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Columna
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Ortópteros a la carta

El incremento de la población mundial hará inevitable la busca de nuevas fuentes alimentarias y ahí están los insectos impacientes por deleitar nuestros paladares

Comer insectos
Insectos comestibles en un puesto de venta en el mercado de Ruzafa, en Valencia.Mònica Torres

Vi el otro día un reportaje en televisión acerca de una granja de moscas soldado en Flemming, Dinamarca, la más grande de su clase en Europa. Las hay parecidas en Francia y los Países Bajos. El negocio, por si en España alguno no se ha enterado, prospera. Se trata de extraer proteínas de las larvas de la referida mosca con el fin de abastecer a las piscifactorías y, desde el año 2021, con permiso de la Unión Europea, al sector pecuario, salvo para alimentación del ganado vacuno debido al tabú persistente en relación con la encelopatía espongiforme. Oí que la cría de larvas comporta ventajas: las instalaciones no requieren una técnica compleja, la emisión de dióxido de carbono es baja, se reduciría la dependencia con respecto a los productores de pienso obtenido de las proteínas de la soja, cuyo cultivo extensivo conduce a menudo a grandes talas en los bosques tropicales. El siguiente paso consistiría en generalizar el consumo humano de insectos y arácnidos en Europa, conforme a los hábitos culinarios de otros continentes, donde no se les hace ascos a unos chapulines fritos ni a un plato de escorpiones a la tailandesa. Sirva como precedente Camilo José Cela, a quien complacía fanfarronear en televisión de comer grillos crudos, a poder ser en presencia de señoras asustadizas. Y no es por causar arcadas, pero cualquiera que ande de costumbre en bicicleta sabe lo que es tragar en pleno esfuerzo bichos volanderos. De niños nos decían que lo que no mata engorda y es la pura verdad.

El incremento de la población mundial hará inevitable la busca de nuevas fuentes alimentarias y ahí están los insectos impacientes por deleitar nuestros paladares. Quién sabe si la interminable batalla entre los partidarios de la tortilla de patata con cebolla y los que la prefieren sin ella se trasladará a una nueva palestra donde peleen a muerte los defensores de la mencionada tortilla con o sin saltamontes.

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