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Desde la granja de Karen Blixen con amor: así prosperan dos pueblos de Kenia gracias a la moda

Dos empresas kenianas surgidas en el campo han conseguido mejorar la vida de muchas familias. Sus creadoras, mujeres, han apostado por elevar sus propuestas de ropa y artesanía a nivel internacional y han vestido hasta a Michelle Obama

Una empleada de la empresa textil Soko trabaja en la confección de una prenda.
Una empleada de la empresa textil Soko trabaja en la confección de una prenda.Soko

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Las comunidades dan lo mejor de sí cuando las mentes brillantes colaboran con ellas para aprovechar sus capacidades. En el mundo en desarrollo del África actual, la mayor contribución que se puede hacer es crear empleo. Esta es la filosofía que guía a las empresas kenianas Kazuri y Soko. Kazuri, que significa “pequeño y bonito” en suajili, empezó en 1975 como un pequeño taller que experimentaba con cuentas hechas a mano. La fábrica, situada en lo que había sido parte de la propiedad de la escritora Karen Blixen, empezó con dos empleadas, y pronto descubrió que había muchas otras mujeres en los pueblos de los alrededores que necesitaban con urgencia un trabajo fijo.

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Elizabeth Matende, que vive en la localidad de Bulbul, en Ngong, se refiere así a Kazuri: “He alimentado y educado a mis cinco hijos gracias a Kazuri. Ahora, una de mis hijas y una nieta han encontrado un trabajo bien pagado en la empresa”. Matende, una de las primeras empleadas de este negocio, donde trabajó 41 años, aprendió allí el arte de fabricar bonitos adornos de arcilla. El personal ha recibido formación en todo lo relacionado con la fabricación de cuentas, desde el esmaltado hasta la carga en el horno, la pintura y, por último, el montaje de las joyas hechas a mano.

Movido por el deseo de ofrecer más oportunidades, el taller de Kazuri ha empleado a más de 340 mujeres desde los terrenos de la finca de Blixen, la mayoría madres de familia monoparental, permitiéndoles llegar a fin de mes. La fábrica produce más de cinco millones de cuentas al año y exporta a más de 20 países de todo el mundo. También ha reunido a los hombres y las mujeres con más cualidades artísticas, más hábiles, diligentes y pacientes para trabajar codo con codo a fin de producir joyas y utensilios de cerámica de máxima calidad hechos y estampados a mano. Con ello, la empresa se asegura de estar bien equipada para competir tanto en los mercados internacionales como locales.

Kazuri ha crecido y hoy en día cuenta con una extensa plantilla especializada en la confección de joyas artesanales. Además, sus integrantes han aplicado el conocimiento de la alfarería y el toque artístico que hacen tan atractivos los collares al diseño y la producción de la exclusiva gama de vajilla, que refleja la cultura y la naturaleza de Kenia. Al igual que las cuentas, cada pieza está modelada y pintada a mano en vistosos colores, y el repertorio es amplio, desde piezas únicas de coleccionista hasta utensilios de mesa.

“Hemos garantizado un puesto estable a los miembros desfavorecidos de la comunidad”, celebra Sammy Makay, director de ventas y marketing. “El 70% de nuestros contratados son mujeres”. Además de generar empleos, la fábrica cuenta con una clínica que presta atención médica a los empleados y su familia inmediata, y se hace cargo del 80% del coste de los tratamientos médicos recibidos fuera del centro de salud de la empresa.

El resultado se refleja en la fuerza de la familia Kazuri y en la belleza de sus productos. El negocio es miembro de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO, por sus siglas en inglés), y sus productos se pueden pedir por internet a muchos de sus distribuidores.

Soko, telas, talleres de oficios y salud sexual

Soko Kenia, que significa “mercado” en suajili, es un fabricante de ropa creado en 2009 que colabora con los habitantes de Kikambala, en Mtwapa, para garantizar la prosperidad de la comunidad. Su fundadora, Joanna Maiden, cree que la industria de la moda se podría utilizar como una fuerza para hacer el bien, y por ello sitúa los aspectos sociales y medioambientales en el centro de su negocio. “Estos son los cimientos sobre los que he construido esta empresa. Me apasiona producir ropa de calidad que, además, mejore la vida de mis empleados y de la comunidad”, añade Maiden.

La trayectoria de la empresaria en la industria textil en África empezó cuando visitó Kenia en 2007 con su marido y se enamoró. Quería cambiar vidas, así que empezó a trabajar para la Iniciativa de Moda Ética del Centro de Comercio Internacional en el país africano. Mientras trabajaba en otra empresa que actualmente colabora con marcas de la talla de Vivienne Westwood o Max Mara, Maiden conoció a Olivia Kennaway, una de las directoras de Lalesso. Por entonces, la empresa gestionaba su propia fabricación, pero quería subcontratarla. “Durante las conversaciones nació la idea de Soko. Gracias a mi experiencia laboral con marcas de moda de Londres, vi un hueco en el mercado para la producción ética de ropa a pequeña escala”, cuenta su fundadora.

Soko trabaja en una doble vertiente. La rama comercial colabora con diseñadores y marcas de moda de todo el mundo para crear un futuro más sostenible. La empresa invierte en la capacitación de su equipo y estructura los precios de manera que procuren una remuneración justa a sus empleados. Por su parte, la Fundación Soko para la Comunidad trabaja para desarrollar y mejorar las aptitudes sociales, medioambientales y económicas de las comunidades locales a través de diversos cursos y talleres. La fundación también dirige la Academia de Costura de Maungu, cerca de Voi, y su programa de salud sexual femenina Iniciativa Kujuwa.

Para aumentar las oportunidades de los habitantes de la zona en el mercado laboral, Maiden puso en marcha una institución de formación profesional que ayuda a los estudiantes a aprender un oficio y adquirir la cualificación necesaria para aprovechar las oportunidades de empleo o crear un pequeño negocio rentable. La Academia de Costura enseña las capacidades necesarias para estar mejor situado a la hora de conseguir un trabajo en la confección textil. “Hasta ahora se han graduado 183 estudiantes, 120 de los cuales tienen trabajo fijo. Muchos de nuestros graduados siguen trabajando en la fábrica, en la iniciativa Kujuwa o en otros negocios de confección”, se enorgullece la promotora.

Según Maiden, el mundo está cambiando a mejor, y su trabajo productivo y con la comunidad contribuye directamente a las aspiraciones en materia de educación, empoderamiento de las mujeres, creación de oportunidades laborales y gestión de los residuos establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Taller textil de la empresa Soko. La fabricación en África tiene un largo camino por delante para satisfacer la creciente demanda.
Taller textil de la empresa Soko. La fabricación en África tiene un largo camino por delante para satisfacer la creciente demanda.Soko

Desde 2017, 5.812 kilos de residuos textiles de la fábrica de Soko se han utilizado en otros proyectos de la compañía en vez de tirarlos a la basura. La fábrica se autoabastece totalmente de agua con la lluvia recogida del tejado. El 25% de sus necesidades de energía se generan con los paneles solares de sus instalaciones, gracias a los cuales desde 2020 se han ahorrado 360 kilos de emisiones de dióxido de carbono.

Maiden empezó la fábrica con cuatro personas en una pequeña dependencia, y actualmente tiene 120 empleados en unas instalaciones modernas y avanzadas. Según la empresa, la creación de prendas de calidad junto con las importantes colaboraciones con sus clientes es lo que les ha permitido crecer. “Estoy agradecida por contar con un equipo tan estable y leal que ha formado parte de la historia de Soko desde el principio. Como empresa, nos sigue inspirando ver y sentir la conexión entre nuestra pequeña fábrica rural y la industria mundial de la moda”, declara.

Soko produce unas 3.500 prendas al mes. Entre sus clientes están ASOS.com, Suno NY, Lalesso, Choolips o Wild Rose Kenia. También tienen una presencia importante en Internet y en la prensa escrita especializada como Vogue, Grazia, i-D y Elle. Sus diseños, que van desde la moda popular hasta el lujo, cuestan entre 30 euros y 600.

Los retos y las oportunidades inspiran a Maiden. El momento en que se sintió más orgullosa fue cuando vio a Michelle Obama vestir sus creaciones. “La primera vez que vimos las imágenes en la prensa, el equipo no me creía, y pensaba que una fábrica de verdad, en sus propias palabras, tenía que haber producido las mismas prendas”, comenta.

El momento en que Maiden se sintió más orgullosa fue cuando vio a Michelle Obama vestir sus creaciones

Según la empresaria, la idea de una colección ASOS África ya existía cuando cruzó la puerta de las oficinas de la empresa con una muestra de la clase de prendas que podía producir en Soko. De la asociación nació la primera colección. “El equipo ASOS África diseña la colección en Londres. Su equipo de diseño, en estrecha colaboración conmigo, se encarga de buscar las telas disponibles a nivel local. Una casa de patrones de Londres produce los patrones y las muestras de producción para Soko”, explica.

Maiden cree que la fabricación en África tiene un largo camino por delante para satisfacer la creciente demanda. También afirma que la falta de apoyo por parte de los gobiernos impide el crecimiento. A pesar de estos obstáculos, opina que este es un momento muy emocionante para el continente. “En los cuatro años que llevo en la zona he visto crecer muchas áreas de la industria de la moda local. Los diseñadores africanos nunca habían dejado su huella en la escena de la moda internacional como ahora. Encuentros como la Conferencia de Negocios de Lujo de IHT están contemplando África como una verdadera opción para la fabricación”, asegura.

En la actualidad, Soko se centra en convertir su Iniciativa Kujuwa en una empresa social que colabore con marcas, ONG y empresas para ayudarles a distribuir compresas lavables a las niñas en las escuelas, así como ofrecer educación sobre salud sexual reproductiva a chicas, chicos, padres y educadores.

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