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El pesquero español anuncia que vuelve a Santa Pola con los migrantes a bordo

Uno de los migrantes rescatados es evacuado este viernes a Malta por motivos de salud. En vídeo, mensaje del patrón del barco al Gobierno.Vídeo: Javier Fergo (AP) | Nuestra Madre Loreto
María Martín
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La tripulación del pesquero Nuestra Madre Loreto ha decidido volver a casa. Tras nueve días navegando en punto muerto a la espera de que el Gobierno español ofrezca una solución para los 12 inmigrantes que recogió frente a las aguas libias, ha anunciado que pondrá rumbo a Santa Pola a las 20 horas. Horas antes habían alertado de que o les dejaban evacuar a los inmigrantes al Open Arms o se volvían a España con ellos. "No se trata de un ultimátum, ni de echar un pulso. Tomamos la decisión con toda la humildad tras nueve días a bordo porque la situación es insostenible. Libia no es una opción segura ni para ellos ni para nosotros", ha informado Pedro Hernández, el director gerente de Carbopesca, la asociación a la que pertenece el barco.

El Gobierno, por su parte, insiste en que el pesquero debe cumplir la ley y dejar a los inmigrantes en el puerto más cercano, informa Carlos E. Cué. En la rueda de prensa posterior al G-20, en Buenos Aires, se le ha preguntado a Pedro Sánchez por qué acogió el Aquarius con 630 refugiados en junio y ahora no lo quiere hacer con 12. "Porque entonces no había un puerto seguro y ahora sí", contestó Sánchez apuntando así que los inmigrantes deberían volver a Libia, un país del que se ha sacado a su embajador español, que vive en Túnez, debido a su inestabilidad. "Todos estamos sometidos a la ley internacional y comunitaria, que son claras. Señalan que en casos como este lo que se tiene que hacer es ir a un puerto cercano y seguro. Le pido al patrón del barco que respete la legalidad", sentenció en tono duro. El pesquero alicantino, sin embargo, se encontraba, antes de poner rumbo a España, a 81 millas Malta y a 121 millas de Libia, pero Malta se ha negado permitirles desembarcar.

La tripulación estaba agarrándose al único cabo que tenía en medio del Mediterráneo: las ONG de rescate. El buque Open Arms, que estaba en un puerto de Túnez, partió el jueves al encuentro del pesquero ante el empeoramiento del estado de salud de los rescatados. Este viernes, uno de ellos tuvo que ser evacuado en helicóptero a Malta, tras sufrir desvanecimientos y convulsiones, y el equipo de la ONG decidió solicitar autorización al Centro de Salvamento Marítimo de Madrid para la evacuación de los 11 inmigrantes que quedan en el barco. Junto al Open Arms y el pesquero se encuentra también el Mare Jonio, de la ONG italiana Mediterranea. Los barcos enfrentan ahora un nuevo temporal.

"El cocinero tiene órdenes de racionar la comida. Esta noche [por el viernes] hemos decidido parar máquinas para no gastar más combustible porque solo nos queda para navegar tres o cuatro días más", contaba el viernes por la noche el patrón Pascual Durá. Conforme a ley del mar, los buques tienen la obligación de socorrer a los navegantes en apuros y Durá, como ha repetido en varias ocasiones, volvería a hacerlo todo de nuevo, a pesar de que la gestión de esta crisis le haya decepcionado. "No puedo vivir pensando que una sola persona falleció en el mar por mi culpa, pero después del castigo que estamos sufriendo por hacer lo correcto me pregunto en qué mundo vivimos", lamenta el pescador.

La vuelta a España no era un escenario deseable para ninguno de los tripulantes. Con buenas condiciones meteorológicas pueden tardar entre cuatro y seis días en llegar a Santa Pola y ya no les dará tiempo a volver a faenar a la zona donde se encontraban. Su vuelta a casa no estaba prevista hasta el 22 de diciembre, justo para la campaña de Navidad.

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Libia, el puerto más cercano pero no el puerto seguro

El Ejecutivo español lleva nueve días intentando desatascar la situación sin éxito. Desde un primer momento la Vicepresidencia del Gobierno puso Libia encima de la mesa. La interpretación oficial era que por ser el puerto más cercano, Libia era el puerto más seguro. Esta lectura provocó la movilización de la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) y una larga lista de organizaciones que rechazan que Libia, un Estado fallido dominado por cientos de milicias y donde los inmigrantes son esclavizados y torturados, pueda considerarse un puerto seguro. La tripulación del pesquero no quiere ir a un puerto libio. "Me preocupa la seguridad de los migrantes si desembarcamos allí, pero también la nuestra", mantiene el patrón.

En Valencia, el presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, ha pedido al Gobierno español que actúe con la máxima diligencia para dar una solución al pesquero alicantino y ha criticado que los países más cercanos a la embarcación se mantengan tan hostiles a ofrecerles un puerto seguro. “Es evidente que la posición de la Comunidad Valenciana es abierta, pero también es evidente que debe cumplirse la legislación nacional”, informa Cristina Vázquez. Puig se suma así a la presión creciente que lleva días ejerciéndose desde la Generalitat. La vicepresidenta, Mónica Oltra, fue la primera en ofrecer al Ejecutivo de Pedro Sánchez los puertos valencianos para un desembarco seguro.

Desde que este verano Malta e Italia blindaron sus puertos a la entrada de buques de rescate con inmigrantes a bordo se ha evidenciado la falta de consenso en la Unión Europea para establecer un sistema compartido de desembarco y asilo. Cada barco supone una negociación diferente y dependiente del clima político de cada país.

A mediados de agosto el Aquarius, con 142 rescatados a bordo, consiguió desembarcar en Malta tras conversaciones de alto nivel entre los socios europeos que pactaron un reparto solidario de los inmigrantes entre seis países. En aquella ocasión las negociaciones se dilataron cuatro días. En el caso del Nuestra Madre Loreto, Italia y Malta aún no se han mostrado dispuestas a ceder.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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