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Maria João Teles-Grilo, arquitecta angoleña: “Los europeos olvidan que fueron acogidos en África y América”

La proyectista estudia el fenómeno de los asentamientos informales, desde favelas a barrios sin planeamiento urbanístico, donde ya viven dos tercios de la población mundial

Maria João Teles-Grilo
La arquitecta angoleña Maria João Teles-Grilo, en la Biblioteca Nacional en Lisboa a finales de junio.João Henriques ((JOAO HENRIQUES / EL PAÍS ))
Tereixa Constenla

El urbanismo también tiene sus hemisferios. La mirada de una arquitecta como Maria João Teles-Grilo, que nació en Lubango, Angola, hace 63 años, y es especialista en modernismo, nada tiene que ver con la de un colega europeo. Durante un congreso sobre la realidad angoleña celebrado en Lisboa, Teles-Grilo subrayó que dos tercios de la población ya vive en asentamientos informales (desde favelas a barrios sin planeamiento urbanístico) y que la cifra crecerá hasta el 70% en 2050. Es un fenómeno que el urbanismo convencional trata de ignorar o derribar, también por rechazo a la miseria. “Hay que afrontar esas realidades de otra forma”, defendió.

Pregunta. ¿La arquitectura despreció en el pasado la tradición africana?

Respuesta. Sí. En los países colonizados lo que se consideraba arquitectura era europea. El siglo XX fue un tiempo de sociedades sólidas y la arquitectura africana tiene características ligadas a un mundo efímero.

P. ¿En la arquitectura también hay discriminación?

R. Está hecha por personas y las sociedades tienen jerarquizaciones y categorizaciones, que van de la raza a las clases sociales, el trabajo y la propia geografía. Hay conceptos de países que valen más y países que valen menos, personas que valen más y personas que valen menos. En la arquitectura y el urbanismo se da una trasposición de ese entendimiento social. Las ciudades reflejan las sociedades que tienen.

P. Estudia el fenómeno de la autoconstrucción.

R. Estudio dos cosas. Siendo de un país que fue una colonia, una parte de mi trabajo tiene que ver con la investigación del movimiento moderno, bellísimo en el caso de Angola. Otra parte tiene que ver con las grandes manchas territoriales de las ciudades que son determinadas por la autoconstrucción. En este mundo capitalista y neoliberal muy pocas personas tienen acceso a una serie de exigencias impuestas por el formalismo de la vida. En Angola, por ejemplo, solo el 10% de la población puede pedir un préstamo para comprar una casa. Esto excluye a una parte de la clase media. Yo nunca compré una casa. Cada vez es más difícil para las personas cumplir las exigencias para tener un préstamo. Las personas encontraron una solución por medios propios para garantizar un mínimo su habitabilidad.

P. ¿Cómo se debe relacionar el urbanismo con esta realidad que crecerá más?

R. En el siglo XX había un sentido mesiánico de la arquitectura y el urbanismo. Había una vinculación entre el poder de los arquitectos y los urbanistas que diseñaban sobre el tablero ciudades con lugares donde vivíamos o donde nos divertíamos, articulados con el poder político y las personas se adaptaban a eso. Todo esto se hacía en un tiempo lento. La aceleración actual no tiene nada que ver con el siglo XX. La gran fragilidad del empleo y de la vivienda liberaron a las personas de ese sentido mesiánico y se independizaron, aunque hay una resistencia de estos conceptos que dominaron al siglo XX. Hoy, el poder participativo de la ciudadanía comienza a ser un camino.

P. Dice que Europa es una burbuja. ¿Sigue siendo el continente que decide los caminos del urbanismo?

R. No, en absoluto. El único arquitecto europeo visionario es Rem Koolhaas. Lo que ocurre en Europa es más de lo mismo, bien hecho, pero no es una revisión visionaria de lo que el mundo necesita. Esas cosas están en arquitectos de América del Sur, Asia y algunos países árabes. La reinvención del futuro para lo que el mundo necesita en estas disciplinas no está en Europa.

P. ¿Está relacionado con el hecho de que Europa no tiene ciudades autoconstruidas?

R. Tiene que ver con eso, naturalmente. Pero también porque Europa continúa siendo el continente de los Estados de bienestar, mejor o peor, con sensibilidad hacia la pobreza o la miseria, con democracias. Por otro lado, el confort adormece y Europa es un continente de la pequeña burguesía. Encuentro a Europa demasiado acomodada en términos mentales y físicos. Eso no empuja a las personas hacia la vanguardia.

P. ¿Cómo ve África?

R. Siendo un continente de población joven, África es el futuro. Si comparamos las ciudades europeas envejecidas con un continente de gran juventud y todo lo que se asocia a ella, fuerza, dinamismo, alegría, transformación y utopía, sumado a países potencialmente ricos, sería una combinación extraordinaria, pero no ocurre. Tenemos gobiernos fascistas, dirigentes horribles, que acaban por amordazar la posibilidad de un futuro brillante, aunque hay lugares en África donde el futuro tiene una luminosidad diferente a la europea. Sudáfrica es una potencia cultural e intelectual brillante. Senegal es un país de filósofos, aunque ahora está en crisis. Cada dos años el congreso más extraordinario del mundo se celebra en Senegal, todos los creadores y pensadores africanos se reúnen allí para pensar en dar futuro al futuro. Hay estas bolsas, aunque la dominación continúa a ser eurocéntrica y el mundo continúa siendo blanco y masculino.

P. Ahora que vive en Europa, ¿qué piensa ante los discursos contra la inmigración?

R. Los pueblos nunca tuvieron memoria, que es algo muy grave. Si la tuviesen, no estaríamos otra vez en una época de prefascismo en Europa. Después de las desgracias de las guerras mundiales y la guerra de los Balcanes, las personas no aprenden y pueden dar los mismos pasos desastrosos hacia el abismo. Es lo que estamos viviendo en este momento. Los europeos han olvidado que después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial embarcaron, miserables y desharrapados, para América del Sur y África. Los americanos y los africanos los acogieron, los ayudaron y les dejaron tener futuro. Esto se ha olvidado por completo, es una gran crueldad ahora que el movimiento se da en dirección contraria. Lo mínimo que Europa podría hacer, si tuviese un mínimo de conciencia, es pensar que ahora es el momento de recibir a aquellos que les recibieron durante años. Me parece inhumano. Todos los fascismos y estos prefascismos en los que estamos fueron acompañados de movimientos racistas, xenófobos. Son cosas que la historia ya escribió. Está todo dicho y escrito. Solo hay que leer un poco y pensar. Todo esto ya ocurrió y va a ocurrir de nuevo de forma trágica.

P. ¿Cree que la historia se repite?

R. Completamente. Extrañamente. Estúpidamente, diría.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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