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El reto de controlar un brote de cólera en Burundi

El país africano ha registrado más de 1.000 casos y al menos nueve muertes este año, debido sobre todo a la falta de agua potable. Las contaminaciones también han aumentado en Kenia y la República Democrática del Congo

Cólera Burundi
Bidones de agua vacíos en torno a un grifo al que no llega agua potable, al norte de Buyumbura, la capital económica de Burundi, este mes de octubre.Lorraine Manishatse

La escasez de agua potable y las precarias condiciones de higiene en algunas zonas de Burundi han hecho que los casos de cólera aumenten desde principios de año. Controlar esta enfermedad diarreica, que sigue siendo una amenaza mundial y un indicador de inequidad y falta de desarrollo social, se ha convertido en un verdadero desafío para las autoridades de este país africano, donde el brote comenzó tras las fuertes lluvias que cayeron en la capital económica, Buyumbura, y sus alrededores, del 26 al 31 de diciembre de 2022. Desde ese momento, el Gobierno instó a la población a extremar las medidas de higiene en los hogares, ya que la enfermedad se transmite por el consumo de alimentos y agua contaminados por un bacilo. Y también se incrementaron las precauciones en los espacios públicos. Por ejemplo, se prohibieron los comercios ambulantes de alimentos crudos y cocinados, se desinfectaron hogares afectados por la enfermedad y se intensificó la limpieza de las letrinas.

Pero los casos han ido en aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) había contabilizado 884 contaminaciones y nueve muertes hasta mediados de septiembre y el último informe del ministerio de Sanidad local, del pasado 19 de octubre, apuntaba que se habían superado los 1.200 enfermos en lo que va de año.

Los casos se concentran sobre todo en el oeste del país, en nueve distritos de las provincias de Bubanza, Buyumbura, Cibitoke y Mairie, localizadas sobre todo alrededor del Lago Tanganika, y en áreas fronterizas con la República Democrática del Congo (RDC). Desde mediados de agosto se están reportando una media de 50 nuevos casos por semana, según la OMS.

Vine a recoger a mi hijo a la guardería. Quiso lavarse las manos después de ir al baño, pero no pudo por falta de agua
Esperance Kabanyana, madre de familia

“El cólera se propaga normalmente durante los periodos de fuertes lluvias que provocan inundaciones en los barrios de bajos ingresos. Me preocupa que la situación pueda agravarse en los próximos días”, afirma una enfermera del hospital Príncipe Regente Carlos de Bujumbura, la capital económica de Burundi, que quiere permanecer en el anonimato. En este centro se recuperan una decena de enfermos a mediados de octubre.

“Los barrios del norte de Buyumbura, así como comunas de las provincias de Buyumbura y Cibitoke, en el noroeste del país, son los más afectados”, declaró a mediados de septiembre el portavoz del Ministerio de Sanidad, Polycarpe Ndayikeza. En aquel momento había una treintena de personas contaminadas recuperándose en tres centros médicos del país, cuya población supera los 12 millones de personas.

Sin agua en las escuelas

“La escasez de agua potable en estas zonas afectadas es una de las principales causas de la propagación del cólera”, afirma Anicet Nibaruta, coordinador de la Plataforma Nacional de Gestión de Desastres, que añade que la organización se está esforzando en suministrar agua a las zonas mediante la instalación de cisternas, pero las cantidades distribuidas siguen siendo insuficientes.

Las escuelas son uno de los lugares de mayor riesgo y los padres no ocultan su preocupación. “Vine a recoger a mi hijo a la guardería. Quiso lavarse las manos después de ir al baño, pero no pudo por falta de agua”, se queja Esperance Kabanyana, una madre de cinco niños, en un conocido centro educativo para niños del centro de Buyumbura. “La escuela es un gran peligro porque los alumnos vienen de toda la ciudad, incluidas las zonas infectadas”, agrega.

Durante el día, tampoco sale agua de los grifos de la École Saint Paul de Buyumbura, donde hay más de 900 alumnos. El director, Placide Manirakiza, explica que la escasez comenzó antes de que se iniciara el nuevo curso escolar, el 18 de septiembre. Para evitar enfermedades, el personal de la escuela llena recipientes con agua todas las noches y cada mañana se colocan bidones de veinte litros delante del despacho del director para que los utilicen los alumnos. “Se sirven ellos mismos el agua durante el recreo”, dice. Al lado está la escuela Saint Michel Archange, que tiene más de 1.000 alumnos. La dirección de la escuela instaló un depósito de 20.000 litros que llenan por la noche para utilizarlo a la mañana siguiente. Sin embargo, creen que es insuficiente.

La OMS estima que un total de 29 países han registrado casos de cólera desde principios de 2023. En ese total hay 16 países africanos

La escasez de agua es actualmente un problema importante en todo el país. En una reunión pública de funcionarios del Gobierno el pasado el 6 de octubre en Gitega, capital de Burundi, el ministro de Asuntos hidráulicos, Energía y Minas, Ibrahim Uwizeye, declaró que la escasez se debe a que la única empresa encargada de la producción y distribución de agua y electricidad, Regideso, sigue utilizando tuberías deterioradas y rotas. Por ello, instó a los inversores a invertir y mejorar la red en lugares como Bujumbura, donde la demanda de agua crece y la compañía no puede técnicamente satisfacerla.

Un problema regional

La OMS estima que un total de 29 países han registrado casos de cólera desde principios de 2023. En ese total hay 16 países africanos. Aunque el número de casos notificados se ha estabilizado en niveles bajos en varios países, como Malaui y Mozambique, se observan rebrotes de casos y propagación geográfica a nuevas zonas en algunos países, como la República Democrática del Congo, Burundi y Zimbabue. La OMS alerta también que en Sudán, escenario de un conflicto desde hace meses, se han notificado unos 500 casos sospechosos de cólera.

Las causas del aumento de casos y de la letalidad son múltiples, pero los investigadores y expertos coinciden que el aumento global de temperaturas debido al cambio climático juega un papel fundamental en la intensificación de los casos de cólera, unido a las migraciones forzosas y los conflictos.

En agosto, Unicef alertó del aumento de casos de cólera entre los niños de la República Democrática del Congo. Según la agencia de la ONU, en los siete primeros meses del año se habían registrado 31.342 casos sospechosos o confirmados y 230 muertes en todo el país. La provincia más afectada, Kivu Norte, registró más de 21.400 casos confirmados o sospechosos, con más de 8.000 niños menores de cinco años contaminados, según cifras del Ministerio de Salud Pública, Higiene y Prevención.

En Kenia, el gobierno inició a principios de agosto una campaña de vacunación contra el cólera en respuesta al persistente brote que afecta al país, que había registrado hasta ese momento más de 11.000 casos de cólera y 196 muertes. En 10 días se vacunó a más de 1,6 millones de personas, según cifras de la Alianza para las Vacunas (Gavi).

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