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Seungeun Kim, el reverendo que atraviesa “junglas y ríos” para ayudar a huir a “desertores” norcoreanos

Este surcoreano, fundador de la iglesia cristiana Misión Caleb, ha logrado poner a salvo a “más de 1.000″ personas en los últimos 20 años. “Actualmente, hay más de 200 que han contactado con nosotros para ser rescatadas”, asegura

Seungeum Kim
Fotograma del documental 'Beyond Utopia', que retrata la huida de norcoreanas organizadas por el sacerdote Seungeum Kim.
Patricia R. Blanco

El reverendo surcoreano Seungeun Kim lleva 23 años recorriendo miles de kilómetros a través de “intransitables junglas y ríos”, por rutas aparentemente impracticables, para cumplir con el cometido al que ha dedicado su vida: rescatar a quienes escapan de Corea del Norte. “Los norcoreanos solo pueden encontrar la libertad si logran completar una ardua ruta” de miles de kilómetros a través de China, Vietnam, Laos y Tailandia, explica el hombre, fundador de la Misión Caleb, una iglesia cristiana desde la que coordina y dirige el proceso de huida de los “desertores” del régimen de Kim Jong-un y con la que ha logrado poner a salvo a “más de 1.000” personas.

“Me he roto huesos y sufrido lesiones que han requerido cirugía”, cuenta Kim, que participa personalmente en muchas de las misiones de rescate, “peligrosos viajes”, que además de las heridas le han dejado una ristra de “antecedentes penales” en varios países. “Una vez incluso fui apresado en China”, explica durante un encuentro en el Oslo Freedom Forum, la convención de activistas que la Human Rights Foundation organizó el pasado mes en la capital noruega. Da pocos detalles de cómo ha logrado planificar durante estos años el recorrido, para el que necesita la cooperación de una “red de colaboradores” en distintos países. Pero, pese a los riesgos, está convencido de que “los norcoreanos que quieren escapar no podrían lograrlo sin la ayuda de la Misión Caleb o de otras ONG”.

El reverendo surcoreano Seungeum Kim.
El reverendo surcoreano Seungeum Kim.Oslo Freedom Forum

Las dificultades de esta odisea han sido recientemente retratadas en el documental Beyond Utopia, de la directora estadounidense Madeleine Gavin, estrenado este año. La cinta, que reconstruye mediante imágenes reales a veces tomadas con el móvil la huida de varias familias norcoreanas con el apoyo del pastor Kim, ha recibido el premio del público en el Festival de Cine de Sundance. “Es el tipo de héroe sobre el que Hollywood podría hacer una película y luego elegir a Mark Wahlberg como protagonista”, dijo de él la revista cinematográfica estadounidense The Hollywood Reporter en su crítica sobre el documental.

Una historia de amor

El cambio de vida de Kim comenzó el 4 de enero de 2000. “Fui a mi primera misión [como sacerdote] a un lugar en China con la frontera de Corea del Norte, y de pronto, caminando cerca del río Tumen [que hace de línea divisoria natural entre ambos países] vi a un grupo de niños norcoreanos desnutridos”, narra el pastor. “Por favor, señor, ayude a su propia gente”, cuenta que le suplicaron. Y en aquel preciso momento en el que fue consciente de sus propios prejuicios —“siempre me habían contado que los norcoreanos eran muy diferentes a nosotros”, recuerda—, decidió que iba a “dar la vida por aquellas personas”. “¿Qué habría llevado a esos niños, que estaban tan delgados por la falta de comida, a arriesgar su vida para huir?”, se pregunta. Y la respuesta era muy clara: el deseo de escapar de la miseria y la represión.

Me he roto huesos y sufrido lesiones que han requerido cirugía
Seungeun Kim, fundador de la iglesia cristiana Misión Caleb

En aquel momento todavía no sabía cómo los iba a ayudar. Faltaba un estímulo más para lograr descubrir las rutas por las que empezarían a transitar, poco después, miles de norcoreanos que querían dejar atrás las garras del régimen de Pyongyang. Llegó pronto. “Una desertora norcoreana llegó hasta la iglesia en la que yo servía en China, nos enamoramos y planeamos un futuro juntos”, cuenta, con una sonrisa. Pero aquella mujer, que hoy en día es su esposa y cofundadora de la Misión Caleb, no estaba segura en territorio chino. “Pekín arresta y repatria a Corea del Norte a los norcoreanos que encuentra, no los reconoce como refugiados”, critica. Y para las mujeres es aún peor: “Se han convertido en las presas de los traficantes de personas, que las obligan a ejercer la prostitución o a matrimonios forzosos en China”.

El pastor Kim comenzó a “caminar por los desiertos de Mongolia y las junglas del sudeste asiático” e incluso consideró la opción de sacarla por el río en un bote. “Tenía que encontrar una ruta para llevar al amor de mi vida a Corea del Sur desde China”, explica. Finalmente, lo logró “en avión”, aunque prefiere no aclarar cómo lo hizo. Aquella experiencia le sirvió para construir los itinerarios de escapatoria que ha empleado en las últimas dos décadas los norcoreanos que huyen a Corea del Sur. Desde 2001 y hasta junio de este año, un total de 33.304, según los datos de Seúl. Aunque el número real de quienes tratan de escapar podría ser mucho mayor. “No sabemos las cifras de cuántos intentan huir, porque muchos quedan atrapados en China o en otros países”, lamenta.

Siempre con muy pocas aclaraciones de cómo prepara los rescates, el pastor Kim desliza que el proceso comienza cuando la Misión Caleb tiene constancia de personas concretas que desean fugarse, bien porque consiguen comunicarse con la organización o porque familiares que ya han logrado llegar a Corea del Sur los buscan. “Actualmente hay más de 200 norcoreanos que han contactado con nosotros para pedir ser rescatados, y 30 de ellos se encuentran en una situación de emergencia”, alerta.

Sin embargo, desde el estallido de la pandemia de covid, las misiones de rescate se han desplomado. “Tuvimos que frenarlas” como consecuencia del cierre de fronteras impuesto por Pekín, se aflige. Según las cifras oficiales de Corea del Sur, en 2019 llegaron al país 1.047 norcoreanos, un número que cayó a 229 en 2020, el año en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia sanitaria mundial por el coronavirus. En los años sucesivos también lograron escapar de Corea del Norte muy pocas personas en comparación con años anteriores: 63 en 2021 y 67 en 2022. Solo en el segundo trimestre de este año, han comenzado a aumentar las llegadas —entre el 1 de enero y el 30 de junio tocaron suelo surcoreano 99 personas—, según los datos oficiales, una situación que Seúl atribuye a la relajación de las medidas de control impuestas por China.

Pese a la ligera mejora, la situación sigue revistiendo más obstáculos que antes de la pandemia. “El coste del rescate se ha multiplicado por cinco y cuesta unos 20.000 dólares [18.100 euros] por persona”, dice el sacerdote. Pero no se resigna: “Sé que la situación es lúgubre, pero a lo largo de mi vida he experimentado cómo el apoyo de unas personas hacia otras y la solidaridad puede cambiar el mundo”.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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