Internet: el club de la lucha
El futuro será tan bueno como queramos imaginar y como estemos dispuestos a trabajar en él. Aunque quizás haríamos mejor en concentrarnos en el presente.
En internet nadie sabe que eres un perro”. Era 1993, la web tenía apenas cuatro años y Peter Steiner ironizaba en su legendaria viñeta del New Yorker sobre esta nueva realidad que permitía diluir la identidad de cada uno hasta reducirnos a un avatar.
Es la vida en la Red, un mundo artificial que hemos creado en paralelo a lo que consideramos real, que nos permite ocultar lo que realmente somos o la edad que tenemos. Es la que nos puede facilitar alargar nuestra actividad, la que hace que de alguna manera sigamos pisando la calle y venciendo las limitaciones físicas que impone el hecho de enfermar o el de cumplir años. El envejecimiento de Occidente dictará cambios sociales que aún no podemos ni imaginar, nos hará más dependientes de internet y de la tecnología.
Hará que cambie el concepto que tenemos de la actividad laboral, y del hecho mismo de cumplir edad. La evolución dicta unas leyes que nosotros nos empeñamos en incumplir. Podemos (y debemos) preguntarnos si con la vida que estamos construyendo le estamos llevando la contraria a la ley física de la entropía y construyendo un mundo sobre entropía negativa, según las palabras del catedrático Antonio Rodríguez de las Heras; un sistema abierto alimentado por la Red. El futuro será tan bueno como queramos imaginar y como estemos dispuestos a trabajar en él. Aunque quizás haríamos mejor en concentrarnos en el presente.
Da igual del equipo que sea y la edad que tenga. Lo único que siempre gana en esta vida son la gravedad y la muerte. “Con un plazo de tiempo lo suficientemente grande la esperanza de vida de cualquier persona se reduce a cero”.