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Las ONG que cesan su actividad en Afganistán: “No podemos ofrecer nuestra labor sin nuestras colegas mujeres”

Varias organizaciones, incluida la ONU, que han suspendido temporalmente sus programas de ayuda en el país asiático, exigen a los talibanes que revoquen la prohibición de emplear afganas en ellas. Más de la mitad de la población necesita asistencia

Niños afganos toman sus últimas clases en una instalación financiada por Naciones Unidas y agencias asociadas, antes de su cierre debido a una prohibición talibán que impide a las mujeres afganas trabajar para ONG, en el distrito de Dand de Kandahar, Afganistán, el 1 de enero de 2023.
Niños afganos toman sus últimas clases en una instalación financiada por Naciones Unidas y agencias asociadas, antes de su cierre debido a una prohibición talibán que impide a las mujeres afganas trabajar para ONG, en el distrito de Dand de Kandahar, Afganistán, el 1 de enero de 2023.EFE
Lucía Foraster Garriga

“Es una decisión dolorosa, la de escoger entre las personas que sufren una crisis humanitaria y se verán afectadas por la suspensión, o las mujeres a las que se les están negando sus derechos”, explica en conversación telefónica Asuntha Charles, directora nacional de la ONG World Vision en Afganistán. Se refiere a la resolución que han tomado varias organizaciones no gubernamentales —Save the Children, World Vision International, CARE International, el Norwegian Refugee Council (NRC), entre otras—, así como Naciones Unidas, de suspender temporalmente sus programas en Afganistán, después de que el 24 de diciembre los talibanes prohibieran a las mujeres afganas trabajar en ONG locales y extranjeras. “Queremos que las autoridades revoquen su decisión, porque sin personal femenino no podemos llegar a los millones de niños, mujeres y hombres que necesitan asistencia”, declaró Charles, con la voz entrecortada.

En medio de la creciente preocupación internacional por la restricción de las libertades de las mujeres en Afganistán, el jefe adjunto de la Misión de la ONU en el país, Potzel Markus, se reunió este domingo con el viceprimer ministro del gobierno liderado por los talibanes, Maulvi Abdul Salam Hanafi, en Kabul, para discutir la prohibición, así como otras medidas. “Prohibir que las mujeres trabajen en organizaciones no gubernamentales (...) daña a millones de personas en Afganistán e impide la entrega de ayuda vital a hombres, mujeres y niños afganos”, confirmó, según informó la misión. Además, el jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths, visitará el país próximamente con el mismo propósito. Y también, en una declaración conjunta, los ministros de Exteriores del G-7 y la Unión Europea han llamado a los talibanes a revocar “con la mayor urgencia” esa prohibición “irresponsable y peligrosa”.

Para los talibanes, las mujeres deben estar en sus casas, cuidando a sus familias, no en la vida pública. No creen que puedan contribuir al desarrollo de este país
Asuntha Charles, directora nacional de la ONG World Vision en Afganistán

De los 55.249 ciudadanos afganos que trabajan para el Organismo Coordinador de Agencias para la Ayuda Afgana (ACBAR, por sus siglas en inglés), formado por un centenar de organizaciones afganas y 83 internacionales, el 28% son mujeres. “Esto no es una elección. Simple y llanamente, no podemos ofrecer nuestra labor sin nuestras colegas mujeres”, reafirmó el jueves pasado en rueda de prensa Inger Ashing, directora ejecutiva de Save the Children, ONG que ha trabajado por los derechos de la niñez en Afganistán durante cuatro décadas. Tenía, hasta el veto talibán, 5.700 empleados y trabajadores comunitarios en el país, de los cuales 2.490 eran mujeres. Desde que los fundamentalistas tomaron el poder el 15 de agosto de 2021, la organización ha ayudado a casi cuatro millones de personas, incluidos dos millones de niños. “Si no podemos comenzar los programas nuevamente, los niños morirán… Así de grave es la situación”, lamentó.

28 millones de personas necesitan asistencia humanitaria

La situación es más que grave. Después de la salida de las tropas de Estados Unidos tras dos décadas de intervención militar, Afganistán se ha desmoronado. Los datos más recientes muestran que alrededor de 28 millones de personas, más de la mitad de la población —el país tiene casi 40 millones de habitantes—, incluidos 14 millones de niños, necesitan asistencia humanitaria. Alrededor del 97% de los afganos corren el riesgo de caer por debajo del umbral de la pobreza este año, más de seis millones de personas se encuentran en riesgo de hambruna y 1,1 millones de menores de cinco años están gravemente desnutridos. “Estas vidas, sobre todo las de los niños y las mujeres, están en riesgo sin personal femenino”, concluyó Ashing.

No tengo idea de qué pasará con mi hermanita y mi hermano si dejo de trabajar, son todos ojos cuando llevo comida a casa
Trabajadora humanitaria afgana

Por un lado, “las mujeres tienen acceso a poblaciones a las que sus colegas masculinos no pueden llegar, lo que las hace fundamentales para salvar vidas”, apuntó Sofia Sprechmann, secretaria general de CARE International, agencia humanitaria que comenzó a trabajar en Afganistán en 1961, brindando ayuda de emergencia y proyectos a largo plazo. “En muchas zonas del país, las prácticas culturales vetan que un hombre hable, examine u ofrezca asistencia humanitaria a mujeres que no son parientes cercanos”, desarrolló, preguntada por este diario. Estas praxis, agravadas por la estricta separación de sexos que los talibanes han reforzado, impiden que, por ejemplo, un médico varón atienda a una mujer en un parto, incluso si la vida de la parturienta o la del bebé están en peligro.

CARE contaba con 900 empleados en Afganistán, el 38% de los cuales son mujeres, repartidos en nueve provincias. “Son enfermeras, doctoras, maestras, expertas en nutrición, líderes de equipo, trabajadoras de salud comunitarias y vacunadoras. Su experiencia profesional es indispensable. Su participación en la entrega de ayuda no es negociable y debe continuar”, recalcó Sprechmann. “Sin ellas, las mujeres y las niñas, que ya son siempre las últimas y las que menos comen, serán las más perjudicadas”, declaró.

Por el otro lado, “decenas de miles de afganas trabajan para estas organizaciones y esas trabajadoras son, no pocas veces, la única fuente de ingresos de sus familias”, recordó. “Muchas han sido la columna vertebral de las economías locales afganas a lo largo de los años y continúan brindando una red de seguridad doméstica esencial”, insistió. “Si dejo de trabajar mi familia dejará de alimentarse” o “quiero trabajar para ser autosuficiente y ayudar a mi padre a solventar los gastos de mi familia; no tengo idea de qué pasará con mi hermanita y mi hermano si dejo de trabajar, son todos ojos cuando llevo comida a casa”, son algunas impresiones anonimizadas de trabajadoras afganas que NRC ha recopilado. Esta ONG contaba con 469 trabajadoras en Afganistán, aproximadamente un tercio de su fuerza laboral, y en 2022 ayudó a 672.139 personas afectadas por el desplazamiento con ayuda humanitaria.

Las mujeres, en sus casas

Esta nueva restricción, que añade los empleos del sector humanitario a la lista de trabajos ya vetados para las mujeres, se conoció cuatro días después de que el 20 de diciembre los talibanes prohibieran a las afganas estudiar en la universidad. Una medida que prohíbe por completo la educación a todas las mayores de 12 años, pues los fundamentalistas ya habían cerrado los institutos de secundaria femeninos en marzo, horas después de permitir su reapertura. A las mujeres, ya se les había denegado a las mujeres el acceso a jardines públicos, gimnasios y baños públicos, y el viajar sin la compañía de un pariente varón.

La Directora Nacional de World Vision Afganistán, Asuntha Charles, visita el programa de Salud y Nutrición de World Vision en la provincia de Herat, donde los niños sufren hambre debido a la sequía, que ya está en su quinto año. FOTO CEDIDA
La Directora Nacional de World Vision Afganistán, Asuntha Charles, visita el programa de Salud y Nutrición de World Vision en la provincia de Herat, donde los niños sufren hambre debido a la sequía, que ya está en su quinto año. FOTO CEDIDAFreelance Staff (World Vision)

“Afganistán es el único país que ha prohibido la educación de las niñas, y ahora está disminuyendo las oportunidades de empleo para las adultas. Claramente, no es el camino correcto. Simplemente, no es útil, si se quiere progresar”, lamentó Charles, la directora de World Vision. Su ONG lleva 21 años trabajando en Afganistán y ha apoyado a seis millones de personas, tres millones de las cuales son niños. “Ningún país puede desarrollarse o sobrevivir socialmente y económicamente cuando el 50% de su población se encuentra excluido”, aseguró.

Esto no es una elección. Simple y llanamente, no podemos ofrecer nuestro trabajo sin nuestras colegas mujeres
Inger Ashing, directora general de Save the Children Internacional

“Los talibanes justifican este nuevo veto alegando que algunas de las trabajadoras humanitarias no respetan el rígido código de vestimenta islámico que quieren imponer, pero, en realidad, la razón de todo esto es más sencilla. Para ellos, las mujeres deben estar en sus casas, cuidando a sus familias, no en la vida pública. No creen que puedan contribuir al desarrollo de este país”, expuso Charles.

Un dilema doloroso

“Sabemos que la gente está sufriendo, pero al mismo tiempo se están negando a las mujeres sus derechos”, reitera. “Con la crisis humanitaria actual que afecta a todo el país, necesitamos más personas trabajando en ONG, no menos. Y todas las personas, independientemente de su género, deben tener la misma oportunidad de trabajar para organizaciones de ayuda humanitaria y desarrollo, o cualquier industria”, concluyó Charles.

Como World Vision, todos los organismos humanitarios se encuentran en una contradicción, en palabras de Ramiz Alakbarov, coordinador residente de la ONU en Afganistán, en conferencia de prensa la semana pasada. “La ayuda nunca es condicional, no se puede condicionar el suministro de alimentos o la asistencia médica a una persona que se está muriendo bajo ninguna condición. Y el otro elemento importante de la ayuda es que no se puede excluir a ningún género o a ninguna categoría de persona”, explicó. “Ese es el dilema y ese es el punto en el que nos encontramos, por eso estamos trabajando en una solución al problema. Porque no es posible entregar ayuda humanitaria a gran escala sin la participación de las mujeres”, reafirmó.

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Sobre la firma

Lucía Foraster Garriga
Reportera en Sociedad y Planeta Futuro desde 2021. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Blanquerna - Universitat Ramón Llull y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Cubre temas migratorios, de género, violencia sexual y derechos humanos. Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2022 por la investigación de abusos sexuales en la Iglesia española.

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