, un porcentaje muy elevado de la población trabaja en comercios y oficinas que en muchos casos ni siquiera tienen ventanas que den acceso a la luz natural. “Hemos normalizado trabajar en cuevas sin luz natural porque nos refleja la luz en la pantalla, porque nos da calor, porque nos molesta el sol, y lo que estamos haciendo es reducir las diferencias entre el día y la noche. Sin embargo, ese contraste es esencial para mantener nuestro reloj biológico sincronizado y, por tanto, para gozar de una buena salud circadiana”, sostiene María José Martínez Madrid, coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES).

La experta señala que el sueño, precisamente, es uno de los grandes damnificados de esta falta de exposición a la luz natural diurna: “Sabemos que la luz, sobre todo azul durante la noche, inhibe la secreción de melatonina, hormona del sueño, por lo que, si recibimos luz por la noche, nuestro sueño se ve afectado, pero también hay evidencia de que, para una correcta síntesis y secreción de melatonina por la noche, es esencial exponerse a luz natural a primera hora de la mañana. Si no se sintetiza melatonina puede dificultarse la conciliación del sueño y cuando conseguimos dormirnos, nuestro sueño será más superficial, menos profundo y reparador”, cuenta.

La necesidad de luz natural en los puestos de trabajo

Como lamenta Cristina Nicolau Llobera, miembro del grupo de investigación de Neurofisiología del Sueño y de los Ritmos Biológicos de la Universitat de les Illes Balears, “existe una brecha entre la importancia de la luz natural para los seres humanos y la cantidad de investigaciones que se realizan sobre este tema”. Pero lo cierto es que en los últimos años se han llevado a cabo varios estudios al respecto. Según uno de 2014 publicado en Journal of Clinical Sleep Medicine, por ejemplo, en comparación con las personas que ejercen su trabajo en oficinas sin ventanas, los empleados con ventanas en el lugar de trabajo presentan una mayor exposición a la luz durante la semana laboral, una tendencia hacia más actividad física y una mayor duración del sueño.

Otra investigación de 2015 publicada en Chronobiology international concluía también que la falta de exposición a la luz natural en el trabajo está relacionada con niveles altos de cortisol y niveles más bajos de melatonina durante la noche, lo que a su vez se relacionaba con síntomas depresivos y peor calidad de vida. Más recientemente, en 2020, otro estudio publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health concluía que la existencia en el puesto de trabajo de ventanas que permitan el acceso de la luz natural y unas vistas agradables ayudaba a incrementar en una media 37 minutos el sueño de los empleados, que obtuvieron también puntuaciones un 42% más altas en simulaciones cognitivas diseñadas para evaluar su desempeño en la toma de decisiones.

“Hasta hace muy poco no se le había dado la importancia que se merece a la necesidad de una buena iluminación en los lugares de trabajo, primando más otros factores como la climatización, la decoración, la seguridad o la comodidad. Es cierto que últimamente las normativas acerca de las condiciones de los lugares de trabajo incluyen el tema de iluminación como aspecto relevante. Sin embargo, siempre se refieren a la luz artificial. Y es verdad que en las iluminarias artificiales se ha avanzado mucho, pero hay bastantes estudios que demuestran que la luz natural es preferible a la artificial”, reflexiona Cristina Nicolau.

Según la experta, cuando las presiones laborales, sociales y ambientales interrumpen el control de los ritmos circadianos, la fisiología circadiana desincronizada puede predisponer a niveles alterados de estrés y cambios en el estilo de vida: peor dieta, mayor consumo de alcohol, tabaquismo, automedicación, falta de ejercicio, falta de sueño, etc., y dar lugar a déficits como el de la vitamina D. Todo ello se traduce, entre otras cosas, en una mayor somnolencia diurna, en una afectación del estado de ánimo por la falta de dopamina y serotonina, en una mayor sensación de fatiga, en un peor rendimiento cognitivo, lo que conlleva peor productividad (“no solo por los problemas de sueño sino porque la falta de luz natural afecta a la concentración y atención”); y en una mayor prevalencia de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la depresión.

La luz natural es un potente antidepresivo. Por lo tanto, privar a una persona de esa luz natural diariamente le va a restar salud mental. No solo le va a ayudar ver a través de una ventana árboles, verde, u otro tipo de estímulos diferentes a los de la oficina; sino porque el efecto de la luz natural es per se antidepresivo”, argumenta el catedrático de la Universidad de Murcia, que añade que poder mirar a través de ventanas durante el horario de trabajo también reduce el cansancio visual, al permitir que el cristalino se acomode a la distancia lejana, a la visión del infinito, lo que produce una relajación ocular: “Si siempre estás en un espacio cerrado, sin posibilidad de derivar la vista más allá de las paredes de tu oficina, tienes un problema”.

Para Juan Antonio Madrid, un hándicap con el que se encuentran todos los estudios que analizan los impactos sobre la salud de la falta de luz en los puestos de trabajo es la dificultad para separar el papel de la luz del que juegan otros factores como el sedentarismo o el tener una pantalla a pocos centímetros de los ojos. “Lo que está claro es que, si nos encontramos ante una persona que apenas se expone a la luz natural y que, además, es sedentaria, es prácticamente seguro que va a tener alteraciones de sueño. Es un círculo vicioso que luego se relaciona con un rosario de enfermedades ligadas a la falta de sueño que, indirectamente, están condicionadas también por la falta de exposición a la luz natural durante el día”, argumenta el experto, que considera que en base a toda la evidencia existente, trabajar en oficinas sin luz natural o sin una luz artificial que se aproxime a las características en espectro e intensidad de la luz natural debería ser considerado “un factor de riesgo en salud laboral”.

Como mejorar o suplir la falta de luz en el puesto de trabajo

Como lo ideal es exponerse a la luz natural en exteriores, sobre todo a primera hora de la mañana, María José Martínez Madrid señala que una de las formas de paliar los efectos negativos de la falta de luz en el puesto de trabajo pasaría porque, en la medida de lo posible, los empelados vayan y regresen caminando al trabajo. “También sería importante que los descansos que realicen para café o comida, los hagan en exteriores, o al menos en grandes ventanales con luz, y que salgan a la calle siempre que tengan ocasión, como, por ejemplo, para realizar una llamada de trabajo”, recomienda.

Otra solución, según Juan Antonio Madrid, pasaría por la utilización en las oficinas de sistemas de luz RGB que traten de simular los porcentajes de radiación que emite la luz solar. “Existen luces LED que consiguen igualar esos porcentajes”, apunta antes de recomendar también el incremento de la intensidad de luz en los puestos de trabajo hasta alrededor de los 500 y 1.000 lux, la intensidad de luz que según las estimaciones es necesaria para activar el sistema circadiano durante el día.

A este respecto, Cristina Nicolau Llobera considera muy recomendable que en aquellos puestos de trabajo que disponen de horarios de tarde o tarde-noche, se utilicen luces dinámicas (luz blanca durante el día y cálida durante la noche) para simular mejor la luz solar: “De todas formas, aunque la nueva generación de LED puede acercarse a la distribución espectral de la luz del día y son programables en términos de intensidad y temperatura de color correlacionada a lo largo del día para simular la luz del día, así como las cruciales transiciones entre el amanecer y el anochecer, se requiere un nuevo enfoque en la luz natural, como estudios de iluminancia para el diseño de los lugares de trabajo o soluciones arquitectónicas para lograr una mejor eficiencia energética. En todo caso, siempre que se pueda, hay que contar con ventanas amplias y ubicación de los trabajadores cerca de estas ventanas; así como contar con descansos para que los trabajadores puedan salir al exterior y exponerse a la luz del sol periódicamente”.

En última instancia, los expertos consultados señalan la alternativa de las lámparas de luminoterapia, que simulan el efecto biológico de la luz del sol promoviendo una intensidad de luz muy alta (entre 5.000 y 10.000 lux). “Las puedes usar media hora mientras desayunas, tomas un café o lees el periódico; y también serían una opción para tener en el puesto de trabajo”, señala Juan Antonio Madrid. Eso sí, como precisa María José Martínez Madrid, para no entorpecer y dificultar el sueño nocturno, estas lámparas -que deben estar validades por un especialista y cuya luz debe incidir, sin molestar, en la cara- solo deberían ser utilizadas en la primera mitad del día por personas que por su ritmo de vida no puedan exponerse a la luz natural.

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