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“Los rusos utilizan una narrativa en África que asegura que Occidente es decadente y pervierte a nuestros hijos para que se hagan homosexuales”

Justin Arestein, experto en desinformación sudafricano, explica cómo actores políticos africanos y extranjeros, -sobre todo rusos y chinos- inoculan narrativas a favor de sus intereses geoestratégicos gracias a la inteligencia artificial y al abaratamiento de la tecnología y cómo los yihadistas avanzan en el terreno de la propaganda

Justin Arestein
Justin Arestein, experto en desinformación y director de Code for Africa, en el Museo Nacional de Nairobi, el pasado febrero.JONAH NJOROGE

Hablar con Justin Arestein (Pretoria, 1970) requiere prestar mucha atención. Habla rápido y sobre todo, maneja mucha y muy valiosa información. Conoce bien las cloacas por las que circula la desinformación política y militar en África; la que termina por emerger a la superficie a través de campañas de desprestigio a opositores, en el campo de batalla en el Sahel o incluso cristalizan en golpes de Estado. Sigue la pista a la desinformación que nace en África, pero también que viene de Moscú o de Pekín e impacta de lleno en el continente africano con objetivos políticos claros. “Los rusos utilizan una narrativa en África que asegura que Occidente es decadente y pervierte a nuestros hijos para que se hagan homosexuales”, asegura.

Arestein es el fundador y director de Code for Africa, una plataforma especializada en desinformación que cuenta con 140 personas repartidas por 26 países africanos y que desarrolla sofisticadas investigaciones periodísticas con drones e inteligencia artificial (IA). Esta entrevista transcurre en una terraza de Nairobi, donde Arestein invita a mirar alrededor, a los flamantes edificios y a las carreteras de peaje. “China ha sido muy inteligente al invertir en infraestructuras visibles que mejoran la vida de los africanos”, sostiene.

Pregunta. ¿Cuánto ha cambiado la ecuación de la desinformación en África con la inteligencia artificial?

Respuesta. Hemos visto intentos torpes para desinformar utilizando vídeos generados con inteligencia artificial generativa que crean personas aparentemente reales, que expresan argumentos polarizantes. Utilizan empresas en las que por 40 dólares (apenas 37 euros) puedes comprar un avatar y darle un guion para que parezca que es humano. En la República Democrática del Congo por ejemplo, se dirigía contra las fuerzas de paz de la ONU para movilizar a gente en su contra, y en apoyo al movimiento rebelde M23.

P. ¿Cuál es la mayor amenaza?

R. La gran amenaza actual no son las cosas en las que la gente realmente se centra, como los vídeos falsos. La verdadera amenaza es la forma en que la IA se está utilizando para que sea increíblemente barato y rápido producir mensajes de propaganda aparentemente auténticos. En texto —especialmente en WhatsApp y en Telegram— es prácticamente indetectable.

Hay vídeos verificados de cadáveres rusos esparcidos por campos de batalla africanos

P. ¿Cómo?

R. Vemos una influencia mayor en el uso a escala industrial de grandes modelos lingüísticos capaces de crear diferentes versiones de la información existente. Por ejemplo, los rusos utilizan una narrativa muy poderosa en toda África que asegura que Occidente es decadente, que ha perdido su camino a los ojos de Dios y pervierte a nuestros hijos para que se hagan homosexuales. Dicen que ellos, los rusos, son el modelo de moralidad, en lugar de los europeos decadentes. Con la IA se puede volver a contar esa pequeña historia de cien maneras diferentes en segundos. Y pedirle que lo traduzca a diferentes idiomas. Luego puedes pedirle que lo cuente con la voz de una anciana, con la de un joven rapero... puedes tener mil versiones diferentes de ese mensaje en minutos. Hacer eso con humanos costaría semanas y mucho dinero.

P. ¿Qué otras campañas de desinformación circulan por África?

R. La IA generativa es capaz de utilizar un tipo de aprendizaje automático para analizar cuáles son los problemas que causan polarización. En Sudáfrica, por ejemplo, es la xenofobia, porque la clase trabajadora tiene la creencia arraigada de que otros africanos les roban el trabajo y alteran sus normas culturales. Encuentran temas candentes y desarrollan una propaganda oportunista que exacerba el problema. Hay consultorías a las que contratan para desprestigiar a un oponente político o para amplificar una narrativa e influir en las elecciones. Se puede ver cómo han desprestigiado a políticos individuales e incluso a la Cruz Roja para que parezca que apoyan a los yihadistas.

P. Ha mencionado a Rusia. ¿Es el principal desinformador geopolítico en África?

R. Rusia es un cliente oportunista de los desinformadores y tiene objetivos geopolíticos, pero no dispone de la maquinaria para hacer el trabajo por sí sola. Vemos cómo subcontratan tropas de combate a organizaciones como Wagner o las fuerzas de seguridad de las compañías petroleras paraestatales, que a su vez, subcontratan la propaganda a los llamados guerreros del teclado o mercenarios digitales. A menudo son africanos o israelíes y de otras nacionalidades, que reciben un encargo de un actor ruso afiliado a un Estado africano. Dirán que hay que hay que poner en tela de juicio a un político en Malí o en Burkina Faso y que hay que conseguir que el público apoye a la junta militar, porque la junta después contratará a Wagner como asesor. Vemos también muchas campañas de propaganda por parte de Turquía y mensajes religiosos de países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.

P. ¿Hasta qué punto los esfuerzos de desestabilización rusos explican los golpes de Estado del año pasado en países africanos?

R. Rusia ha tenido mucho éxito en la región del Sahel a la hora de identificar el miedo de los ciudadanos a los yihadistas. Suelen ser campañas dirigidas por Wagner sobre cómo los gobiernos y las fuerzas de paz, como las francesas, son ineficaces. A partir de ahí, logran apoyo público para una acción militar más abierta contra gobiernos elegidos democráticamente que son incompetentes. Eso crea el clima en el que puede producirse un golpe de Estado con un amplio apoyo. Hay campañas en las que Rusia y Wagner se proyectan como los salvadores de los ciudadanos. Cada pequeña victoria de Wagner se amplifica, y cualquiera que critique a Wagner y sus actividades de minería o para extraer riquezas es difamado con mensajes coordinados.

Wagner utiliza cortos muy bien producidos en los que se retratan como ángeles vengadores que bajan del cielo para matar a zombis franceses

P. ¿También desde la muerte del jefe de los mercenarios de Wagner, Yevgeny Prigozhin?

R. Wagner en África nunca ha dejado de funcionar. Hemos visto la retirada de algunos comandantes leales a Prigozhin y la reestructuración de las tropas en nuevas unidades. Lo que ha cambiado es que los yihadistas también han construido comunidades muy grandes en las redes sociales. Lo que vemos en esas plataformas sociales oscuras es que los mercenarios de Wagner están sufriendo muchas bajas en el campo de batalla. Es fruto de la desorganización tras la muerte de Prigozhin. Los yihadistas han invadido varias bases militares de Wagner y también han tendido emboscadas a convoyes. Hay vídeos que hemos verificado de cadáveres rusos esparcidos por campos de batalla africanos y vehículos blindados volados.

P. Dice que los extremistas religiosos también utilizan la desinformación.

R. Wagner utiliza cortos animados muy bien producidos en los que se retratan como ángeles vengadores que bajan del cielo para matar a zombis franceses. Ahora estamos empezando a ver yihadistas en Telegram y otros canales cifrados que utilizan vídeos y animaciones del mismo estilo, pero que muestran a africanos, aldeanos con ametralladoras persiguiendo a las tropas de Wagner para que no roben más su oro y sus cosechas y a sus mujeres. Estamos empezando a ver cómo los yihadistas se adaptan y utilizan el mismo tipo de narrativa contra Wagner.

P. ¿Cuánto se utiliza la IA para alimentar el sentimiento antioccidental?

R. Otra narrativa es la que presenta a los franceses como colonialistas. Plantean que resistirse a ellos es una necesidad panafricanista, que no se trata de un problema de un solo país.

La desinformación no es un problema de educación; es un crimen organizado

P. ¿Hace Occidente lo suficiente para contrarrestar toda esta información?

R. Occidente ha estado un poco confuso y ha invertido mucho en programas públicos de alfabetización, pero en realidad, lo que hace es avergonzar a la víctima. Le estás diciendo a quien ha sido blanco de la propaganda que es su culpa, que tiene que ser más inteligente y leer y saber detectar la propaganda. La desinformación no es un problema de educación; es un problema de crimen organizado y la razón por la que triunfa es porque se ha vuelto barata y fácil. Los europeos y los norteamericanos están empezando a entender que la única manera de combatirla es desbaratar la economía de la desinformación y que no se puede permitir que mercenarios digitales, sentados en una choza o en un garaje, sean capaces de subvertir la política nacional de un Gobierno.

P. ¿Cuánto hay de desinformación en las votaciones de las resoluciones de condena a Rusia en la ONU?

R. A los europeos y a los estadounidenses les cuesta entender que los africanos no ven el mundo geopolítico de la misma manera que ellos. Hay guerras en África de mayor envergadura que la de Ucrania, con más víctimas civiles, que no reciben ni de lejos la misma atención. Es esa percepción de que los europeos y los norteamericanos no valoran las vidas de los negros tanto como las de los blancos. Hay que recordar que Rusia y China liberaron a los africanos de la ocupación colonial. Los hombres del saco que Europa ve desde una perspectiva africana, fueron nuestros liberadores. Estamos hablando de los años setenta, ochenta. Los que eran niños entonces, ahora son adultos a los que se les dice que debemos votar en contra de Rusia en la ONU para apoyar el fin de una guerra que no nos afecta. Muchos africanos creen que lo que ocurre en Ucrania no es nuestro problema y que la comida y el coste de la vida se han convertido en armas contra nosotros para intentar que apoyemos a Europa. No es mi opinión personal, pero se trata de un zeitgeist que los oportunistas explotan.

P. ¿Y China?

R. Vemos que los chinos tienen un enfoque ligeramente diferente. Reclutan a expertos africanos para que escriban artículos de opinión en medios estatales chinos. Los encarga un editor de noticias chino sobre un tema alineado con la política de Pekín. Se publican en China, pero luego se distribuyen a través de la sindicación en medios africanos sin advertirles de que procede de un medio estatal y después, los medios chinos escriben sobre ello como si fueran noticias de apoyo a las políticas chinas por parte de África, sin que supuestamente haya mediado ninguna injerencia. Luego se amplifica ese mensaje hasta que cala la percepción de que esa la opinión pública dominante en África. Es una táctica muy efectiva a la hora de modelar políticas de países africanos. Es una visión a más largo plazo.

P. ¿Y fuera de los medios?

P. Fíjese aquí, en Nairobi. Hasta hace muy poco en Nairobi el tráfico era imposible y se tardaba entre dos a tres horas en llegar a cualquier sitio. Ya no, porque ahora hay autopistas. ¿Y quién las construyó? China. Hay un boom de la construcción en Nairobi. Muchos de estos edificios que ve aquí están construidos o financiados por China. Podemos discutir sobre las implicaciones de la deuda, pero China es un actor muy activo en nuestras economías que la gente puede ver y eso hace que la percepción pública de China sea muy diferente a la europea o estadounidense. La opinión no se forma sobre el historial de derechos humanos, sino sobre cómo nos están ayudando a salir de la pobreza y a hacer crecer nuestra clase media. Y no vemos lo mismo con Estados Unidos o la UE, porque a menudo, la ayuda al desarrollo de esos países se destina a sistemas educativos y a mejorar la gobernanza. Es una inversión mayor, pero menos visible para el ciudadano. China ha sido muy inteligente al invertir en infraestructuras visibles que mejoran la vida de los africanos.

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