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“No sabía que mi hija prematura podía vivir”

Inauguramos en el hospital de Gambo, en Etiopía, la primera unidad neonatal de cuidados intensivos de la zona rural en la que nos encontramos. Esta área quiere ser un espacio de esperanza

Etiopía es uno de los cinco países que suman casi la mitad de las muertes infantiles en menores de cinco años en todo el mundo junto a Nigeria, India, Pakistan y República Democrática del Congo.
Etiopía es uno de los cinco países que suman casi la mitad de las muertes infantiles en menores de cinco años en todo el mundo junto a Nigeria, India, Pakistan y República Democrática del Congo.Iñaki Alegría

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Talile lloró una muerte que no llegó. El recuerdo del fallecimiento al nacer su anterior hijo ―también prematuro― le hizo creer que esta vez estaba igualmente todo perdido. Talile no estaba tan equivocada. En efecto, nacer con escasos seis meses de gestación en Etiopía es dar mucha ventaja a la muerte. Pero decidimos luchar por la vida, porque la de un recién nacido siempre lo vale. Esta es la historia de Talile, que es también la de otras muchas, demasiadas, jóvenes mujeres gestantes en el África rural.

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Talile estaba embarazada de poco más de seis meses cuando empezó con sangrados y un dolor intenso. A las pocas horas de la llegada al hospital de Gambo, daba a luz a un cuerpo de un color cenizo que, tras unas insuflaciones de aire viró a un tono más negro y empezó a llorar, llenando de aire sus pulmones. Empezó a vivir.

La matrona, Mulu, tomó al recién nacido, se lo mostró a la madre y le dijo que se lo llevaba a la Unidad Neonatal de Cuidados Intensivos del Hospital.

―No te lo puedes llevar, quiero que muera en mis brazos, le interrumpió Talile.

―No va a morir, no todavía, pero necesita el calor de la incubadora y oxígeno para que pueda respirar, le contestó Mulu.

―Pensaba que me lo ibas a dar para que me lo llevase en brazos a casa, a esperar la muerte, como pasó con mi anterior hijo hace pocos años. No sabía que mi hija podía vivir.

Al escuchar esta frase, se me erizan los pelos de la piel. Talile está convencida de que su hija que acaba de nacer no tiene ninguna probabilidad. Su certeza de una muerte, que para mí no era tan segura, era lo que más me sorprendía. Es cierto que nacer en Etiopía es un reto, y de forma prematura aún más, pero de eso a que ni intentemos que sobreviva, por ahí sí que no paso. Y esto es lo que da sentido a la recién inaugurada unidad neonatal de cuidados intensivos del hospital de Gambo, la primera UCI neonatal de la región. Estrechar algo la brecha de la desigualdad; que nacer prematuro en la Etiopía rural no te condene a la muerte, sino luchar por la vida.

La recién inaugurada unidad neonatal de cuidados intensivos del hospital de Gambo, la primera UCI neonatal de la región.
La recién inaugurada unidad neonatal de cuidados intensivos del hospital de Gambo, la primera UCI neonatal de la región.Iñaki Alegría

Cuando Talile pronunció estas palabras: “No sabía que mi hija prematura podría vivir”, se me heló la sangre. Hoy, estamos inaugurando una unidad de cuidados intensivos neonatal. No es una lucha contra la muerte, es una lucha contra la injusticia. Y así debe ser, porque sobrevivie al nacer no debe ser un acto heroico, debe llegar a ser lo normal, como en otros países; al contrario, morir antes de tiempo no debe ser por resignación.

En Etiopía encontramos cinco camas de hospital por cada millón de personas, lo que me sorprende cuando lo comparo con las 4.000 camas por cada millón de habitantes en Europa (según datos de la OMS). O si pienso en las 45 personas de medicina y enfermería que debe haber por cada 10.000 ciudadanos, comparado con los 12 de media en África y los 116 en Europa.

Etiopía es uno de los cinco países que suman casi la mitad de las muertes infantiles en menores de cinco años en todo el mundo junto a Nigeria, India, Pakistan y República Democrática del Congo.

Según la Organización Mundial de la Salud, más del 99% de las muertes maternas en el mundo son evitables con los recursos y conocimientos disponible

En Etiopía, de cada 1.000 nacimientos vivos, 56 no alcanzan a celebrar los cinco años, esta elevada cifra además lo es a expensas de la mortalidad neonatal que es de 37 fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos; y en zonas rurales la cifra aumenta hasta los 180 de cada 1.000. En estos territorios, los partos tienen lugar en centros sin agua corriente y con parteras tradicionales. En total, se producen más de 10.000 muertes cada año de neonatos (antes de cumplir su primer mes).

Desde el año 2000, Etiopía está realizando un gran esfuerzo para disminuir la mortalidad maternal e infantil en menores de cinco años. El gran objetivo es mejorar los datos de la mortalidad neonatal que prácticamente no han mejorado.

Según la Organización Mundial de la Salud, más del 99% de las muertes maternas en el mundo son evitables con los recursos y conocimientos disponibles. Más del 99% de las madres que mueren lo hacen en los llamados países en vías de desarrollo, más de la mitad en África subsahariana. En Etiopía, por cada 100.000 niños nacidos vivos, mueren 216 mujeres, estima el Banco Mundial. Cada día son más de 800 las que se dejan la vida durante el alumbramiento.

Si hablamos de cifras mundiales, los datos nos asustan aún más, ya que un bebé nace muerto o muere en las primeras horas de vida cada 16 segundos. Dos millones al año. Lo más trágico es que la gran mayoría se puede evitar con un seguimiento adecuado del embarazo, un parto con presencia de personal cualificado y bien formado en reanimación neonatal.

No es tan solo una pérdida de vida humana, es también un devastador efecto psicológico sobre las familias que viven una muerte prematura e inesperada. Así nació la primera UCI Neonatal rural en el Hospital de Gambo. Una habitación de escasos metros cuadrados que quiere ser una puerta a la esperanza.

Iñaki Alegría. Pediatra. Coordinador del programa de salud materno-infantil y emergencias en el Hospital General Rural de Gambo, Etiopía.

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